Fue cuando el estimado compañero Kim Jong Un se sentó junto con los comandantes del Ejército Popular. Dijo que en su alma estaban siempre los soldados y que si era para ellos quería bajar incluso la estrella del cielo.
Afirmó que su filosofía y credo eran compartir la vida y la muerte, las alegrías y las penas con los soldados en la trinchera del frente agudo y consagrar todo lo suyo para ellos.
Prosiguió que los comandantes del EP tienen que ser auténticos funcionarios que saben sacrificar sí mismos para los soldados con esta filosofía y credo. Enfatizó que sólo el comandante que siente mayor alegría y firmeza cuando está con los soldados puede ser auténtico comandante que desea el Partido.
Poco después, mirando a los comandantes que estaban llenos de nueva decisión, les pidió ansiosamente que cuidaran mejor a los soldados.