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PRIORIZAR LA LABOR IDEOLÓGICA ES UN REQUISITO INDISPENSABLE PARA EL TRIUNFO DE LA CAUSA SOCIALISTA



    El movimiento socialista mundial, aunque sigue enfrentando vicisitudes a causa de la frustración del socialismo en varios países, está entrando paulatinamente en el camino del resurgimiento a la luz de las lecciones que ha aprendido de la dolorosa historia reciente. Partiendo de la dura realidad de esos países, cada vez son más amplias las masas populares en el mundo que adquieren conciencia de que solo en el socialismo pueden forjar sus destinos, y aspiran y simpatizan con él. Esto es una prueba de que el socialismo sigue vivo en el corazón de los pueblos y que estos van tomando conciencia ideológica.

    La lección más seria que ha dado ese derrumbe es que la alteración del socialismo comienza por la degradación ideológica, y si se desintegra el frente ideológico, ocurre lo mismo con los otros frentes del socialismo y finalmente todo se arruina.

    Para defender el socialismo y hacerlo triunfar es ineludible intensificar la labor ideológica. Solo cuando se pertrecha de modo firme a las masas populares con las ideas socialistas y se consolida la posición ideológica, es posible afianzarlo, desarrollarlo y protegerlo inconmoviblemente ante cualquier tempestad. La experiencia práctica de nuestra revolución lo muestra a las claras.

    Es una verdad, ya demostrada por la historia, que el socialismo triunfa si se atiene firmemente al factor ideológico, pero en caso contrario este se arruina. Despertar a las masas populares en ese plano e incorporarlas a la lucha por el socialismo constituye hoy un requisito apremiante para el desarrollo del movimiento socialista. Si esas masas que batallan por la independencia, se arman con la ideología socialista y una fe inconmovible en el socialismo, este se encauzará infaliblemente por un nuevo camino, victorioso.



    Priorizar esta labor es un requisito indispensable para el cumplimiento de la causa socialista.

    Para culminarla con éxito es ineludible prestar atención principal a este factor, anteponer la labor ideológica a las demás actividades.

    Para el partido de la clase obrera que lucha por la independencia de las masas populares no hay otra tarea más importante que esta. Por naturaleza, es una organización política rectora que, tomando su ideología como arma, concientiza a las masas populares y las moviliza para la revolución y su construcción. La ideología es su única y más poderosa arma. Solo prestando una atención primordial al factor ideológico y anteponiendo la labor ideológica a todas las demás actividades, el partido puede cumplir con su misión y cometido como organización política rectora destinada a conducir la causa de las masas populares por la independencia.

    Al margen de la labor ideológica no puede surgir ni existir, ni tampoco desarrollarse el régimen socialista. El régimen capitalista explotador, que cambió la subyugación jerárquica por la del capital, creció en la placenta de la sociedad feudal; pero el socialista, un nuevo sistema radicalmente diferente a todos los regímenes explotadores, no puede crecer dentro de la sociedad capitalista. Lo hizo nacer la lucha de las masas populares concientizadas por las ideas socialistas que han surgido, reflejando las exigencias clasistas de estas masas trabajadoras explotadas que batallaban contra la dominación del capital. Su consolidación y desarrollo se alcanzan también bajo la acción orientadora de estas ideas.

    La sociedad socialista se orienta por su ideología y progresa teniéndola como su principal fuerza motriz. Su característica esencial consiste en que, a diferencia de la capitalista, donde el dinero es omnipotente, se desarrolla por la fuerza ideológica, en función de las actividades conscientes de las personas pertrechadas con la ideología socialista. La consolidación y desarrollo del socialismo y su destino dependen de cómo se realiza la labor ideológica y de cómo se prepara ideológicamente a las personas. En la sociedad socialista, solo cuando se prioriza y profundiza de modo ininterrumpido la labor ideológica, es posible asegurar su unidad político-ideológica, fortalecer y desarrollar las relaciones sociales de carácter socialista, basadas principalmente en la solidaridad y colaboración camaraderil, y realizar con éxito la construcción económica. Si tiene una sólida posición ideológica, el socialismo puede poseer un poderío invencible en todas las esferas política, económica, cultural y militar. Menospreciar esta tarea en la construcción socialista significa descuidar lo esencial del socialismo, lo que inevitablemente conduce a su degradación y bancarrota.

    La labor ideológica del partido de la clase obrera que lucha por el socialismo es una actividad ideológico-teórica orientada a profundizar y desarrollar la ideología socialista de acuerdo con las exigencias de la época y la revolución en marcha y una obra educativa encaminada a armar con ella a las masas populares.

