Una vez, el gran Líder, camarada Kim Il Sung revisaba el documento hasta avanzada la noche. El funcionario, con la esperanza de que descansara tranquilamente aunque fuera una noche, le entregó la impresión de una delegación extranjera que estaba de visita en Corea:

“Francamente dicho, el jefe del Estado de mi país participa una o dos veces al año en los actos estatales y permanece en el lugar de reposo. Por eso incluso los miembros del gobierno nos encontramos con él muy raramente.

Pensamos que el Presidente Kim Il Sung también merece trabajar descansando, por sus méritos y edad.”

Al leer esta impresión, el gran Líder sonrió y dijo que no sabía cómo trabajaba el jefe del Estado de ese país pero que él no podía trabajar así.

Tras escuchar las palabras del gran Líder, el funcionario le dijo, con alma fervorosa, que la noche era muy avanzada.

Pero el gran Líder dijo que estaba bien y que no sentía el cansancio como que estaba acostumbrado porque dormía poco desde el tiempo de la guerrilla. Y dijo encarecidamente que todavía tenía mucho trabajo que hacer. Así, trasnochó ese día trabajando.