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Kim Jong Suk, gran madre de la revolución quien hizo suceder la firme estirpe de la causa revolucionaria del Juche

    Una de las relevantes proezas acumuladas por la heroína de lucha antijaponesa Kim Jong Suk en toda su vida es que formó a su hijo como excelente sucesor de llevar a feliz término la causa revolucionaria del Juche iniciada por Kim Il Sung.

    En una ocasión, éste dijo:

    “Lo único que pudiera considerarse como herencia que Kim Jong Suk nos dejara a nosotros, es que había criado a Kim Jong Il como el dirigente del futuro y lo presentó ante el partido y la patria.

    Ustedes dicen que yo lo formé como mi sucesor, pero, en realidad, Kim Jong Suk asentó los cimientos. Esto es precisamente el mayor mérito que ella realizó ante la revolución.”

    El 16 de febrero de 1942, ella dio la vida al hijo de la nación, estrella-luz del Paektu, en el campamento secreto del monte Paektu.

    En junio de 1942, Kim Il Sung que vino a ese campamento secreto abrazó al hijo y dijo que debíamos formar bien a los descendientes para que continuaran la estirpe de la revolución y nuestro propósito era que ellos mantuvieran generación tras generación la bandera roja de la revolución alzada en el monte Paektu.

    Ella dedicó todos los esfuerzos y devoción que tenía a su alcance para criar al hijo no como “mi hijo” sino “hijo del líder”, “hijo de la revolución” e “hijo de la patria y el pueblo” al combinar el amor maternal con la abnegación y la responsabilidad al líder y su obra.

    Aquellos días no fueron favorables ni pacíficos sino un tiempo severo en que tronaban disparos y cañonazos de la lucha antijaponesa y el período difícil para construir una nueva Corea democrática sobre las ruinas.

    A lo largo de esta trayectoria dedicó toda su alma a criar a su hijo como sol del futuro.

    La madre Kim Jong Suk se esforzó, ante todo, para que su hijo enalteciera con toda fidelidad a Kim Il Sung.

    La lealtad al líder constituye el primer índice para su heredero y el núcleo de su rasgo ideo-espiritual.

    Solía decir a su hijo: Crecido rápido debes enaltecer bien al padre y en fiel acato a su magno propósito, ser un excelente hombre que se consagra en bien de la patria y el pueblo.

    Así le inculcaba en lo hondo de su corazón la lealtad al gran líder.

    Con el fin de inculcarle el espíritu de confiar y seguir sólo al General Kim Il Sung no como padre de una familia sino como gran líder de todo el pueblo, le indicaba con frecuencia: Cuando el Presidente esté sano, la patria se enriquece y el pueblo puede gozar de una vida rica; todos nosotros debemos cumplir con nuestro deber como soldados del Presidente.

    Sus palabras se materializaron tal como en la vida de Kim Jong Il.

    He aquí unas frases de la carta que él dirigió al padre líder estando apartado lejos en el período de la pasada guerra coreana:

    ... Le ruego encarecidamente, querido papá, que tenga siempre presente que usted no se pertenece a sí mismo sino a todo el pueblo coreano porque es su líder.

    ...Que usted disfrute de buena salud, esté fuera del alcance de los bombardeos enemigos y que siempre se encuentre seguro, constituye una gran dicha para todo el pueblo coreano y para nosotros.

    Kim Jong Suk hizo al hijo acompañar al Presidente en visitas sobre el terreno para que aprendiera nobles rasgos del padre quien consagrara todo lo suyo en bien del pueblo.

    Asimismo, mostró su propio ejemplo para que el hijo enalteciera con fidelidad al padre.

    Sin hacer caso de caer la lluvia y la nieve, ella salía afuera para despedir y acoger al Presidente y por la noche patrullaba sin falta los alrededores de la residencia. Cuando el hijo se despertó del sueño para preguntarle a la madre de dónde venía, tomándole la mano fría, ella decía: Soy escolta de tu padre.

    Kim Jong Il se despertaba siempre temprano por la mañana para acompañar en el diario al padre quien le dio preciosas instrucciones y cuando el padre conciliaba el sueño hacía volar con el palo las aves que gorjeaban a la intemperie.

