El estimado compañero Kim Jong Un, aunque está tan ocupado por los asuntos estatales, ve una tras otra las cartas sencillas que le escriben los escolares y niños en las cuales expresan sus deseos y orgullo y deja cariñosos autógrafos.
Él dejó autógrafos de estímulo en la carta de un escolar de menos edad que había hecho buen trabajo para el país y en la carta de un escolar que había expresado su alarde de hermosa escritura, que llegaran a ser escolares todavía más ejemplares y que estudiaran con más entusiasmo en el futuro, haciendo así calurosos votos por sus futuros.
Estos cariñosos autógrafos son cuadros históricos que muestran tan emocionalmente los vínculos consanguíneos entre el gran padre y todos los hijos del país.