Fue cuando el estimado compañero Kim Jong Un visitó una unidad militar del Ejército Popular.

Por la emoción de ver en su unidad al Comandante Supremo a quien añoraban tanto hasta en el sueño, los comandantes y soldados no cabían en sí de alegría.

Pero, en aquel momento estaban ausentes allí dos oficiales que eran el jefe y el instructor político de una compañía.

Después de recorrer varios puestos de la comandancia de la unidad, Kim Jong Un se dirigió al cuartel de la compañía, donde tiró una vista interrogativa a los acompañantes como si preguntara por qué no se veían el jefe y el instructor político.

Uno de ellos le informó que ellos guardaban cama por la gripe.

Entonces, el Comandante Supremo ordenó que los llamaran diciendo que lo sentirían mucho si él regresara sin verlos.

Era que apreciaba los esfuerzos abnegados de los ausentes que consagraron todo lo suyo al fortalecimiento de la compañía con el deseo de tener al Comandante Supremo en su unidad.

Acompañando al visitante que les vino por un camino abrupto, los comandantes de la compañía no podían contener lágrimas de emoción.