    A lo largo de tales días y meses, Kim Jong Il guardó en lo hondo del corazón la lealtad al Presidente en acato al noble propósito de Kim Jong Suk y mantuvo el gran propósito de llevar a feliz término la causa revolucionaria iniciada por Kim Il Sung en el monte Paektu.

    Ella también lo formó a Kim Jong Il como gran hombre que poseyera los conocimientos civiles y militares.

    Desde su infancia poseía la inteligencia especial, la fuerza de pensamiento, el firme coraje, la magnanimidad y el extraordinario espíritu de investigación.

    Kim Jong Suk apreció mucho su temperamento y rasgos geniales y dedicó toda su alma para destacarlos.

    También le prestó gran atención a poseer tanto los sabios conocimientos naturales y sociales como la alta preparación cultural y sentimental.

    Un día primaveral de 1948, Kim Jong Suk recibió de él una pregunta por qué el hombre es más precioso en el mundo y señaló: El hombre es el único ente que sabe la razón por la que cambian y progresan la naturaleza y la sociedad y las transforma a favor de su vida. Hace con su propia fuerza todo lo necesario para el alimento, la ropa y la vivienda. Ara el sembrado y convierte el arrozal para producir cereales; fabrica el tren, el camión, el avión y el tanque; hace la tela, el calzado, la vasija y otros. Derroca con su propia cuenta la sociedad mala donde existen la explotación y opresión del hombre por el hombre y levanta una nueva sociedad donde todos viven igualmente. Lo más fuerte y precioso en el mundo es el pueblo trabajador como obreros y campesinos. Sobre todo, nuestro pueblo es más excelente.

    Se han cultivado gracias a la cálida devoción y los grandes esfuerzos de Kim Jong Suk la extraordinaria perspicacia y la capacidad de análisis con que el Dirigente Kim Jong Il sabe al dedillo de una vez la esencia de todos los casos y acontecimientos sucedidos en el globo terráqueo y conduce a la victoria la revolución coreana aún en la situación tan complicada y cambiante del siglo actual.

    Ella le enseñaba las canciones y el método de leer la partitura tocando el órgano y se esforzaba para que él considerara las canciones como poderosa herramienta de la revolución.

    La habilidad y el talento artísticos de Kim Jong Il quien hoy disfruta de elogio como “genio del arte” y “maestro de la literatura y arte modernos” entre el pueblo coreano y los demás del mundo están llenos del cuidadoso y entusiasta desvelo de Kim Jong Suk.

    Ella apreciaba los rasgos innatos del hijo quien, desde su infancia, era extraordinariamente firme, audaz y generoso y le prestó ingentes esfuerzos a sublimarlos como temperamento del genial comandante y el general.

    Con miras a cultivarle la inteligencia y el talento del genial comandante, ella le contaba fácilmente a Kim Jong Il acerca de la táctica de aparecer y desaparecer de forma misteriosa de Kim Il Sung y la importancia de la habilidad y el arte de mando militar de los comandantes en el combate, y le aprendió el método de disparar y cabalgar aprobando la exigencia de montar solo.

    De hecho, ella era gran madre de la revolución y generosa maestra que formó al hijo como hombre de gran talento y destacado genial comandante con los conocimientos civiles y militares.

    Kim Jong Suk lo formó como combatiente que ama ardientemente al país, la nación y el pueblo.

    En toda su vida diamantina, hizo que él poseyera el infinito amor a la patria, el pueblo y la nación heredando la idea de Iminwichon (considerar al pueblo como el cielo) de Kim Il Sung.

    Un día de la última década de noviembre de 1945, ella llegó a Sonbong y fue junto con el hijo a la costa del mar donde él le preguntó si aquella no era la gaviota. Ella afirmó y dijo que la gaviota no podía sobrevivir aparte del mar.

    El hijo repreguntó por qué no. La madre sublimó la causa hacia el noble sentimiento ideológico, hacia el amor a la patria y añadió:

    La gaviota no vive sin mar. Es porque el mar es su cuna. Es como madre que la abraza y sustenta. Por eso, la gaviota no sobrevive sin mar ni lo abandona. Si el mar es madre para la gaviota, la patria sirve de madre para nuestro pueblo.

    Como aquella gaviota no puede sobrevivir fuera del mar nosotros tampoco podemos vivir separados de la patria. El padre luchó en el monte Paektu contra los japoneses, lo cual fue para rescatar la preciosa patria a nuestro pueblo.

