LA FILOSOFIA JUCHE ES UNA ORIGINAL FILOSOFIA REVOLUCIONARIA

    

Declaraciones a Kulloja, revista teórica del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea

    26 de julio de 1996


    Últimamente entre nuestros sociólogos hay quienes al interpretar la filosofía Juche expresan opiniones erróneas, contrarias a la ideología de nuestro Partido, y se ha presentado el problema de que esas opiniones también se están difundiendo en el exterior.

    La explicación de los principios fundamentales de la filosofía Juche no se ha encaminado a aclarar las leyes propias del movimiento social, sino se ha tratado de interpretarlos desde el punto de vista de las leyes generales del desarrollo del mundo material. Según estoy informado, quienes insisten en esta opinión proceden así para demostrar que la filosofía Juche desarrolló también la dialéctica materialista marxista en un nuevo plano. Al explicar y difundir la filosofía Juche, no tenemos necesidad de tratar de convencer que ella elevó la dialéctica materialista marxista a un nuevo plano de desarrollo. Por supuesto, es cierto que en el caso de esta doctrina nuestro Partido no la trató dogmáticamente, sino la estudió y analizó desde una posición propia y dio nuevas interpretaciones a una serie de problemas. Pese a esto, el desarrollo del materialismo y la dialéctica en cierta medida no constituye lo principal de la filosofía Juche.

    La filosofía Juche es una doctrina original desarrollada y sistematizada con sus propios principios. Su mérito histórico en el progreso de las ideas filosóficas no está en haber desarrollado la dialéctica materialista marxista, sino en haber definido nuevos principios filosóficos centrados en el hombre.

    La filosofía marxista planteó como cuestión fundamental de la filosofía las relaciones entre la materia y la conciencia, el ser y el pensamiento, y sobre la base de esclarecer la primacía de la materia y el ser, demostró que el mundo está constituido por materia y que se transforma y evoluciona por su movimiento. La filosofía Juche planteó como nuevo problema fundamental de la filosofía las relaciones entre el mundo y el hombre y la posición y el papel que tiene este en el mundo, y sobre la base de dilucidar el principio filosófico de que el hombre es dueño de todo y lo decide todo, señala el camino más correcto para forjar su destino. Si la filosofía marxista se planteó como una importante tarea el esclarecimiento de la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento, la filosofía Juche considera como tal la aclaración de las características esenciales del hombre y las leyes propias del movimiento social, del movimiento de los seres humanos. Así pues, la filosofía Juche es una filosofía original cuyas tareas y principios difieren de modo radical de los de la filosofía precedente. Por esta razón, no es correcto comprender que la filosofía Juche desarrolló la dialéctica materialista ni tampoco tratar de demostrar su originalidad y ventaja, refiriéndose de tal o cual manera a la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento explicadas por la filosofía marxista. La filosofía Juche, siendo la doctrina que dilucidó nuevos principios filosóficos, no se puede interpretar en el marco de la anterior, pues de procederse así no solo es imposible demostrar su originalidad, sino que, al contrario, quedará ambigua y su esencia no podrá comprenderse correctamente.

    Al haber aclarado por primera vez en la historia las características esenciales del hombre basadas en fundamentos científicos, la filosofía Juche valora al hombre como el ser superior y más poderoso en el mundo y plantea un nuevo criterio sobre el mundo: este último es dominado y transformado por el hombre.

    El que la filosofía Juche haya planteado una nueva concepción del mundo no significa negar la dialéctico-materialista. La filosofía Juche la tiene como premisa. Su criterio original sobre el mundo de que este es dominado y transformado por el hombre no puede concebirse al margen de la comprensión dialéctico-materialista sobre la esencia del mundo material objetivo y las leyes generales de su movimiento. Si se considera el mundo como una existencia misteriosa tal como pretende el idealismo, no se puede llegar a la conclusión de que el hombre es capaz de dominarlo, y de verlo como algo invariable, tal como lo plantea la metafísica, no es posible llegar a la conclusión de que el hombre puede transformarlo. El criterio original de que el mundo es dominado y transformado por el hombre puede establecerse solo bajo la premisa de reconocer la comprensión dialéctico-materialista sobre el mundo, según la cual este está constituido por materia y se transforma y evoluciona ininterrumpidamente. Aunque la dialéctica materialista marxista tiene una serie de limitaciones e insuficiencias, sus principios fundamentales son ciencia y verdad. Por esta razón, afirmamos que la filosofía Juche toma la concepción dialéctico-materialista sobre el mundo como su premisa.

