Cierta vez un periodista extranjero visitó la Casa de Maternidad de Pyongyang, ocasión en que preguntó a una enfermera si había pensado una vez en el sentido de llantos de bebés.
A la muchacha que no sabía qué decir ante tal incógnita inesperada, el interrogante, moviendo la cabeza a modo positivo, dijo que le parecía que los bebés nacidos en la RPD de Corea preguntaban cuántos beneficios gozarían ellos.
Prosiguió que había recorrido varios lugares de la RPDC donde el pueblo es el dueño del país, que presenciado con sus ojos propios cuán grandes solicitudes gozan los habitantes durante toda la vida y expresó su envidia a la vida dichosa de los coreanos.