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Priorización de la superación ideológica

    El principio de conceder la atención primordial a la ideología según la idea Juche tiene dos sentidos: priorizar la superación ideológica y la labor política.

    Estas son tareas de atenerse principalmente a la ideología.

    La priorización de la superación ideológica reside en hacer del hombre un ser poderoso con la conciencia ideológica y la de la labor política, en transformar la naturaleza y la sociedad mediante la elevación de su papel.

    Originalmente la transformación significa reformar al hombre o la cosa. Así que la superación ideológica es una labor de transformar la ideología. Es decir, la labor que procura la transformación radical en el campo de la conciencia ideológica por medio de redimir a las gentes de los rezagos de viejas ideas e infundir en ellas nuevas ideas independientes.

    ¿Por qué es necesario anteponer la superación ideológica?

    Primero, porque es el asunto importante que se presenta con prioridad para el desarrollo social.

    Para desarrollar la sociedad es imprescindible, además de desarrollar las fuerzas productivas y cambiar las relaciones sociales, hacer de los hombres en seres de multifacética preparación. Pero lo más importante es la labor de transformar a los hombres que son dueños de la sociedad.

    La sociedad es la colectividad que se forma de los hombres y se mantiene y se desarrolla gracias a sus actividades. No puede haber una sociedad aparte del hombre ni tampoco puede pensar en el desarrollo de la sociedad sin transformar al hombre. Por eso, para su desarrollo es preciso cambiar a los hombres.

    Para hacer de las gentes seres integralmente desarrollados hay que dotarlas de ideologías independientes, instruirles en los últimos logros de las ciencias y las tecnologías y elevar su nivel cultural.

    Sin embargo, la cuestión de capital importancia es dotar a las gentes de la conciencia ideológica independiente, es decir, transformar su ideología. Porque la ideología determina los valores y las cualidades del hombre.

    Por supuesto, para el hombre, ente social, es importante tener conocimientos en tanto que lo es el cuerpo sano. Pero aquellos serán útiles sólo cuando el hombre de ideas avanzadas los posea.

    Por muy profundos que sean el conocimiento de la ciencia médica y la experiencia de la medicina clínica del médico que no sabe amar al hombre ni tiene el espíritu de servir al pueblo no valen. Por eso, la ideología es fundamental para el hombre. Y transformarla se presenta como un asunto muy importante. He aquí una razón importante que debe priorizar la superación ideológica.

    Otra razón de priorizarla en la revolución y la construcción radica en que es la tarea más difícil que la de mejorar las condiciones de la vida material de los hombres o la de elevar su nivel cultural-técnico.

    La conciencia ideológica de los hombres se restringe por la situación económico-social y las condiciones de vida materiales, pero no se supera espontánea, como quien dice, por mejorar éstas.

    Los rezagos de viejas ideas son muy conservadores y persistentes. Estos se caracterizan por arraigarse durante mucho tiempo a pesar de que la base económico-social que los genera se desvanece. Los rezagos de las caducas ideas son muy persistentes como la hierba que crece por la hendija del asfalto.

    Ciertas personas de excelentes procendencias sociales lucharon contra la explotación y la opresión, pero hechos dueños del estado y la sociedad se van corrompiéndose sólo persiguiendo sus comodidades sin pensar en la revolución.

    Esto demuestra que la ideología no se supera por sí sola aunque las condiciones materiales de la vida social van cambiando ni es una cosa fácil de erradicar las ideas caducas.

    La superación ideológica, además, no salta bien a la vista a diferencia del trabajo para transformar las condiciones materiales de la vida social.

    Por ejemplo, el resultado del trabajo físico se nota en seguida. Pero la ideología no se nota directamente a la vista ni se calcula como se ha cambiado. No son iguales los niveles de desarrollo de la conciencia ideológica en los hombres cuyas ideas son diversas.

    Para saber que tipo de ideas tiene un hombre no hay otro remedio que recurrir a su comportamiento. Por lo tanto, la superación ideológica es más difícil, complicada y duradera que la labor de mejorar las condiciones de la vida material y elevar su nivel cultural y técnico.

    Por eso, con el fin de encauzar la revolución y la construcción hay que acelerarlas con entusiasmo y paciencia dando prioridad a la labor de la superación ideológica.

    Otra razón de priorizar la superación ideológica en la revolución y la construcción reside en que es una revolución seria.

    Esto es una labor que hace erradicar los rezagos de las ideologías de viejas sociedades y pertrechar a los hombres con la nueva ideología avanzada. Es decir, es una lucha entre lo viejo y lo nuevo en el campo de la ideología. Así la superación ideológica constituye una revolución. Por eso, para la revolución ideológica hace falta priorizar la superación ideológica.

    Pero, la revolución ideológica es diferente de la revolución social contra la clase explotadora. No es la revolución cuyo objeto no es el hombre tal como lo es en la lucha revolucionaria contra la clase explotadora reaccionaria, sino una lucha por redimir a las gentes de los rezagos de viejas ideologías. Por lo tanto, viene a ser una de las formas principales de la lucha de clases en la sociedad socialista excenta de clases explotadoras.

    Hay un problema del que no se debe hacer vista gorda.

    Es la penetración de las ideas y culturas imperialistas.

    Una vez, un politiquero burgués había enumerado con orgullo los "trabajos" que hicieron los dirigentes occidentales por el desmorronamiento de la Unión Soviética. Se contó, entre otros, la transmisión por radio sobre la "libertad" y la "prosperidad" del Occidente.

    Eso da prueba de cuan tenaces fueron las maniobras imperialistas encaminadas a paralizar la sana conciencia ideológica de las masas populares y de la necesidad de fortalecer la superación ideológica para prevenir la penetración de las ideas y culturas imperialistas.