    Esto no significa que la filosofía Juche ha heredado y desarrollado simplemente la dialéctica materialista. Al margen del conocimiento dialéctico-materialista acerca del mundo material objetivo, es imposible comprenderlo y transformarlo de modo científico, pero basándose solo en el principio del materialismo de que el mundo está formado por materia y el de la dialéctica de que el mundo cambia y evoluciona incesantemente, no se llega a la conclusión de que el hombre ocupa la posición de dueño en el mundo y desempeña el papel determinante en su transformación. Unicamente bajo la condición de aclarar las características esenciales del hombre, que se distingue de modo fundamental de todas las demás materias, pueden dilucidarse justamente la posición y el papel especial del hombre como dueño y transformador del mundo. Solo al dilucidarse por la filosofía Juche, sobre fundamentos científicos, las características esenciales del hombre —un ser social con independencia, espíritu creador y conciencia—, pudo definirse el principio fundamental de que él ocupa en el mundo la posición de dueño y desempeña el papel decisivo en su transformación.

    Partiendo del principio filosófico centrado en el hombre, la filosofía Juche estableció la concepción jucheana de la historia social, el punto de vista jucheano de la historia, gracias a lo cual se superó la limitación de la anterior concepción de la historia social y se registró un cambio radical en el criterio y concepción de esta.

    Al aplicar a la historia social las leyes generales del desarrollo del mundo material, la filosofía marxista estableció una concepción dialéctico-materialista sobre esta, el punto de vista materialista de la historia. Por supuesto, no negamos el mérito histórico del concepto materialista en cuanto a la historia. Este hizo una importante contribución a la lucha contra las concepciones reaccionarias de la historia social, carentes de fundamentos científicos y basadas en el idealismo y la metafísica. Por otra parte, como el hombre vive en el mundo material objetivo y la sociedad está inseparablemente ligada a la naturaleza, es cierto que también en los fenómenos sociales actúan las leyes generales del desarrollo del mundo material. Pero si estas leyes se aplican tal como son a los fenómenos sociales, sin ver que en el movimiento social actúan sus propias leyes, la comprensión de la historia social no puede resultar menos que unilateral.

    El movimiento social cambia y se desarrolla según sus propias leyes.

    Es la acción del hombre que domina y transforma al mundo. El hombre realiza actividades de transformación de la naturaleza para alcanzar su propósito de dominar y transformar el mundo material objetivo. Con la transformación de la naturaleza crea los bienes materiales y las condiciones para su vida material. Esta actividad está encaminada a satisfacer sus necesidades sociales y puede realizarse solo mediante la cooperación social. Los hombres ejecutan las actividades de transformación de la sociedad para mejorar y completar sus relaciones de cooperación social. Son ellos quienes transforman tanto la naturaleza como la sociedad. A la vez que realizan estas actividades, no cesan de transformarse y desarrollarse a sí mismos. En resumidas cuentas, la dominación y transformación del mundo por el hombre se realizan por medio de la transformación de la naturaleza, la sociedad y el ser humano, y su sujeto son las masas populares. Estas crean todas las riquezas materiales y culturales de la sociedad y también desarrollan las relaciones sociales.

    El movimiento social, siendo una actividad que tiene por sujeto a las masas populares, posee sus propias características, diferentes de las de la evolución de la naturaleza. Esta se produce espontáneamente por la interacción de la materia, que existe objetivamente, pero el movimiento social surge y avanza por la acción y el papel que ejerce su sujeto por iniciativas. Por eso, si los principios de la dialéctica materialista, que dilucidan las leyes generales del desarrollo del mundo material, se aplican tal como son a la historia social, no se puede esclarecer correctamente la esencia de la sociedad, ni la legitimidad de su movimiento. La principal limitación de la concepción materialista de la historia radica en que no aclaró con certeza las leyes propias del movimiento social, sino que desarrolló sus principios principalmente según los puntos comunes entre este y la evolución de la naturaleza, que son igualmente materiales.

