Era un día de 1946.
La cortante nevasca no se paró aún se había declinado el sol por la tarde sino se enfureció más el viento a medianoche.
El frio sofocante del invierno riguroso penetró despiadadamente en los cuerpos de los escoltas que se pusieron gorro de piel, abrigo de piel y calzados de piel.
La camarada Kim Jong Suk cuando recorría el puesto de guardia este día, se partió el lugar al arreglar el vestido y al atar el cordel de la gorra de piel.
En el camino de regresar a su casa, ella pensó en cómo hacer que los escoltas no sintieran el frio de pies. Y se quedó a recordar el cubo de cojín de piernas que utilizaban durante el periodo de la lucha antijaponesa.
Cuando llegó al puesto de guardia, ella empezó a hacer el cubo con tablas tomando en sus manos sierra y martillo. Después llenó seguramente las pajas de arroz, clavó la tabla y puso la piel de perro para que fuera mullido.
Por la mañana del día próximo ella llamó al jefe de los escoltas y le mostró el cubo de cojín de piernas, igual que usaba durante la lucha guerrillera.
El jefe le dijo llorándose que era el trabajo que ellos mismo debían hacer y que estaba preocupado de que no había descansado bien a medianoche.
Sonriendo generosamente, la camarada Kim Jong Suk dijo que traspasaría varias noches en vela con gusto si podía hacer que los escoltas no sintieran el frio y que lo enviara pronto al puesto de guardia.
Los escoltas que escucharon del cuento significativo del cubo de cojín de piernas quedaron emocionados.
Ellos juraron solemnemente de defender a costa de vida al Gran Líder camarada Kim Il Sung guardando en el fondo del corazón el amor caliente de la camarada
Kim Jong Suk.