    La ideología y teoría socialistas se conciben en el proceso del desarrollo de la lucha revolucionaria de la clase obrera sobre la base de las exigencias de la época y la generalización de las experiencias de la práctica revolucionaria, y sirven de armas y guía para las masas populares que luchan por el socialismo. No son invariables las circunstancias y condiciones en que se libra la lucha revolucionaria, y la historia avanza y la realidad cambia y evoluciona incesantemente. Los cambios de la época y la realidad en desarrollo plantean muchos problemas que no se pueden resolver con las consabidas teorías sobre el socialismo. El partido de la clase obrera tiene que prestar una profunda atención a la labor ideológico-teórica orientada a desarrollar la ideología socialista a tenor de los cambios de la época y la marcha de los procesos revolucionario y constructivo. Si no realiza correctamente esta tarea y, en consecuencia, causa la degeneración revisionista de la ideología socialista o su estancamiento dogmático, el socialismo deja de tener una correcta guía rectora, e inevitablemente, sufre vicisitudes y fracasos.

    En algunos países donde en el pasado se construía el socialismo, a causa de la tergiversación y degeneración de la ideología socialista por los renegados de la revolución que ocupaban puestos de dirección en el partido y el Estado, el socialismo se desorientó, y apartándose de su vía, entró en el camino de la restauración del capitalismo. Los reveses en la revolución y construcción socialista y el derrumbe del socialismo en algunos países son, al fin y al cabo, el resultado de la pobreza y degeneración de la ideología y teoría científica y revolucionaria.

    Además de concebir ideas y teorías directrices correctas para la realización de la causa socialista, el partido de la clase obrera debe realizar con tino la educación de las masas populares en ellas.

    Pertrecharlas sólidamente con la ideología socialista constituye la garantía decisiva para impulsar con fuerza el proceso revolucionario y el constructivo mediante el fortalecimiento del sujeto de la sociedad socialista y la elevación de su papel. Solo realizando exitosamente la labor de formación en esta ideología es posible despertar a las masas populares en el plano ideológico y aglutinarlas de modo sólido en lo organizativo, así como orientarlas a cumplir con su responsabilidad y papel como sujeto del socialismo y dueñas del Estado y la sociedad. Si luchan con una alta conciencia ideológica y unidas sólidamente, pueden demostrar una inagotable fuerza y sabiduría y alcanzar grandes logros en la transformación de la naturaleza y la sociedad.

    La incomparable superioridad y el invencible poderío del socialismo radican en que este pone de pleno manifiesto la inagotable fuerza y sabiduría de las masas populares que son artífices de la historia, y esto es precisamente la superioridad y poderío de la ideología socialista, que a su vez se aseguran mediante la labor ideológica.

    Los partidos de algunos países que construían el socialismo, interpretando de manera dogmática la consabida teoría, no prestaron la necesaria atención a la educación ideológica de las masas populares y se ocuparon exclusivamente de la construcción económica, lo que llevó esta última al estancamiento, y finalmente derrumbó el régimen socialista y restauró el capitalismo. Los oportunistas y los renegados del socialismo abandonaron la labor ideológica e introdujeron en la sociedad socialista el método capitalista de movilizar a las personas a fuerza del dinero, con lo que fomentaron entre estas el individualismo y el egoísmo, difundieron la idea burguesa sobre la omnipotencia del oro, y haciendo coro con la propaganda reaccionaria burguesa acerca de la “rentabilidad” y “ventaja” de la economía capitalista de mercado y preconizando la “diversificación de la propiedad” destruyeron por completo el sistema económico basado en la propiedad socialista. Es indiscutible que sus maniobras son antisocialistas y contrarrevolucionarias, porque, halagando al gusto de los imperialistas, tergiversan el socialismo, paralizan su superioridad, acarrean su derrumbe y abren el camino a la restauración del capitalismo. El proceso de derrumbe del socialismo en varios países nos ha enseñado la seria lección de que si en la sociedad socialista se deja de atender el factor ideológico y se abandona la labor ideológica, la gente se enferma ideológicamente, se altera y destruye todo lo que hay de socialista, y si se desmorona la posición ideológica del socialismo, este no se puede defender por muy grande que sea su poderío económico y militar. Además, esto demuestra cuán grande es el papel de las ideas y cuán importante es la labor ideológica en el triunfo de la causa socialista.

    El requisito de que en la realización de la causa socialista se preste atención primordial al factor ideológico y se priorice la labor ideológica, se basa en la concepción jucheana del papel que tiene la conciencia ideológica en las actividades del hombre.

    Por primera vez en la historia, la idea Juche ha dilucidado que el hombre es un ser social independiente y creador que con su fuerza transforma el mundo y forja su propio destino, y que la conciencia ideológica de la independencia tiene un papel determinante en el destino del hombre.