    La concepción materialista marxista de la historia dividió la sociedad en ser social y conciencia social y en sus relaciones concedió un significado determinante al ser social. También en el caso de la estructura de la sociedad, la dividió en fuerzas productivas y relaciones de producción, en la base y la superestructura, y dio importancia decisiva a la producción material y las relaciones económicas. Esto es una aplicación fiel en la historia social del principio de la dialéctica materialista de que el mundo está integrado por materia y se transforma y evoluciona según las leyes generales del movimiento de esta. El mundo que analizaron los creadores del marxismo al aplicar en la historia social las leyes generales del mundo material, fue uno unificado en el sentido de que no solo la naturaleza sino también el hombre y la sociedad son materias. De ver al hombre como un componente del mundo unido por la materia, sin ver en él un ser social dotado de independencia, espíritu creador y conciencia, y de aplicar en la historia social, tal como son, las leyes generales del movimiento del mundo material, no puede menos que considerarse el movimiento histórico social como un proceso de la historia de la naturaleza.

    Desde luego, también la sociedad cambia y se desarrolla no por la libre voluntad del hombre, sino según determinadas leyes. Sin embargo, la acción de las leyes en la sociedad difiere esencialmente del caso de la naturaleza. En esta las leyes actúan de modo espontáneo, independientemente de las actividades del hombre, pero en la sociedad actúan por medio de las actividades independientes, creadoras y conscientes del hombre. Entre las leyes sociales existen tanto las generales, válidas para todas las sociedades, sin que importen regímenes, como las que actúan solo en determinados regímenes sociales. Como todas las leyes sociales se ejercen por medio de la actividad del hombre, esta acción puede realizarse sin tropiezos, detenerse o restringirse según cómo actúe el hombre.

    La afirmación de que las leyes sociales actúan mediante la actividad del hombre no significa que estas no tengan un carácter objetivo y que en el movimiento social no pueda haber espontaneidad. Cuando se crean ciertas condiciones socio-económicas entran en acción inevitablemente las leyes sociales correspondientes y, por consiguiente, adquieren carácter objetivo al igual que las de la naturaleza. El que en el movimiento social actúe la espontaneidad está relacionado con el hecho de que es relativamente bajo el nivel de desarrollo del espíritu independiente y creador y la conciencia del hombre, y que no está establecido un régimen social en el que se fomenten plenamente estos atributos del hombre. Con el crecimiento del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre y el establecimiento de un sistema social que los ponga en plena acción, la gente actuará ateniéndose más a las exigencias de las leyes objetivas y se reducirá la esfera de su espontaneidad. El progreso de la sociedad es precisamente el desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia de las masas populares, y si se elevan estos atributos y se perfecciona el sistema social según sus demandas, la sociedad logrará avanzar más por las actividades conscientes y bien intencionadas de las masas populares. Esto significa que se aplican en todos los terrenos las leyes propias del movimiento social que cambia y se desarrolla gracias a las acciones conscientes del sujeto y su papel.

    Si bien los creadores del marxismo establecieron la concepción dialéctico-materialista de la historia social aplicando las leyes generales de la evolución del mundo material, tropezaron con muchos problemas que surgían en el movimiento social y a los que no pudieron encontrarles solución con esas leyes. Por eso, con el propósito de evitar la parcialidad de esa concepción presentaron algunas teorías incluyendo la de que la conciencia social reacciona a las condiciones materiales y económicas, aunque surge en reflejo de las mismas, y también la política, si bien se determina por la economía, reacciona a ella. No obstante, la concepción materialista marxista de la historia es, en todo caso, una concepción de la historia social, que considera como lo principal los puntos comunes de la evolución natural y el movimiento social, y con esta doctrina no era posible evitar la limitación que obligaba a considerar la evolución de la sociedad como la de la historia natural.

