No es nada fácil tener su propio poderío autodefensivo.
No obstante, es la cuestión de importancia capital para no caer como esclavos del imperialismo y guardar la dignidad y orgullo del estado soberano e independiente.
Es necesario, ante todo, fomentar sus propias fuerzas armadas autodefensivas.
El Secretario General Kim Jong Il dijo:
"Con miras a encarnar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional se debe contar con fuerzas armadas de plena capacidad defensiva."
La guerra es el choque entre las fuerzas armadas, cuyo núcleo es el hombre. Para tener sus propias fuerzas armadas es necesario hacer de los hijos del pueblo un ejército revolucionario. Porque ellos forman parte determinante de la fuerza capaz de rechazar cualquier agresión.
Vale recordar un hecho histórico.
En 1592 los japoneses invadieron a Corea, cuando los gobernantes feudales indefensivos se fugaron para salvarse en lugar de hacerles frente. Sin embargo, el pueblo se levantó en hacerles frente en la isla Hansan, en los castillos de Jinjoo, Yenan, Haingjoo, el rescate del castillo de Pyongyang, la ofensiva al castillo de Dosan, etc. El castillo de Haingjoo lo defendían 2,300 efectivos militares con su pueblo y fue atacado por 30 mil invasores. En su defensa se levantaron no sólo los militares sino también las mujeres portando piedras en sus regazos. Tenían que hacer frente máxime 9 veces al día.
La historia demuestra que el pueblo es el que defiende hasta el fin su patria. Esto da prueba de que un ejército de hijos del pueblo sabrá defender la soberanía y la dignidad nacionales.
Es importante, también, construir el sistema de defensa nacional.
Para ello deben hacer de los soldados oficiales y modernizar el ejército. Implica hacerlos capaces de encargarse del rango inmediatamente superior y dotar al ejército de armamentos medernos y equipos combativos, ciencias y tecnologías militares modernas.
Para ganar la guerra es necesario contar con un buen número cuantitativo, un alto nivel cualitativo y buenos equipos. La recapacitación de los soldados y oficiales no sólo trae el fortalecimiento cualitativo permitiendo aumentarlos numéricamente en caso de emergencia y la modernización del ejército hace posible enfrentarse con cualquier enemigo que les venga.
Para construir un sistema de defensa nacional es importante también armar al pueblo y fortificar el país.
El armar al pueblo es para que esté listo para vencer y la fortificación del país significa construir sólidos fuertes de defensa y levantar puntos claves militares.
La guerra moderna será cuatridimensional y no habrá distinción entre el frente y la retaguardia. Eso requiere que todo el país esté fortificado y que el pueblo esté bien armado.
Hay una fábula coreana: el erizo y el tigre.
Un día se reunen todos los animales de la selva para competirse en la fuerza y el premio es el collar de joyas. El tigre se porta omnipotente y se apodera del collar, gritando: en esta selva no hay nadie que me venga a desafiar en la fuerza. El oso, el jabalí, el tejón, la liebre y otros no se atreven a abrir la boca, cuando el chiquito erizo le exige al tigre descolgar el collar y le desafía, diciendo: vamos a ver quien gana el collar. El tigre intenta acabar de una vez con el erizo dando un puñetazo, cuando éste se acurruca convirtiéndose en una bola de espinas. El tigre sangra tanto que no se calma e intenta devorarlo entero y vivo, cuando el erizo salta sobre su nariz pincándolo repetidas veces mientras tira de sus barbas. El tigre, hinchado de la nariz, ya no puede aguantar más que echa a correr hacia donde no sabe y llega junto a un castaño. Tanto miedo había cobrado al erizo que al ver las castañas piensa que son erizos y empieza a pedirles perdón descolgando el collar que todavía porta en su cuello.
Todo país debe armarse y fortificarse como erizo, cuando ninguno se atreverá a tocarlo, y sabrá defender fidedignamente la seguridad nacional y las conquistas revolucionarias.
Para la autodefensa es necesario también hacerle al ejército desplegar al máximo las ventajas ideológicas y políticas.
El tema de si el factor determinante de la guerra reside en el armamento o el hombre suele abordarse como cuestión capital y es predominante la teoría de la omnipotencialidad de las armas.
Inglaterra hundió la fragata española invencible en el siglo 16 y en 1805 ganó la batalla de Trafalgar derrotando la flota de Napoleon declarando la teoría de la prioridad de la flota. Hitler se valió de tanques para ocupar Polonia en dos semanas y Francia en un mes declarando la teoría de la preponderancia del tanque.
Hoy los imperialistas alzan en alto la teoría de la omnipotencialidad de las armas nucleares.
Es cierto que es importante el armamento. No obstante, el factor determinante de la guerra no radica en armas sino en el fervor político y el espíritu de sacrificio revolucionario del ejército.
Es invencible el ejército provisto del espíritu revolucionario de luchar por la libertad y la emancipación, su infinita fidelidad al partido y al líder, el espíritu de sacrificio sin parangón y heroismo masivo de no vacilar en dar la vida y juventud a la patria y la revolución, la camaradería revolucionaria entre los soldados y los oficiales, los lazos inquebrantables entre los militares y el pueblo, la disciplina militar consciente, etc.
Lo demostró el Ejército Revolucionario Popular de Corea (ERPC), comandado por Kim Il Sung que supo acabar con el imperialismo japonés trayendo la emancipación de Corea.
En aquel entonces el ERPC no fue nada tanto en armamentos como en efectivos en comparación con el imperialismo japonés. Fue considerado como un grano de arena en el mar, pero tenía una gran ventaja: el indomable espíritu revolucionario de emancipar la patria cueste lo que costará y el patriotismo y el heroismo masivo de dedicarlo todo a la emancipación de la patria y la libertad del pueblo. El ERPC creó las tácticas guerrilleras ganando, en fin, la emancipación de Corea.
El Ejército Popular de Corea se valió, durante la Guerra de Liberación Nacional, de su ventajosa potencialidad ideológica y política derrotando la coalición de fuerzas imperialistas encabezadas por los EE.UU.: más de 2 millones de efectivos.
La superioridad ideológica y política es el arma invencible, más poderosa que las bombas atómicas.
Para la autodefensa en la salvaguardia nacional es necesario también construir la industria bélica. Esta sirve de garantía material para las fuerzas armadas autodefensivas.
Para modernizar el ejército, armar al pueblo y fortificar el país hace falta mucha cantidad de armas y materiales bélicos, suma que no es posible depender de nadie ni comprar fácilmente. Aun más es vertiginoso el desarrollo de armas modernas, condición que no hace posible ni la modernización del ejército, ni el armamento del pueblo, ni la fortificación del país por medio de depender de otros.
Es cierto que los países pequeños pueden tener mucha dificultad en hacer cuantos armamentos necesitan, pero cueste lo que cueste, no deben depender de otros. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para hacerlos hasta no poder más, para lo que hace falta construir su propia industria bélica.
Para la autodefensa en la salvaguardia nacional es preciso también fortalecer la retaguardia. La guerra moderna depende totalmente de cómo conservar los recursos humanos y materiales necesarios para hacerla frente de manera durable. Eso requiere preparar de antemano los terrenos estratégicamente necesarios, reservar materiales necesarios y crear condiciones para poder continuar la producción aun en condiciones bélicas.
Es el principio de la idea Juche que da una correcta guía para que todo país pueda defenderse por su propia cuenta.