    En las actividades del hombre intervienen diversos factores, y la cuestión de a cuál de ellos conceder la importancia decisiva cobra un enorme significado para la forja de su destino y el desarrollo de la sociedad. En el pasado, se buscaba ese factor, principalmente, fuera del hombre. El criterio religioso o el idealista lo propugnaban como si un misterioso ente sobrenatural determinara las actividades y el destino del hombre. Lo absurdo de este criterio ya fue demostrado por la ciencia. El criterio materialista lo buscó en las condiciones materiales objetivas. Como el hombre es producto de la evolución del mundo material y vive y actúa dentro de él, no puede menos que recibir en sus actividades la influencia de las condiciones materiales objetivas. Pero estas no lo mueven directamente a actuar. Ejercen influencia sobre sus actividades solo por medio de la conciencia. El hombre, como ente social que, dotado de la conciencia, despliega actividades independientes y creadoras, no se limita a recibir la influencia de las condiciones objetivas, sino que incluso, las cambia por iniciativa propia y las aprovecha activamente.

    Lo que desempeña el papel decisivo en las actividades del hombre es la conciencia ideológica. Esta, por reflejar sus exigencias e intereses, determina todas sus actividades y sirve de fuerza motriz que lo estimula a esforzarse por transformar el mundo. Por supuesto, en las actividades del hombre los conocimientos que reflejan la legitimidad del mundo objetivo tienen un rol importante. Solo poseyendo conocimientos científicos el hombre puede transformar con éxito el mundo con el uso racional de su propia fuerza y de las condiciones objetivas, conforme a las leyes objetivas. Los conocimientos científicos y técnicos desempeñan un papel cada vez mayor en el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Sin embargo, es la conciencia ideológica lo que define el fin y la orientación de las actividades del hombre y las coordina y controla. De ella depende cómo el hombre utiliza los conocimientos y manifiesta en alto grado su capacidad creadora. Solo quien posee una conciencia ideológica que lo alienta a servir a las masas populares puede consagrar su conocimiento, técnica, inteligencia y talento a las obras para ellas.

    La conciencia ideológica que refleja las exigencias congénitas del hombre como dueño y transformador del mundo es de carácter independiente. Esta es la conciencia de ser dueño de su propio destino y la voluntad de forjarlo por sí solo. Solo teniendo la conciencia ideológica de la independencia el hombre puede transformar activamente el mundo y forjar magníficamente su destino.

    La ideología socialista encumbra la etapa superior del desarrollo de la conciencia ideológica de la independencia. Siendo reflejo de las exigencias de la independencia y el colectivismo del ser humano, deviene la más poderosa arma para la transformación de la naturaleza y la sociedad y para la forja del destino del hombre, así como sirve de base para la firme unidad de la sociedad en un solo haz. La labor ideológica destinada a dotar con ella a las masas populares viene a ser el eslabón principal para exhibir las ventajas del socialismo, fortalecer su poderío y acelerar la revolución y su construcción.

    La base material y económica de la ideología socialista la constituyen las relaciones económicas socialistas, que, establecidas principalmente sobre la base de la propiedad socialista, proporcionan a las masas populares las condiciones materiales para asimilar y afianzar sus ideas. Por eso su consolidación y desarrollo desempeña un importante papel en esta tarea. Con el establecimiento del régimen socialista desaparece la base social-económica que engendra ideas retrógradas, mas, por un determinado tiempo histórico quedan en pie el atraso ideológico, técnico y cultural, y los diversos vestigios relacionados con él que dejara la vieja sociedad, los cuales constituyen el caldo de cultivo que facilita que se implanten y crezcan los elementos ideológicos ajenos a lo socialista. Con miras a pertrechar sólidamente a todos los miembros de esa sociedad con la ideología socialista, es preciso defender la propiedad socialista, afianzar y desarrollar sin descanso las relaciones económicas socialistas, y eliminar de modo paulatino las huellas de la vieja sociedad que perviven en estas y en distintas esferas de la convivencia.

    Si en la sociedad socialista se fomentan los remanentes de la vieja sociedad, o se aplican métodos capitalistas en la administración económica, o, peor aún, se perjudica la propiedad socialista y se resucita la capitalista, ello dará pie a la creación de condiciones para la destrucción de la base material y económica de la ideología socialista y la proliferación del individualismo, egoísmo y las demás ideas burguesas. Es inevitable que el sistema de tenencia privada engendre individualismo, y la propiedad capitalista y su economía de mercado sirvan de base para la aparición y difusión de las ideas burguesas. La propiedad privada y la economía capitalista de mercado son incompatibles con el socialismo.

