Cierta vez el gran Dirigente Kim Jong Il propuso a los funcionarios un problema de por qué los bebés lloran a menudo.

Unos respondieron que los bebés lloran de hambre, otros dijeron que lloran porque se sienten mal, y algunos opinaron que lloran porque quieren dormir.

Entonces, el gran Dirigente les dijo que el bebé acaba de comer y dormir mucho.

Los funcionarios no pudieron saber por qué llora el bebé. Mirándolos cariñosamente, el interrogante dijo en tono amable que los bebés lloraban pidiendo que cambiaran sus pañales mojados.

En un instante en la habitación se produjeron risotadas alegres.

Un rato después el gran Dirigente les dijo que algunos funcionarios partidistas trabajaban a la ligera sin considerar la idea y sufrimiento de las personas como una madre amamanta a su bebé que llora por el pañal mojado.

Prosiguió que él trabajaba tomando como el credo las palabras del Líder paternal de que la capacidad más importante del revolucionario es la de conocer a las masas y movilizar sus fuerzas e inteligencia.