    En fin, la diferencia esencial de la filosofía Juche y la anterior parte de una comprensión diferente del hombre.

    La filosofía marxista, aunque define la esencia del hombre como la totalidad de las relaciones sociales, no dilucida de manera correcta sus características peculiares como ser social. De ahí que esa doctrina desarrollara los principios del movimiento social adhiriéndose fundamentalmente a las leyes generales de la evolución del mundo material. Las características peculiares del hombre como ente social fueron aclaradas por primera vez y en forma integral por la filosofía Juche.

    Como se refiere en documentos de nuestro Partido, el hombre es un ser social que posee independencia, espíritu creador y conciencia; nadie objeta esto. Sin embargo, algunos sociólogos persisten en su errónea opinión al explicar cómo el hombre se ha convertido en un ser social con esos atributos. Ellos interpretan las características esenciales del hombre como una cuestión de su nivel de desarrollo como ser material e insisten en buscar su origen en la heterogeneidad de componentes de la materia y la complejidad de las estructuras. Esta es, de hecho, una opinión que considera las características esenciales del hombre como producto de su atributo natural y biológico, como resultado de su desarrollo y perfeccionamiento. Cuando se habla del hombre como un ser vivo, es posible compararlo con otros organismos y analizar los componentes biológicos de su cuerpo y las características de las estructuras. Pero el hombre al que se refiere la filosofía Juche no solo tiene un organismo altamente desarrollado, sino también vive y actúa con espíritu independiente y creador y con conciencia, los cuales no puede poseer ningún otro ser vivo. El punto de partida de estos atributos hay que encontrarlo en la peculiaridad que ningún otro organismo puede poseer, y no en el desarrollo de alguna propiedad común de los seres vivientes. El hombre tiene espíritu independiente y creador y conciencia por ser un ente social que vive y actúa formando parte del colectivo social y manteniendo relaciones sociales. Son atributos sociales que se forman y desarrollan en el curso de la historia social en el que las personas actúan en medio de las relaciones sociales. Por supuesto que no se pueden imaginar separados del organismo humano altamente desarrollado. Por tener el hombre tal organismo, puede afirmarse que este es el último producto de la evolución y el ser material más desarrollado. Por más desarrollado que fuera su organismo, el hombre no habría podido convertirse en un ser independiente, creador y consciente si no hubiera vivido y actuado en relaciones sociales formando un colectivo social. Si el hombre no tiene vida física, no puede tener vida socio-política, pero esta no nace de aquella. Del mismo modo, al margen del organismo desarrollado del hombre no se pueden imaginar su espíritu independiente y creador y su conciencia, pero sus características biológicas no le crean atributos sociales. Estos se forman y desarrollan en el curso de su nacimiento y desarrollo como ser social, es decir, únicamente en el curso del desarrollo histórico de sus actividades y relaciones sociales. Afirmar que la historia de la evolución de la sociedad es la del desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre, quiere decir que estos son atributos sociales que se forman y desarrollan a lo largo de la historia social. Así pues, al analizar al hombre desde el punto de vista filosófico se debe partir, en todos los casos, de la premisa de que el hombre es un ser social.

    No obstante, algunos sociólogos sacan a colación los componentes de la materia y sus estructuras, relacionándolos con las características esenciales del hombre y hablan como si ellos constituyeran una parte importante del contenido de la filosofía Juche, lo cual es una expresión de la tendencia a interpretarla ajustándola a la dialéctica materialista marxista, y no pasa de ser un intento de justificar el erróneo método evolucionista de comprender las características esenciales del hombre como el desarrollo y perfeccionamiento de sus atributos biológicos.

    En cuanto a las características esenciales del hombre, es importante tener una clara conciencia del ente social. Los creadores del marxismo, aun presentando el asunto de la esencia del hombre en el marco de las relaciones sociales, emplearon el término ente social solo como un concepto que significa las condiciones materiales de la vida social y las relaciones económicas que existen en forma objetiva y se reflejan en la conciencia social. Por supuesto que del ente social del que hablaron también es integrante el hombre, porque lo consideraron como un componente de las fuerzas productivas, como la totalidad de las relaciones sociales. Así y todo, ellos no utilizaron ese término para determinar las características esenciales del hombre.