    Aunque se haya establecido el régimen socialista con una sólida base material-económica, las personas no adquieren por sí solas las ideas socialistas.

    Educarlas en estas ideas es una batalla entre lo nuevo y lo viejo, una labor de transformación ideológica para eliminar de su mente las ideas caducas y dotarlas con las socialistas.

    Las ideas burguesas y las demás ideas viejas y reaccionarias han surgido sin excepción, del individualismo. Este es el cimiento de todas las sociedades explotadoras y por él han estado perneados sus habitantes por miles y miles de años. Es una idea sumamente persistente y conservadora, arraigada profundamente en su conciencia, costumbre y vida. Incluso en la sociedad socialista esta y otras ideas retrógradas no desaparecen fácilmente, y en cuanto se crean oportunidades y condiciones, por mínimas que sean, pueden revivir y proliferar.

    La ideología socialista es nueva, radicalmente distinta de dichas ideas. La tarea de pertrechar con ella a las personas, eliminando de su mente esas otras, implica una revolución llamada a producir un cambio esencial en su vida ideológica, y solo puede llevarse a cabo mediante una educación y una lucha ideológicas, consecuentes y dinámicas.

    En la sociedad socialista, al margen de la lucha contra las ideas caducas que perviven en su seno y las burguesas y otras reaccionarias que penetran desde afuera, es imposible erradicar las que subsisten en la mente de las personas, y sin realizar con pujanza la educación en las ideas socialistas, no se puede lograr la transformación ideológica. Los renegados del socialismo habían desistido de esa tarea y, bajo las consignas de “publicidad” y “pluralismo”, crearon confusión ideológica y abrieron las puertas de par en par a la cultura y las ideas burguesas y reaccionarias. Pronunciarse por la “publicidad” y el “pluralismo” en la sociedad socialista es, en fin de cuentas, una patraña contrarrevolucionaria encaminada a descomponerla desde adentro al suprimir las ideas socialistas e introducir las burguesas reaccionarias.

    En tiempos pasados, muchos partidos, al interpretar mecánicamente la tesis del concepto materialista de la historia de que las condiciones materiales y económicas de la sociedad determinan la conciencia social y si ellas cambian, esta se transforma, consideraron que la conciencia ideológica cambiaría con el mejoramiento de la vida material y cultural al acelerarse la construcción del socialismo después de haberse establecido este régimen, y por consecuencia no prestaron gran atención a la labor ideológica. Considerar que, al transformarse por vía socialista las condiciones materiales y económicas de la sociedad, seguidamente se haría socialista por sí sola también la conciencia ideológica, es una opinión errónea en desavenencia con la ideología socialista y la esencia y peculiaridad del proceso de la transformación ideológica socialista. Si bien la conciencia del hombre refleja la realidad objetiva, de él mismo, de su nivel de preparación, depende el cómo aceptarla. El hombre ve, oye, siente y asimila en la medida de sus conocimientos. La conciencia ideológica que tiene y su cambio y desarrollo se determinan por su nivel de preparación, sus actividades y la influencia ideológica que recibe. Una persona, aunque procede de la clase propietaria, si se despierta ideológicamente y recibe mucha influencia revolucionaria, puede ser revolucionaria y, en contraste, no todos los procedentes de la clase obrera llegan a poseer ideas revolucionarias. Dado que en la sociedad socialista subsisten ideas caducas y no se interrumpen la penetración y la influencia de las reaccionarias desde afuera, es evidente que la educación y transformación de todos los miembros de la sociedad con las nuevas ideas socialistas no pueden efectuarse espontánea y fácilmente pese a que se ha establecido el régimen socialista y se han creado las condiciones materiales y económicas. Aunque al pueblo se le aseguren todas las condiciones, y se le ofrezcan beneficios para que disfrute de una vida independiente y creadora, si no se realiza con tacto la labor ideológica, es probable que la gente lo considere natural y no sienta lo valioso y bienhechor que es el sistema socialista. Además, a medida que desaparecen las preocupaciones, y al prolongarse la vida estable, puede decaer poco a poco el entusiasmo revolucionario y aflorar la tendencia de vivir en condiciones cómodas. Entonces no lucharán con abnegación por el socialismo y, a la larga, engañados por la falsa propaganda de los imperialistas y demás reaccionarios, se harán ilusiones sobre el capitalismo y terminarán por renegar del socialismo. Lo ha demostrado el proceso del derrumbe del socialismo en los países que desistieron de la labor ideológica y abrieron las puertas a la penetración ideológica y cultural del imperialismo.

    La educación y la batalla ideológicas son el medio más eficiente para transformar a las personas con ideas socialistas.

