Charla con el primer vicepresidente del Movimiento al Socialismo de Venezuela
7 de septiembre de 1981
Estoy contento de encontrarme con usted, ilustre personalidad política de Venezuela.
Agradezco mucho su visita a nuestro país y, sobre todo, su activa participación en el Simposio de los Países No Alineados y Otros en Vías de
Desarrollo sobre el Incremento de la Producción Alimentaria y Agrícola.
También le expreso mi reconocimiento por las inapreciables palabras de estímulo que hoy ha prodigado a nuestro Partido y nuestro pueblo.
Al mismo tiempo, extiendo mi reconocimiento al Movimiento al Socialismo de Venezuela por su dinámico apoyo y respaldo a la causa de nuestro pueblo por la reunificación de la Patria y, en especial, a usted, por sus ingentes activida
des en este sentido.
Acaba usted de referirse a la política exterior y a los lineamientos revolucionarios del Movimiento al Socialismo de Venezuela; apoyamos ambos plenamente.
Considero que la posición de nuestro Partido y la de su Movimiento coinciden por completo en la soberanía que mantienen. Defender la independencia en las activida
des partidistas y estatales representa la política más acertada de acuerdo con los requerimientos de la época actual.
Hemos aprendido,
desde luego, teorías y métodos de la lucha de los antecesores revolucionarios, como Marx y Lenin. Mas, no podemos seguir aplicándolos por siempre, de manera dogmática. Con el decursar del tiempo se transforman el carácter de la época, las circunstancias sociales y el blanco de la revolución. Como este cambia, habrán de variar también el carácter de la revolución y sus teorías y métodos.
Marx pronosticó que la revolución se produciría de forma sucesiva en los países capitalistas
desarrollados y de ese modo alcanzaría el triunfo a escala mundial. Y creyó que si la revolución se
desencadenaba en esos países, el movimiento de liberación nacional en las colonias vencería por sí solo. Sin embargo, la historia no ha avanzado como él predijo. Como muestra esta, la revolución no se
desencadenó de modo continuo en los países capitalistas
desarrollados, sino que estalló primero en naciones atrasadas.
El mérito de Lenin está en haber logrado que la revolución triunfara en un país capitalista atrasado como lo era Rusia. La revolución rusa, llevada a cabo bajo su dirección, hizo un gran aporte al
desarrollo de la revolución mundial. Su victoria inspiró a las naciones oprimidas y a los pueblos de los países atrasados del mundo la convicción de que si libraban la lucha revolucionaria, podían salir victoriosos.
Pero los hechos históricos nos enseñan que la revolución no vence solo por el método de Lenin. Es imposible que todos los países la lleven a cabo únicamente con el aplicado por él en sus activida
des revolucionarias. La revolución no se exporta ni se importa. Todos los problemas que surjan en la lucha revolucionaria hay que resolverlos apoyándose en las fuerzas del propio pueblo y conforme a las realida
des del país. Estamos en la época de la independencia.
Después de la Segunda Guerra Mundial muchos países lograron la independencia. Pasó la época en que naciones como Francia, Inglaterra, España, Portugal y Holanda poseían numerosas colonias y dominaban varios continentes del orbe. Ya son libres la mayoría de los países que estaban sometidos en el pasado al yugo colonial. Solo un contado número de ellos en el África Austral y en algunas otras regiones no ha logrado conquistar aún la independencia nacional.
El problema más importante que enfrentan hoy los pueblos que han conseguido la independencia nacional es el de cómo consolidar la independencia política y mantener la soberanía.
La independencia es la vida del país, de la nación. Todo país posee el derecho a su soberanía
desde el mismo día en que comenzó a existir como tal. Quien no lo tiene no puede considerarse independiente en el verdadero sentido de la palabra.
Entre los países pueden haber diferencias en cuanto a la extensión territorial y al número de habitantes, pero no debe existir ninguna diferencia de rango. De ninguna manera pueden regir relaciones de sumisión, de inferiores y superiores.
Lo mismo puede decirse de las relaciones entre los partidos. Como ha expresado usted, entre los partidos no deben existir relaciones similares a las que rigen entre los padres e hijos, los abuelos y nietos, y los hermanos mayores y menores. Consideramos muy justo su argumento de que los partidos deben respetar el principio de soberanía. Coincide plenamente con el de nuestro Partido, que sostiene en todo momento que todos los países y los partidos deben mantener la independencia.
Todo país debe construir una economía nacional autosuficiente para consolidar la independencia política y mantener la soberanía. Lograr tal economía significa afianzar la autosuficiencia en el terreno económico, erigiendo una economía que se amolde a la realidad de cada país, apoyándose en los esfuerzos de su respectivo pueblo.
La autosuficiencia económica es la base material de la independencia política y la soberanía. Un país que no se autoabastezca en el terreno económico, no puede eludir la dependencia de otros en el plano político ni evadir su posición
desigual con respecto a otras naciones. Solo la autosuficiencia económica puede consolidar la independencia política, mantener la soberanía y lograr un libre
desarrollo nacional.
