Fue el día 31 de diciembre de 1945, último día del año de la liberación.
El vicepresidente del Comité Popular de la Ciudad de Pyongyang, al recibir el aviso de que el Presidente Kim Il Sung le llamaba, apresuró el paso.
El gran Líder lo acogió agradablemente en su despacho y le invitó a sentarse cogiendo calurosamente sus manos.
Con una sonrisa amplia en el rostro, el gran Líder le dijo que el día próximo iba a acoger la fiesta de Año Nuevo por primera vez después de la liberación y que cómo se preparaba para la fiesta en la ciudad de Pyongyang.
Entonces él se dio cuenta de que el gran Líder le llamó por la fiesta de Año Nuevo y le dijo con orgullo.
Al escuchar la respuesta del funcionario de que preparaba bien para la fiesta, estuvo muy satisfecho y le indicó lo siguiente: El pueblo coreano tiene la costumbre de vestirse, comer y divertirse bien en el día del Año Nuevo desde la antigüedad. Pero, en el tiempo pasado, no pudo disfrutarse bien de la fiesta de Año Nuevo debido a la explotación, la expoliación y la opresión colonial crueles de los agresores del imperialismo japonés. Nosotros debemos hacer para que todo el pueblo coreano pueda disfrutarse de manera más divertida y significativa el día de Año Nuevo que se acoge por primera vez en el país liberado.
Sus palabras le dieron una profunda emoción.
A pesar de que estaba muy ocupado por la dirección a la construcción de nueva patria, el amor del gran Líder que cuidaba del pueblo coreano para que se divirtiera a su gusto la fiesta de Año Nuevo en la patria liberada hizo humedecerse los ojos del funcionario.
El gran Líder, cuando miraba la fuera de la ventana, de repente, le preguntó que se podía tocar la campana de Pyongyang de la Puerta Taedong.
Al escuchar la respuesta de que sí se podía tocar, indicó sonar la campana de Pyongyang a las doce de la noche de aquel día, y prosiguió: Durante la dominación japonesa a Corea, esta valiosa campana de Pyongyang no podía hacer sonido y fue encerrada. Como ahora nuestro país es liberado, la campana de Pyongyang puede emitir su sonido original.
Después de unas horas, el sonido de la campana de Pyongyang sonó a lo alto del cielo prometiendo la esperanza al futuro y la felicidad eterna al pueblo coreano liberado.