    Nuestra experiencia demuestra que en la sociedad socialista, si se lleva a cabo con pujanza la labor ideológica para formar a las personas en esas ideas, es posible educar y transformar por vía socialista a los distintos sectores del pueblo.

    La causa socialista es una causa histórica, que se cumple a través de varias generaciones. También es una causa de las masas populares por la independencia que se realiza en el fragor de una enconada lucha contra el imperialismo y los demás reaccionarios. A medida que avanza, hay que profundizar y desarrollar ininterrumpidamente la labor ideológica, y cuanto más intensas se tornen las conjuras de los enemigos contra el socialismo, tanto más fuertemente se debe impulsar. Priorizar la labor ideológica concediendo una atención primordial al factor ideológico es la clave para hacer avanzar la causa socialista hasta hacerla triunfar.



    En la sociedad socialista la tarea principal de la labor ideológica es homogeneizarla totalmente con las ideas socialistas.

    El proceso del desarrollo y perfeccionamiento de la sociedad socialista es el de transformación de todas las esferas de la vida social a tenor de las exigencias de la ideología socialista, y lo más importante en este proceso es dotar con esta a todos sus miembros, logrando de esta manera la homogeneización ideológica de la sociedad. La labor ideológica debe servir a esta tarea.

    En cualquier sociedad la clase gobernante trata de lograr la preponderancia de su ideología. En la capitalista, que está dividida en clases y donde los intereses de sus integrantes están en conflicto, no puede predominar una sola ideología y es inevitable su diversidad. Los imperialistas y sus portavoces califican este fenómeno de “libertad” ideológica y lo pregonan como un orgullo del “mundo libre”. Sin embargo, en la sociedad capitalista, donde los monopolistas y los gobernantes reaccionarios se apoderan de las publicaciones, de la prensa oral y escrita y otros medios de difusión y los de educación, es imposible que se desarrollen libremente las ideas progresistas. Para cubrir la sociedad capitalista con una fachada democrática, los gobernantes burgueses reaccionarios las toleran en cierta medida, mas, cuando les parece que ellas, por poco que sea, pueden amenazar su sistema de gobernación, las reprimen sin miramientos. En apariencia, se admiten diversas corrientes ideológicas, pero en su totalidad son variantes y expresiones de la ideología burguesa. La “libertad” ideológica a la que dan tanta publicidad los imperialistas es una engañosa consigna destinada a adornar con esa etiqueta sus conjuras que por todos los métodos y medios posibles realizan para reprimir las ideas progresistas y difundir las burguesas reaccionarias, y justificar su penetración ideológica y cultural en otros países.

    Únicamente en la sociedad socialista, donde no existen la explotación ni la opresión y se ha puesto fin al conflicto entre las clases, todos sus miembros pueden armarse e identificarse con una sola ideología por la comunidad de sus objetivos, aspiraciones e intereses. La ideología socialista es científica, que refleja la naturaleza independiente del hombre e ilumina el camino para realizar la independencia de las masas populares, y es natural que estas la acepten como suya. Cuando están plenamente pertrechadas con ella, pueden forjar su destino de manera independiente y creadora y culminar la causa del socialismo.

    Los imperialistas y los renegados del socialismo calumnian la labor de educación ideológica en la sociedad socialista llamándola “uniformación” o “inyección de ideas”. Es una absurda tergiversación para difamar al socialismo, un sofisma para justificar el carácter falaz y reaccionario de la propaganda burguesa.

    La ideología socialista forma a las masas populares como ente independiente dotado con la conciencia ideológica de la independencia y la facultad creadora, mientras las ideas burguesas reaccionarias las convierten en esclavas dóciles al dominio del capital, en desvalidas ideo-espirituales.

    En la sociedad capitalista, donde reinan la gobernación reaccionaria de los burgueses, la explotación y opresión del capital, es reprimida la conciencia de independencia de las masas populares, pisoteadas sin piedad sus aspiraciones y exigencias, refrenados y deformados su talento e inteligencia creadores. Los imperialistas y demás reaccionarios paralizan la sana mentalidad de las masas populares con todo tipo de mentiras y fraudes y difunden entre ellas ideas reaccionarias y corruptas costumbres burguesas. Esto es precisamente la represión ideológica que impide el desarrollo de la conciencia de independencia, y la criminal conjura encaminada a inyectar ideas reaccionarias a los pueblos.

    En el régimen socialista, las masas populares, solo si se pertrechan sólidamente con la ideología socialista, pueden liberarse definitivamente de la influencia y las restricciones de todo tipo de ideas viejas y realizar su exigencia de independencia, así como desarrollar plenamente la personalidad, la aspiración, la inteligencia y el talento de cada hombre. La ideología socialista, como la más revolucionaria destinada a defender y realizar la independencia de las masas populares, es un arma para la auténtica liberación ideológica, y la liberación del hombre, pues le indica el camino para su ilimitado desarrollo ideológico y espiritual.