Si los países que han obtenido la independencia política no edifican una economía nacional autosuficiente y dependen de otros económica¬mente, esto significa de hecho su sometimiento a aquéllos y no se podrá afirmar que hayan conquistado la auténtica independencia. Aun en el caso de naciones que construyen el socialismo, si se subordinan a otras en el plano económico, sería como si perdiesen la independencia política, por muy avanzado que se encuentre su régimen social y por muy alto que enarbolen la consigna antimperialista.
Al luchar contra el imperialismo, los pueblos persiguen el objetivo de conquistar la independencia política de sus países y así garantizar su soberanía. Pero si
después de liberados de la dominación colonial imperialista no logran autoabastecerse y vuelven a someterse al extranjero en el terreno económico, carecerá de sentido el haber conquistado la independencia política, porque, a fin de cuentas, ello no representará más que la sustitución de una forma de dependencia por otra. Si un país pierde su independencia y consecuentemente deja de ejercer su soberanía, no puede llamarse en absoluto país soberano e independiente.
Nosotros sostenemos que los hombres, al igual que los países, deben mantener la independencia.
En nuestro país tenemos una canción que interpretamos
desde el período inicial de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa. Incluso en la actualidad los jóvenes gustan de entonarla. Una de sus estrofas dice así: Todos los hombres nacen con el derecho a ser libres. Sin la libertad, la vida es como la muerte; antes prescindiremos de la vida que de la libertad.
El hombre necesita vivir libre sin supeditarse a nada. Llamamos independencia a este atributo del hombre de vivir libre como dueño del mundo.
Además de él el hombre posee la facultad creadora. O sea, que tiene la capacidad creativa para transformar la naturaleza y la sociedad de acuerdo a su voluntad y necesidad.
La independencia y la facultad creadora son atributos esenciales del hombre. Por poseerlos él es dueño de todo, es el factor que lo determina todo.
Estas dos cualida
des están estrechamente vinculadas y se revelan de manera conjunta. Solo quien mantiene la independencia puede ostentar la facultad creadora, y viceversa. El que carece del primero no puede
desplegar la segunda, y si no la pone de manifiesto, tampoco puede garantizar su soberanía.
Aunque la independencia y la creatividad son atributos esenciales del hombre, no son innatos. En nuestro país nos esforzamos por fomentarlas en las personas
desde su más tierna edad. Lo hacemos en un proceso sistemático, a partir de la niñez y la adolescencia hasta la madurez.
Al presenciar la realidad de nuestro país, visitantes de naciones del Tercer Mundo, de Asia, África y América Latina, nos preguntan de dónde emana esta gran fuerza. Pues proviene de que todo el pueblo, con elevada conciencia de ser dueño del país, trabaja dando pruebas de su independen¬cia y creatividad. Las energías de las masas populares son inagotables. Por eso es muy importante resolver todos los problemas confiando y apoyándose en ellas.
La idea Juche es una filosofía centrada en el hombre. Coloca a este en el centro de la consideración de todas las cosas y esclarece la vía para forjar su
destino. La fuente de nuestro poderío invencible radica en que contamos con dicha idea y todo el pueblo está dotado de la concepción jucheana del mundo.
Gracias a que nos guiamos por esta idea, pudimos salir victoriosos en la lucha contra el imperialismo japonés y el norteamericano y edificar un país tan espléndido como lo es hoy a partir de la nada, tras la horrible
destrucción que dejó la guerra.
Como todo nuestro pueblo está preparado de modo firme con la idea Juche, consideramos del todo posible lograr la reunificación del país. Es cuestión de tiempo.
Hoy día los imperialistas yanquis introducen en el Sur de Corea bombas atómicas y aviones de combate ultramodernos y realizan diariamente ejercicios de bombardeo con la intención de intimidarnos. Pero nuestro pueblo no se deja amedrentar. Aun cuando ellos provoquen una nueva guerra en nuestro país, no lograrán acabar con todos los coreanos. Nuestro pueblo combatirá a los agresores hasta el último hombre y alcanzará la victoria definitiva.
Actualmente, entre los jóvenes y demás sectores de la población sudcoreana se patentiza cada día más la aspiración a aprender de la idea Juche. Con anterioridad entre ellos se dejaban sentir en no poca medida el culto y el temor a Estados Unidos. Pero, con el transcurso del tiempo se han dado cuenta de que no hay que temerle y que los imperialistas yanquis son unos perversos. De sus mentes van eliminándose paulatinamente ese culto y temor a Estados Unidos y se profundiza día a día la confianza en la idea Juche.
Nuestro pueblo, dotado sólidamente con la concepción jucheana del mundo y que lucha siguiendo el camino indicado por la idea Juche, está convencido de que también en el futuro, al igual que hasta ahora, obtendrá sin dudas la victoria.