    ¿Cómo impulsar la transformación ideológica?

    Para la superación ideológica hay que fomentar las ideas revolucionarias, clasistas, socialistas, patrióticas y morales. Pero, una cuestión importante en la educación ideológica es establecer el concepto revolucionario del mundo: concepto revolucionario.

    El Secretario General Kim Jong Il dijo:

    "La cuestión cardinal en la superación ideológica es establecer el concepto revolucionario del mundo, el concepto de la revolución."

    El concepto de la revolución es, en una palabra, la concepción, el punto de vista y la actitud en cuanto a la lucha revolucionaria por la independencia de las masas populares. La superación ideológica se reduce finalmente a la cuestión de infundir en ellas la correcta concepción de la revolución.

    Sólo teniendo una correcta concepción revolucionaria es posible analizar y juzgar todo problema a partir de las masas populares y luchar por sus interese. Además, sólo el hombre con la correcta concepción revolucionaria puede luchar con valor por la libertad y la emancipación de los pueblos sin vacilar en cualesquier adversidades.

    La concepción Juche de la revolución se traduce en el punto de vista y la actitud de considerar la revolución a partir de las masas populares y con el espíritu revolucionario de luchar resueltamente en su favor. Es por eso que esta concepción les da la alta conciencia de que son dueñas de la revolución y la confianza en la victoria.

    Lo más importante en la concepción Juche de la revolución es la fidelidad al líder.

    La fidelidad al líder constituye el núcleo de la concepción Juche de la revolución. Ya conocemos la posición y el papel del líder en la lucha por la independencia de las masas populares. Lo que constituye el núcleo en ella es precisamente porque está relacionada con la posición y el papel del líder en la lucha revolucionaria.

    La causa revolucionaria por la independencia de las masas populares se inicia y se lleva a cabo victoriosamente por el líder. Por eso es imprescindible contar, fielmente, con su dirección.

    Si es o no un auténtico revolucionario, convicto en la concepción revolucionaria, se sabe por la fidelidad al líder. Sin ser fiel al líder es vano hablar de la fidelidad a la revolución. La fidelidad al líder constituye la piedra de toque que determina si es un genuino revolucionario o no, el núcleo de la concepción Juche de la revolución.

    Con objeto de tener dicha concepción es necesario nutrirse al máximo de las ideas y teorías revolucionarias; poseer el elevado espíritu de abnegación dispuesto a consagrarlo todo en aras del partido y el líder, de la patria y el pueblo; un implacable odio y aborrecimiento a los enemigos de la revolución; un indomable espíritu revolucionario de luchar sin tregua y resueltamente conservando la entereza revolucionaria y sin vacilar en lo más mínimo, en cualquier situación difícil; el espíritu revolucionario de contar con sus propias fuerzas, o sea, el de superar valerosamente las dificultades u obstaculos que bloquean el avance y resolver todos los problemas valiéndose de los propios recursos, además de un sólido sentido de organización y de disciplina; estimar mucho la organización revolucionaria y observar a conciencia su disciplina. Sólo quien posea esta correcta concepción Juche de la revolución podrá ser un revolucionario auténtico.

    ¿Qué hacer para ser un revolucionario auténtico con la correcta concepción de la revolución?

    Hay que cultivarse constantemente y de manera revolucionaria. Teniendo al padre revolucionario el hijo no se hace revolucionario por sí sólo y siendo viejo revolucionario no lo sigue siendo.

    ¿Qué hacer para cultivarse de manera revolucionaria?

    Primero, hay que aplicarse al estudio revolucionario.

    Sólo mediante el estudio se puede conocer la verdad de la revolución y las ideas y teorías revolucionarias. Por esta razón, para ser un revolucionario tiene que considerar el estudio como su primer deber y aprender aplicadamente a diario.

    Asimismo tiene que seguir aplicándose al estudio toda la vida.

    Hay un dicho: el hombre aprende mientras vive. Es porque las situaciones cambian y se desarrollan continuamente. Por eso, para hacerse un revolucionario hay que aprender, aprender y aprender.

    Además es importante tomar parte activa en la organización revolucionaria.

    Sin ésta es imposible seguir la lucha revolucionaria. La fuerza popular es la de la unidad que puede manifestarse sólo cuando ellas se unan en torno a la organización revolucionaria. Por lo tanto, los revolucionarios militan ciertas organizaciones revolucionarias.

    La organización revolucionaria, arma de la lucha revolucionaria, es una escuela para la forja revolucionaria que forma a las gentes como revolucionarios. Mientras pertenecen a la organización revolucionaria aprende las ideas y teorías revolucionarias y mientras cumplen con los encargos de la organización se cultivan. Por eso, la vida orgánica es el crisol de la forja ideológica.

    Fuera de ella el hombre no puede tener la concepción Juche de la revolución ni conservar su vida política.

    Para hacerse revolucionarios pertrechados con una correcta concepción de la revolución deben forjarse en el curso de la práctica revolucionaria.

    La flor del invernáculo no resiste al viento, pero la del llano vence hasta el hurracán.

    Lo mismo sucede en el hombre. Es la lucha revolucionaria donde el hombre se forja en lo ideológico y volitivo y adquiere los rasgos y las cualidades que le corresponde venciendo duras penalidades.

    En el proceso de la práctica revolucionaria los hombres toman una elevada conciencia como protagonistas de la revolución, llegan a disponerse a luchar hasta el fin contra los enemigos de la revolución y asimilar el método de la revolución. Es por eso que la práctica revolucionaria reviste una importancia para hacerse revolucionarios con la concepción justa de la revolución.

    El principio de priorizar la superación ideológica es la guía más correcta que permite formar a las gentes como seres independientes y creadores, revolucionarios que se dedican toda la vida en bien de la nación y el pueblo.