En una ocasión, el gran Dirigente Kim Jong Il dirigió sobre el terreno la entonces Fundición de Hierro de Hwanghae. Durante el recorrido se detuvo en un taller en que flotaban en el aire polvos casi invisibles.

El Dirigente les señaló a los funcionarios que una invención metalúrgica basada en combustibles domésticos, por muy valiosa que sea, no serviría para nada si dañara la salud de los fundidores.

Y les enfatizó que era importante la producción de acero, pero la salud de los obreros constituía cosa más valiosa, incomparable con nada y que debían dar prioridad a la salud de fundidores, antes que nada.