En una habitación del Hotel 25 de Abril, donde se hospedaban los damnificados por la inundación de la provincia Ryanggang, una mujer estaba sumergida en profunda meditación.
Pronto su amado hijo celebraría su primer cumpleaños. Pero la mujer decidió no avisarlo a nadie considerándolo insignificante, puesto que ya todos sus familiares, incluso su hijito, fueron salvados por el amor del Partido y estaban pasando días alegres en la capital Pyongyang sin ninguna incomodidad.
Pero, unos días después, conducida por funcionarios del Comité Central del Partido y empleados del hotel, ella entró en una sala donde para sorpresa estaba preparada una mesa abundante dedicatoria al cumpleaños de su hijo, lo que le arrancó lágrimas de emoción.