En la actualidad muchas mujeres en el mundo sufren de falta de derechos políticos y desigualdades sociales. La emancipación de las mujeres se presenta aún como asunto serio internacional.

Pero en Corea donde se ha afianzado la garantía legal de aseguramiento de los derechos de las mujeres gracias a la Constitución Socialista y a diferentes leyes por sectores y políticas estatales, todas las mujeres gozan de una vida feliz como dueñas del Estado y de la sociedad.

Como el Estado asegura consecuentemente los derechos de tomar parte en el trabajo y de recibir la protección laboral, las mujeres coreanas desconocen la palabra “desempleo” y disfrutan de los beneficios iguales de trabajo.

La trabajadora corriente es diputada a la Asamblea Popular Suprema y numerosas mujeres realizan actividades en los órganos del poder a todos los niveles.

En todas partes hay jardines infantiles y casas-cuna, y las mujeres que crían muchos niños son respetadas como madres heroínas.

Las mujeres coreanas que se han formado en el seno del PTC como poderosas fuerzas que empujan otra rueda de la revolución están inscribiendo una página brillante en la historia de la patria que avanza dinámicamente con creaciones y construcciones.

Nacieron decenas de heroínas y cientos de doctoras en la marcha de la nueva centuria del Juche.

Entre ellas están la funcionaria y la profesora de la escuela primaria que criaron voluntariamente con el cálido humanitarismo a los niños sin padres y a un niño que sufría por una enfermedad incurable, presentándolos dignamente ante la Patria. Hay científicas que van invariablemente por el camino de investigación con el entusiasmo patriótico y las deportistas que ganaron en las competiciones internacionales para dar al pueblo la dignidad y el orgullo nacionales, la gran convicción y el ánimo.

Las mujeres coreanas que disfrutan de una vida digna en el seno caluroso del sol son mujeres con alta dignidad y orgullo.