Shanker Bharati
Presidente del Foro de Literatura de Nepal para el Estudio de la Política de Songun
Corea tuvo que sufrir incontables penas y dificultades debido a la dominación colonial del imperialismo japonés, pero el pueblo coreano luchó valientemente contra los imperialistas y los reaccionarios.
Los coreanos tenían sed de contar con un líder valiente, sabio, extraordinario, capaz de guiar sus luchas.
Pues el 15 de abril de 1912 cuando nació el Presidente Kim Il Sung los coreanos ganaron la fortuna de tener a su líder valiente, sabio y destacado.
El Presidente Kim Il Sung nació en la familia patriótica donde todos los familiares estaban bien decididos a sacrificarse por la libertad e independencia del país y del pueblo. El todavía joven Presidente recibió de parte de su madre señora Kang Pan Sok dos pistolas que dejó su padre difunto. Las dos pistolas eran la herencia de su padre. Con la idea de Jiwon, el Presidente emprendió la lucha contra los imperialistas y los reaccionarios para recuperar la libertad, la independencia y la soberanía del país.
La liberación nacional fue el resultado de la lucha revolucionaria antijaponesa organizada y guiada por el Presidente Kim Il Sung.
Al ocupar a Corea el 1905, el imperialismo japonés rabiaba para exterminar con la nación coreana. Le despojó toda la libertad y el derecho políticos y sofocó el movimiento por la emancipación nacional. La lógica del imperialismo japonés dictaba que los coreanos debieran someterse a la ley de Japón o morir si no la quisieran. Por eso los coreanos no pudieron hablar en su lengua materna a sus anchas e incluso se vieron obligados a cambiar sus nombres a estilo japonés. Todas las leyes malignas y demás numerosos pactos y acuerdos maniobrados por el imperialismo japonés encadenaron los esclavos coreanos y les arrebataron sus más fundamentales derechos a vivir.
El Presidente Kim Il Sung creció desde la niñez con la tristeza de esclavo, así que emprendió el camino de la revolución con el gran propósito de recuperar al país perdido.
Fijó la verdad inconmovible de que debieran enfrentar a los enemigos armados con las armas y fundó el Ejército Revolucionario Popular de Corea en abril de 1932 para librar la lucha armada antijaponesa. Los guerrilleros no contaban con la ayuda de la retaguardia del Estado ni del ejército regular y tuvieron que superar el frío glacial y el hambre permanente, pero combatieron contra un millón del ejército Kwantung de Japón.
En esos días el Presidente toleró tristezas y dolores desgarradores de ver fallecidos a su madre, a su hermano y a sus camaradas de vida. No obstante, los superó pensando en el destino del país y la nación pisoteados por las fuerzas exteriores antes que en sus dolores.
Siempre concebía estratégicas mágicas para hacerles a los agresores japoneses morder el polvo de la derrota. Y los coreanos, ardientes del odio al enemigo, se levantaron en la lucha sagrada contra el imperialismo japonés.
El 9 de agosto de 1945 dio orden de ataque general para la liberación de la Patria a los destacamentos del Ejército Revolucionario Popular de Corea. El 15 de agosto del mismo año el imperialismo japonés decretó la capitulación incondicional.
La liberación de Corea fue un evento histórico que dio cambios radicales a la obra de abrir el nuevo destino de los coreanos.
El éxtasis de la liberación convocó a los coreanos al movimiento por la construcción de la nueva Corea democrática.
Desde entonces la RPDC ha venido enfrentando a los imperialistas y a los reaccionarios sin ninguna vacilación en base de sus fuerzas enormes y ha seguido avanzando con vigor.
Ahora la RPDC se levanta firmemente como la columna de acero a la que nadie se atreve. Todo esto es gracias a la gran contribución y dirección, a la sabiduría del Presidente Kim Il Sung.