En enero de un año cuando el intenso frío congelaba todo el territorio, el estimado compañero Kim Jong Un recorrió varios talleres remozados de la Fábrica Farmacéutica de Pyongyang.

Tras apreciar los esfuerzos de los empleados, presentó la meta más alta diciendo que una vez determinada la modernización de procesos productivos, deberían superar el nivel mundial. Para mejorar y proteger la salud del pueblo y fomentar la sanidad socialista, no debían escatimar fondos, insistió y afirmó que esta es la tarea política limitada no solo al sector de salud pública sino una exigencia de la revolución coreana.