    Es la síntesis del desarrollo ideológico de la humanidad, ya que ha tomado sobre sí y abarca todas las ideas progresistas que se avienen a la exigencia de las masas populares por la independencia; y siendo su cúspide, es la más avanzada, la de mayor magnitud. La labor de educación llamada a dotar a las masas populares con las ideas socialistas es para hacer realidad su aspiración y exigencia de independencia, de llevar una vida sana y abundante ideológica y culturalmente liberadas de las trabas de todo tipo de ideas viejas. El partido de la clase obrera educa al pueblo en las ideas socialistas en bien de este mismo, y esto es una prueba de su gran afecto y cuidado hacia él.

    Las actividades ideológicas y culturales de nuestro pueblo bajo el régimen socialista centrado en él y sus nobles rasgos ideológicos y espirituales atestiguan con nitidez la superioridad y el poderío de este sistema, de la ideología socialista y de la educación ideológica de nuestro Partido.

    En nuestro país, aun en medio de difíciles y complejas circunstancias, todo el pueblo está unido monolíticamente en torno al Partido y a su Líder, toda la sociedad se ha integrado en una gran familia armoniosa, y las personas, llenas de convicción y optimismo, viven y trabajan ayudándose y guiándose unas a otras como hermanos. Todos, según sus deseos y vocación, estudian a sus anchas, disfrutan diversas actividades culturales y espirituales y desarrollan su inteligencia y talento. Este es el auténtico aspecto de nuestra sociedad que va homogeneizándose con una sola idea, la socialista, gracias a la intensificación de la labor ideológica, bajo la dirección del Partido.

    Nos compete combatir de modo consecuente la ofensiva ideológica reaccionaria de los imperialistas y los renegados del socialismo y reforzar la educación en las ideas socialistas, de modo que el pueblo se convenza firmemente de lo científico, verídico e invencible que es el socialismo.

    La idea revolucionaria, la socialista, que debe poseer nuestro pueblo, es la doctrina Juche y la educación con ella constituye lo fundamental en la labor ideológica de nuestro Partido.

    Con la creación de la idea Juche, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, dilucidó los principios socio-históricos centrados en el hombre y colocó sobre una nueva base científica la ideología socialista. Al superar las limitaciones históricas de las anteriores doctrinas socialistas y todas las tergiversaciones oportunistas del socialismo y reflejar fielmente las exigencias de la nueva época histórica, la de la independencia, en la que las masas populares se han presentado como dueñas de sus destinos, la idea Juche desarrolló y perfeccionó la ideología y teorías socialistas desde un nuevo ángulo. Solo tomándola como guía directriz y aplicándola al pie de la letra, es posible impulsar con éxito y culminar la causa de las masas populares por la independencia, la causa socialista. Si nuestro Partido y pueblo han edificado con éxito el socialismo centrado en las masas populares aun en condiciones tan difíciles, y ahora lo defienden y lo hacen avanzar triunfalmente pese al brusco cambio de la situación internacional y a las severas circunstancias, esto se debe a que han tomado como guía rectora la idea Juche y la han materializado de manera consecuente. La vida prueba que esta es la ideología socialista más científica que corresponde a la exigencia de la época actual.

    También en el futuro debemos marchar con la bandera de la idea Juche en alto y aplicarla cabalmente en todas las esferas de la revolución y su construcción. Intensificando la educación de los militantes del Partido y otros trabajadores en esta doctrina, haremos que tengan una firme cosmovisión revolucionaria basada en ella y vivan y trabajen de acuerdo con sus exigencias.

    El colectivismo constituye el fundamento de la sociedad socialista y la ideología socialista es, en esencia, la colectivista.

    La exigencia del hombre, un ser social, por la independencia, puede realizarse con éxito solo mediante el colectivismo y este está encarnado en la sociedad socialista.

    La lucha de tú a tú entre el socialismo y el capitalismo es precisamente entre el colectivismo y el individualismo, y la superioridad del socialismo sobre el capitalismo es la del colectivismo sobre el individualismo. Se podría decir que el triunfo o el fracaso del socialismo depende de cómo se plasma el colectivismo. Armar firmemente con él a todos los miembros de la sociedad y aplicar de manera consecuente sus principios en todas las esferas de las relaciones, administración y vida sociales, constituye la garantía fundamental para desarrollar y perfeccionar el socialismo. El hombre debe poseer la concepción de vida colectivista que exige apreciar más los intereses colectivos que los personales, sacrificarse por la colectividad y buscar la felicidad y dignidad de la existencia en su confianza y amor, pues así puede cultivar las nobles cualidades ideológicas y espirituales correspondientes a su naturaleza como ser social y a los requerimientos de la sociedad socialista, y forjarse como genuino luchador por el socialismo. Debilitar la educación en el colectivismo y menoscabar sus principios en la sociedad socialista significa, precisamente, abandonar el socialismo y resucitar el capitalismo cimentado en el individualismo.

