Un día primaveral de 1933, una unidad de la guerrilla antijaponesa que había recibido la misión de combate del gran Líder, camarada
En ese momento la unidad recibió el aviso del soldado mensajero de la Comandancia de que el gran Líder había llamado con presteza a unos guerrilleros a la Comandancia.
El gran Líder acogió agradablemente a los guerrilleros que acudieron bañados de sudor y dijo que los había llamado para darles una misión especial, que no tenían que estar tan tensos y que la misión especial era conseguir la caspera y el escarpidor en ese combate.
El gran Líder dijo que, cuando había visitado poco antes el dormitorio de la escuela del Cuerpo Infantil, las muchachas no podían peinarse porque no tenían peine, y les encomendó repetidamente a los guerrilleros que consiguieran sin falta la caspera y el escarpidor en ese combate.
Los guerrilleros que guardaron profundamente el noble amor del gran Líder a las generaciones venideras cumplieron exitosamente la misión especial del gran Líder aún en el combate arduo que decidía la vida o muerte.