    Al formular la filosofía Juche, nosotros lo empleamos en el sentido original que determina las características esenciales del hombre. Según los principios de esta filosofía, el hombre es el único ente social en el mundo. Pese a ello, algunos sociólogos siguen obstinándose en incluir en el ente social las riquezas y las relaciones sociales, diluyendo así la diferencia entre estos factores. Las riquezas y las relaciones sociales las crea y desarrolla el hombre y, por consiguiente, no pueden incluirse en el concepto que define las características propias del hombre. Desde luego, cuando se habla de la filosofía marxista, es posible usar el término ente social en el sentido que le atribuyeron sus creadores. Pero, en lo referente a la filosofía Juche, si se interpreta el concepto de ente social en este sentido, resultaría que sea vaga la comprensión sobre las características esenciales del hombre. Como la filosofía Juche es nueva, con un sistema y contenido propios, no se debe tratar de interpretar sus categorías en el mismo sentido de las convencionales.

    Una razón importante por la que algunos sociólogos cometieron desviaciones en la explicación y la difusión de la filosofía Juche consiste en que ellos no partieron de la exigencia de la práctica revolucionaria al analizar los problemas filosóficos.

    La teoría debe basarse en la práctica y estar a su servicio. La teoría separada de la práctica no puede aclarar la verdad de manera correcta, y no tiene ningún valor.

    También en el análisis de los problemas filosóficos, el gran Líder, camarada Kim Il Sung , siempre partió de la exigencia de la práctica revolucionaria y, en el curso de dar respuestas científicas a los urgentes problemas ideológicos y teóricos que esta presentaba, concibió la filosofía Juche. Nuestro Partido la sistematizó, profundizó y desarrolló integralmente, generalizando las fecundas y profundas experiencias acumuladas en la práctica revolucionaria.

    La práctica revolucionaria es la lucha por la realización de la independencia de las masas populares, y estas son las encargadas de ella, razón por la cual en la búsqueda filosófica es importante desplegar la teoría reflejando con acierto sus exigencias y aspiraciones y generalizando sus experiencias en la lucha, y convertirla en su patrimonio. En la sociedad explotadora, la clase gobernante reaccionaria trata de utilizar la filosofía para defender y justificar su régimen de dominación y de hacer de esta un objeto monopolizado por los filósofos que representan sus intereses, considerando a las masas populares como seres ignorantes que no tienen nada que ver con la filosofía, ni pueden comprenderla.

    Al reflejar las exigencias y las aspiraciones de las masas populares y generalizar sus experiencias de lucha, partiendo del punto de vista y la posición de que ellas son las dueñas de todas las cosas y los entes más inteligentes, nuestro Partido logró formular, profundizar y desarrollar la filosofía Juche y convertirla en su arma para la lucha. He aquí precisamente la razón por la que la filosofía Juche sea una verdad absoluta apropiada a las exigencias y aspiraciones de las masas populares en cuanto a la independencia, y también sea una filosofía popular que estas comprenden con facilidad y toman como arma para su lucha.

    Sin embargo, ciertos sociólogos discuten cuestiones que no tienen casi ningún sentido práctico para indicar el camino de forjar el destino de las masas populares. El objetivo que perseguimos estudiando la filosofía, consiste, en todos los casos, en esclarecer en qué principios y metodología debemos basarnos para desarrollar la sociedad y forjar el destino de las masas populares. El desarrollo de la sociedad se orienta por la política y la filosofía Juche es, precisamente, aquella que le indica el fundamento de principio de la política que lo guía por el camino más correcto. En este sentido, puede afirmarse que la filosofía Juche es la filosofía política.