    Nuestro Partido ha educado sin descanso a sus militantes y otros trabajadores en el colectivismo, y aplicado estrictamente sus principios en todos los campos de la construcción socialista. Hoy, entre nuestro pueblo se pone de pleno manifiesto el noble espíritu colectivista de consagrar todo lo propio a la lucha por el Partido y el Líder, por la patria y la nación, y por la sociedad y el colectivo. Intensificando continuamente la formación en el colectivismo, debemos lograr que en toda la sociedad se establezca de lleno un ambiente de vivir y trabajar uno para todos y todos para uno.

    La fidelidad al Partido es la suprema expresión del colectivismo y la principal cualidad que deben poseer los revolucionarios comunistas.

    El partido de la clase obrera es el protector de la vida política de las masas populares y el orientador político que conduce su causa por la independencia a la victoria. Solo bajo su dirección ellas pueden tener una inapreciable vida política y disfrutar de una auténtica existencia y felicidad como ente social. Les toca guardar como su credo y deber moral revolucionarios ser fíeles al partido que les ha dado la vida política y guía su destino.

    El amor y la atención del partido engendran en el pueblo fidelidad hacia él. Pero, no todas las personas de por sí sienten con profundidad este amor y atención y llegan a tener una alta conciencia para corresponderles con lealtad. Si no se efectúa de manera sustancial la educación en la fidelidad, es probable que surjan ingratos también entre los que han crecido bajo la atención del partido. El partido de la clase obrera, a la vez que ejerce una correcta política en favor del pueblo, debe educarlo bien para que le sea fiel.

    Nuestro Partido, fundado por el gran Líder, camarada Kim Il Sung, es un partido probado y experto que lleva adelante con brillantez la causa revolucionaria del Juche, y un auténtico partido madre que protege la vida política de todos los miembros de la sociedad y los atiende cordialmente.

    Tenemos que educar constantemente a los militantes y otros trabajadores para que tengan una profunda confianza en nuestro Partido, lo apoyen y defiendan con firmeza, depositen en él su destino y sigan con lealtad su dirección.

    La manera de aceptar y ejecutar la línea y la política del partido constituye el principal indicador de la fidelidad hacia este. Le es fiel verdaderamente quien las acepta como las más justas y con ilimitada abnegación las ejecuta hasta sus últimas consecuencias.

    Los lineamientos y la política de nuestro Partido son estrategia y tácticas correctas de nuestra revolución, que encarnan la idea Juche y reflejan las exigencias e intereses de las masas populares y les sirven de guía en la lucha y vida. Nuestro Partido siempre se ha compenetrado con ellas para trazar la política en reflejo de sus demandas e intereses y la ha materializado con la movilización de su fuerza e inteligencia. Toda política de nuestro Partido recibe apoyo absoluto de las masas y estas se esfuerzan con tesón para llevarla a la práctica porque ella refleja de manera correcta su voluntad. Que los militantes de nuestro Partido y otros trabajadores la conozcan a fondo y la ejecuten puntualmente, viene a ser el camino para defender y hacer brillar nuestro socialismo y ofrecer una vida digna y feliz a todo el pueblo.

    Intensificando la educación en la política del Partido los orientaremos a todos a conocer a las claras su esencia y justeza, a que hagan de ella su credo invariable y la ejecuten de manera consecuente, sobre la base del principio de considerarlo definitivo e incondicional.

    Para hacer triunfar la causa del socialismo es indispensable pertrechar sólidamente a todos los miembros de la sociedad con las tradiciones revolucionarias y llevarlas adelante y desarrollarlas con pureza.

    Las tradiciones revolucionarias constituyen la raíz histórica del socialismo y el recurso ideológico y espiritual que asegura la continuidad de la revolución. El proceso de defender, llevar adelante y desarrollar la idea del líder que inicia el camino hacia el socialismo y las proezas que bajo su dirección las generaciones antecesoras de la revolución acumularon en la lucha sangrienta, es, precisamente, el proceso de culminar la causa socialista.

