El 2 de julio de 1950 por la madrugada la segunda escuadrilla de torpederos de la Marina del Ejército Popular de Corea logró una gran victoria nunca vista en los anales de la guerra marina mundial al hundir el crucero pesado de Norteamérica Baltimore que se autodenominaba “isla móvil en el mar” ´por tácticas de atracción y sucesivos ataques dispersos. Al respecto los norteamericanos se pasmaron diciendo que es un “hecho que ni Díos sabe” y muchas prensa del mundo lo calificaron como “enigma de Corea” y “no es un combate sino un milagro”.

La diferencia de armamentos entre dos partes beligerantes era 440:1

Según los manuales de combate marino de aquel entonces se necesitaban decenas de aviones y torpederos para atacar a una gran flota de buques de gran envergadura. Pero los coreanos atacaron con cuatro torpederos al crucero pesado y lo hundieron.

¿Dónde estaba el secreto de este milagro?

Al dar la orden de atacar a la flota enemiga el gran Líder compañero Kim Il Sung dijo: Nuestros marineros poseen un arma ideo-política más potente que las armas modernas. Ahora la flota de buques enemigas estará descuidada pensando que nuestra marina ni podía ser su rival. Esto es el punto débil de los enemigos que se vanaglorian de su superioridad. Deben atacarla sorpresivamente lanzando golpes a manera de guerrilla. Así señaló detalladamente hasta el plan de táctica de ataque.

La fuerza ideo-política de los militares coreanos era precisamente el amor ferviente a la patria rescatada por el gran Líder, la firme decisión de que no volverían a sufrir el destino de esclavo colonial, la voluntad férrea de entregar, sin vacilación, hasta su propia vida en salvaguardar la patria, cuna de la auténtica vida y la felicidad, la confianza en la victoria, el valor y coraje que les infundió el gran Líder.

El secreto de esa victoria misteriosa residía en la superioridad ideo-política y táctica de la segunda escuadrilla de torpederos preparados ideológicamente y con métodos de combate enseñados por el Líder.