    Algunos sociólogos argumentan que para divulgar la idea Juche a tenor de la peculiaridad de su difusión hacia el exterior, explicaron su filosofía como el desarrollo de la dialéctica materialista marxista; pero no deben proceder así, sino dar a conocer con claridad que es una nueva filosofía revolucionaria. Es un error que con el pretexto de la peculiaridad de la divulgación al exterior la expliquen adaptándola a la filosofía anterior o la interpreten como si pertenecieran a la filosofía Juche asuntos no concordantes con su principio fundamental. Por añadidura, en el plano de la divulgación hacia el exterior, no hay por qué sacar a colación esas cuestiones carentes de sentido político y de significación teórica y práctica, pasando por alto la exigencia real de dar claras respuestas, ateniéndose al principio fundamental de la filosofía Juche, a muchos y urgentes problemas teóricos y prácticos que se presentan a escala internacional. En la difusión de la idea Juche hacia el exterior, hay que explicar de manera correcta y haciendo referencia a los problemas reales, el hecho de que la filosofía Juche es totalmente original, nueva y revolucionaria. Hay que procurar que no surjan desviaciones tanto en la divulgación hacia el exterior como en la investigación, el estudio y la enseñanza de la filosofía Juche.

    Esta es la filosofía revolucionaria, la filosofía política de nuestro Partido, que aclara el fundamento filosófico de su ideología rectora, la idea Juche, y los principios fundamentales de la revolución. Cómo la traten no es un mero problema relativo a la teoría filosófica, sino un problema vinculado con el criterio y la posición hacia la ideología del Partido. Se procurará que asimilen como verdad absoluta la ideología del Partido, la defiendan con firmeza y la conviertan en convicción revolucionaria para comprender, interpretar y divulgar la filosofía Juche de manera correcta.

    Debemos sentir un alto orgullo y dignidad por tener una gran filosofía política como la Juche y, estudiando con profundidad sus principios, aplicarlos al pie de la letra en las actividades prácticas para la revolución y la construcción. Y tenemos que analizar y juzgar todos los fenómenos de la sociedad en estricta adhesión a los principios de la filosofía Juche y aglutinar con firmeza a las masas populares en torno al Partido y elevar el papel del sujeto según las exigencias de ella, impulsando así con fuerza el proceso revolucionario y constructivo.

    Aunque sea la filosofía Juche la que nuestros científicos y el resto del pueblo deben estudiar, aprender y seguir, también han de conocer la anterior ideología filosófica marxista-leninista. Sobre todo, los sociólogos tienen que conocerla con claridad. En el estudio de la filosofía anterior es importante evaluar de manera correcta sus aspectos progresistas y positivos y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias. Solo de conocer con claridad las limitaciones de la época e insuficiencias ideológicas y teóricas de la filosofía anterior, junto con sus méritos, es posible evitar el dogmatismo al tratarla y comprender con profundidad la originalidad y superioridad de la filosofía Juche. Sobre la base del estudio y la asimilación de esta y a la luz de sus principios, los sociólogos deben prestar una profunda atención a conocer claramente los méritos de la filosofía anterior y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias.

    Por otra parte, han de defenderse estrictamente de toda clase de tendencias filosóficas extrañas, contrarias a la filosofía Juche, y asegurar de lleno la pureza de esta. Se trata de la filosofía más ventajosa y vital, que ha reflejado la exigencia de la práctica revolucionaria y cuya verdad y justeza esta ha demostrado. Hoy, en el escenario internacional se incrementa más el interés por la filosofía Juche y se amplían las filas de sus adeptos, lo cual es una prueba elocuente de que es una filosofía que da las respuestas más correctas a la práctica revolucionaria. Nuestros sociólogos, firmemente convencidos de la cientificidad, verdad, originalidad y superioridad de la filosofía Juche, y con esta como guía, deben analizar y juzgar todas las demás teorías filosóficas y así prevenir la infiltración en ella de las corrientes filosóficas extrañas, incluso las más pequeñas.

    Al estudiar y divulgar con amplitud y profundidad la filosofía Juche, de acuerdo con el propósito del Partido, todos los sociólogos deben resaltar su grandeza y aumentar su fuerza de atracción.