La actual situación internacional es muy compleja.
Debido a las maniobras de agresión y de guerra de los imperialistas norteamericanos, la situación se agrava al extremo y el peligro de otra guerra mundial se incrementa cada día más. Existe este peligro tanto en Corea como en el Su
deste de Asia y en Europa. Pero si Europa y Japón, en Asia, marchan por el camino de la independencia será posible evitarla.
Recientemente me entrevisté con la delegación de determinado país europeo que estaba de visita en el nuestro, a la que expresé que si las naciones capitalistas
desarrolladas de Europa, como Francia, Alemania Occidental e Inglaterra se encauzan por el camino de la independencia y lo sigue toda Europa, sería factible prevenir una nueva guerra mundial. Ahora se encuentra en nuestro país una figura política de Japón, a quien sugeriré, cuando nos encontremos, que su país debe tomar también el sendero de la independencia.
Debemos luchar contra el imperialismo yanqui en dos aspectos.
Por una parte,
desmembrarlo con el método revolucionario. Entre todos los países en revolución tienen que
desarticularlo: extirparle, por decirlo así, los brazos y piernas en los diversos puntos donde se encuentran. Dicho de otro modo, librar con pujanza la lucha revoluciona¬ria contra ese imperialismo en cualquier lugar donde extienda sus agresivas garras.
Por otra parte,
desmembrarlo en el plano político. Esto significa que ningún país lo siga, manteniendo la independencia. Entonces se verá aislado en el ámbito internacional y no podrá
desempeñar su papel dominante.
Desde hace mucho tiempo los imperialistas yanquis vienen recurriendo al astuto ardid de hacer pelear a otros países entre sí, para pescar en río revuelto.
Por este método se hicieron de bóbilis bóbilis con ganancias fabulosas en la Primera Guerra Mundial. Mientras guerreaban Alemania y Rusia, sacaron de ello pingües beneficios. En la Segunda Guerra Mundial tampoco sufrieron pérdidas. Así fue como se enriquecieron.
Hoy también siguen recurriendo a esa artimaña. En Asia tratan de echar a pelear a los asiáticos entre sí, mientras que en América Latina mantienen el control de algunos países
grandes para dominar a otros pequeños. Realizan las mismas maniobras en África y en el Medio y Cercano Oriente.
Si los países sometidos a los imperialistas yanquis dejan de seguirlos y todos los pueblos de la Tierra marchan por el camino de la independencia, los imperialistas norteamericanos quedarán aislados en lo político y se verán impotentes. Por eso, con el objetivo de evitar una nueva conflagración mundial y preservar la paz en el mundo, todos los países deben esforzarse con tesón por mantener y defender la soberanía.
A lo que más temen los imperialistas yanquis es a que los pueblos del mundo marchen por el sendero de la independencia. Si ellos temen al pueblo coreano, no es porque este posea bombas atómicas, sino porque está formado en la idea Juche y sostiene con firmeza la soberanía. Además, si ejercieron presiones sobre Venezuela para que no enviara una delegación gubernamental al Simposio de los Países No Alineados y Otros en Vías de
Desarrollo sobre el Incremento de la Producción Alimentaria y Agrícola, fue porque temían que su pueblo avanzara por el camino de la independencia.
Considero acertada la insistencia de nuestros dos Partidos en mantener la independencia. Es correcto el sendero que seguimos y justa nuestra causa. Me alegra la identidad que existe entre el lineamiento independiente del Movimiento al Socialismo de Venezuela y la soberanía que mantiene nuestro Partido. También en el futuro nuestros dos Partidos deben seguir sosteniendo la independencia.
Saludaremos a cualquier país que tome el camino de la independencia. Porque este coincide con los intereses de los pueblos.
Los pueblos que avanzan enarbolando la bandera de la independencia vencerán con seguridad. Estoy convencido de que el Movimiento al Socialismo de Venezuela triunfará sin duda alguna si educa en el pueblo ese espíritu independiente y lo aglutina con vigor bajo la bandera de la independencia.
Le ruego que de regreso a su país transmita mis saludos al Presidente y al Secretario General del Movimiento al Socialismo de Venezuela, y les haga saber que han sido invitados por nuestro Partido. Si ellos vienen a nuestro país, les brindaremos una calurosa bienvenida. Cuando nos veamos, podremos departir sobre muchos asuntos como buenos compañeros de armas y camaradas.
Me alegra mucho haber conversado con usted. Sus magníficas palabras me han brindado un gran estímulo.
Deseo que nuestros dos Partidos, aunque actúan separados por un océano, luchen en el futuro de forma mancomunada por defender la independencia de los pueblos del mundo.
Quiero que al regresar transmita el saludo de nuestro Partido a la dirección del Movimiento al Socialismo de Venezuela y a todos sus militantes.