La primera vez que me encontré con el Presidente Kim Il Sung fue en 1972, cuando fui invitado al almuerzo ofrecido por él durante la visita a la RPD de Corea como jefe de la delegación de la Asociación Nacional de Alcaldes Renovadores de Japón durante mi mandato de alcalde de Yokohama.

La personalidad del anfitrión que nos trataba con hospitalidad me encantó dándome una sensación de que fuéramos conocidos pese a la primera entrevista, así que tuvimos una charla larga.

Atraído completamente por la magnanimidad y encantos personales del Presidente, tuve una comprensión profunda como político y me quedé alegre de haber conocido a un hombre con quien yo podía abrir el corazón.

Desde entonces hasta hoy guardo de forma intacta los sentimientos de respeto, confianza y amistad con el Presidente.

¿En qué se estriba esa atracción humana del Presidente?

Ante todo, creo que él cultivó las cualidades sin par y las perfeccionó en el proceso de que emprendió la causa de liberación de la patria a tierna edad de 14 años y dirigió de forma acertada la ardua lucha armada antijaponesa, la compleja lucha antiimperialista después de la liberación nacional y la lucha por la construcción socialista.

Lo impresionante en el encuentro con el Presidente fue que éste tiene como naturaleza el rasgo de compaginarse con las masas.

Lo cultivó a lo largo de todo el período de la severa lucha por superar las dificultades con la inteligencia y fuerza de masas compartiendo penas y alegrías con ellas.

Me provoca solo admiración la humanidad del Presidente quien presta una atención profunda incluso a la vida alimentaria de obreros y campesinos, la salud de mujeres, las condiciones de trabajo de científicos y los artículos de uso escolar.

La dirección del Presidente llena de amor y la práctica concreta de la línea de masas son precisamente la fuerza motriz que lleva adelante la construcción socialista en la RPD de Corea.

(Artículo escrito en 1982 por Askada Itsio, presidente del Comité Ejecutivo Central del Partido Socialista de Japón)