    De veras, fueron palabras de profunda significación que hizo que Kim Jong Il, quien crecía no en una cuna serena sino en medio de toda clase de vicisitudes por haber perdido la patria valiosa, se diera cuenta de lo precioso de la patria y concibiera como firme convicción y voluntad el ferviente amor a la patria.

    Era a principios de invierno de 1946. Ella pasó junto con el hijo por un poblado rural en la afuera donde trillaba las soyas con el mayal para ayudar a una familia que faltaban las manos de obra y le hizo también trabajar.

    Poco después, ella le limpió el sudor de la frente al hijo y expresó:

    Así el trabajo cuesta mucho aunque hicimos un momento, pues cuán difícil y duro será el trabajo para los campesinos que laboran durante toda su vida. Crezcas rápido y ayuda al Presidente para liberar del trabajo duro a los campesinos al convertir en campo mejor donde hacen todas las faenas agrícolas como la arada, la siembra y la desyerba con la ayuda de las máquinas y los productos agroquímicos.

    La madre se compenetraba junto con el hijo con los obreros y campesinos visitando fábricas, aldeas agrícolas, pesqueras y de taladores en cuyo curso le cultivó nobles rasgos de auténtico dirigente del pueblo que supiera a amar el país y el pueblo trabajador, compartir la alegría y desgracia y consagrarse en bien del pueblo.

    Asimismo, Kim Jong Suk preparó al hijo como hombre justiciero y entusiasta y personificación de virtudes.

    Prestó minuciosa atención a educar al hijo con el espíritu y rasgos de no transigir en lo más mínimo con la ilegalidad opuesta al interés del pueblo al distinguir la justicia de la injusticia en las relaciones con los compañeros y otros.

    Siempre aconsejó al hijo:

    Para la gente es malo codiciar los artículos o el dinero, pero es bueno estar ávida de trabajar. Sólo así, puede hacer mucho más cosas en bien de otros. Una vez empezado el trabajo, debe cumplirlo hasta el fin con el entusiasmo vigoroso y ardiente pasión.

    Y para el hijo que siempre deseaba favorecer a otros dejaba una porción de sus compañeros y le ayudaba para que hiciera mucho más cosas en bien de los compañeros y otros. Instruyó una por una la verdad de la vida de que la gente siente más la alegría y felicidad cuando se abniega no para sí misma sino para los ajenos.

    En este proceso le atendió para que la abnegación de su hijo se sublimara en el amor y el espíritu de servicio para la colectividad y la sociedad, el país y el pueblo.

    Un día, tuvo lugar la competencia de bicicleta en el jardín infantil. Kim Jong Il corría a la cabeza de otros, cuando vio caer de lado otro compañero junto con la bicicleta. Entonces, le ayudó a sentarse sobre la bicicleta y volvió a correr. Lamentablemente consiguió segunda categoría.

    Pero, la madre Kim Jong Suk, le abrazó al hijo, afirmando: Puesto que le ayudó al compañero es más magnífico que conquistó el primer lugar. ¡Bien hecho!

    Ella educó al hijo poseer los rasgos populares al formarlo en medio de una vida infinitamente modesta y sencilla.

    Hubo hasta una mujer vecina que habló a Kim Jong Suk que parecía que lo criaba demasiado serio al hijo pequeño en medio de la vida tan modesta y trabajosa.

    Entonces, ella se quedó pensativa un buen rato y expresó: Mi hijo nació en el monte Paektu. Lo llevé sobre mi mochila envolviéndolo en mi uniforme de guerrilla. Puesto que dio primeros pasos apoyado en mi fusil y creció alimentando las hierbas comestibles montañosas y aguas del monte Paektu, deseo formarlo como hijo digno del monte Paektu.

    Gracias al amor insondable y los esfuerzos abnegados dedicados por la heroína de lucha antijaponesa Kim Jong Suk, el Dirigente Kim Jong Il goza de elogio como sol del siglo 21 y el pueblo coreano disfruta generación tras generación de la fortuna con el líder, con el general.

    Brillarán siempre junto con la historia los méritos especiales de Kim Jong Suk, gran madre de la revolución que hizo suceder con seguridad la estirpe de la causa revolucionaria del Juche.