    La actitud y posición hacia las tradiciones revolucionarias devienen la piedra de toque que distingue la fidelidad de la traición a la causa de las masas populares por la independencia, la socialista, y la revolución de la contrarrevolución. Los genuinos revolucionarios y comunistas las defienden, llevan adelante y desarrollan, mientras que los oportunistas y los renegados de la revolución maniobran de modo avieso para suprimirlas. Los revisionistas contemporáneos y los traidores al socialismo, al desacreditar la posición y autoridad rectoras del líder y dar sepultura a las hazañas de las generaciones antecesoras de la revolución hicieron degenerar y derrumbaron el socialismo y mancharon gravemente su imagen. Cortar la raíz principal del socialismo, difamar a su líder y precursores que allanaron el camino de la revolución y negar los méritos históricos del socialismo, son los más viles e infames actos de traición e intrigas contrarrevolucionarias. La experiencia histórica demuestra que si se niegan y suprimen las tradiciones de la revolución, se interrumpe su continuidad y se pierden las conquistas del socialismo alcanzadas con sangre.

    Las tradiciones revolucionarias que nuestro Partido y pueblo deben heredar son las del Juche que el gran Líder, camarada Kim Il Sung, estableció mientras iniciaba y conducía a la victoria la revolución coreana, ardua sin precedentes. Estas gloriosas tradiciones de nuestro Partido, cuyo contenido principal es el sistema de ideología del Juche y el espíritu revolucionario comunista, los inapreciables méritos revolucionarios, las profundas y ricas experiencias de lucha, el método revolucionario y el estilo popular de trabajo, constituyen la eterna piedra angular de nuestra revolución. Nuestro Partido ha prestado siempre una atención profunda a defenderlas de modo resuelto, mantener su pureza y educar en ellas a todos sus militantes y demás trabajadores.

    Hoy día, en nuestro país dichas tradiciones se materializan brillantemente en todas las esferas de la construcción socialista y la vida social. Nos corresponde intensificar la educación en ellas de manera que todos los militantes del Partido y otros trabajadores las conozcan perfectamente, las lleven adelante y desarrollen para así hacer triunfar la causa socialista del Juche.

    La conciencia de la clase obrera constituye el núcleo de la ideología socialista y refleja la exigencia de las masas populares por la independencia y sus intereses fundamentales. Es, pues, una conciencia ideológica de la independencia.

    La clase obrera tiene un espíritu revolucionario y de independencia más fuerte y más propensión a la unidad que otras clases de la sociedad. Justamente es ella la que representa las exigencias y aspiraciones de las masas populares a vivir y progresar de modo independiente, y se pone a la vanguardia de la lucha para hacerlas realidad. La sociedad socialista es la encarnación de la exigencia de la clase obrera. En la lucha por el socialismo siempre deben mantenerse con firmeza su punto de vista y posición. La desviación de estos trae enseguida la alteración del socialismo, que implica la degeneración clasista. Los renegados del socialismo, bajo consignas engañosas como “nueva mentalidad”, “valor para el género humano”, etc., paralizaron la conciencia clasista, hicieron degenerar el socialismo en el plano clasista. La “nueva mentalidad” y el “valor para el género humano”, alejados del punto de vista y actitud de la clase obrera, son precisamente el modo de pensar y concepción de valor burgueses.

    Defender el punto de vista y la posición de la clase obrera y pertrechar a la gente con su conciencia se presenta como una importante tarea en todo el curso del desarrollo de la causa socialista. Desde luego, con el avance de la revolución y su construcción, el contenido concreto de la educación clasista puede variar en cierta medida, pero no se debe descuidar en ningún momento. Hay que intensificarla ininterrumpidamente aun después de implantado el régimen socialista, para no hablar ya del período de la lucha por establecerlo. Si se descuida en las condiciones en que siguen las conjuras de los imperialistas y sus cómplices, los elementos hostiles, para destruir el socialismo, se puede quedar desarmado en lo ideológico ante el enemigo. Por eso, incluso después de implantado el régimen socialista, no debe debilitarse en lo más mínimo la educación de la gente en la conciencia de la clase obrera.

    Hace mucho tiempo nuestro Partido aclaró que esta tarea constituye lo principal en la educación comunista y ha venido realizando de manera sostenida la educación clasista.

    Intensificándola en consonancia con las condiciones reales de hoy, debemos lograr que los militantes del Partido y demás trabajadores se imbuyan plenamente de la conciencia de la clase obrera, mantengan siempre su punto de vista y posición, odien y combatan de modo resuelto al régimen explotador y al imperialismo. Sobre todo, hay que prestar profunda atención a cultivar dicha conciencia en los integrantes de la nueva generación que no experimentaron la explotación y opresión, ni las duras pruebas de la revolución.

    La ideología socialista es un arma para la emancipación clasista y, al mismo tiempo, lo es para la liberación nacional; es una auténtica idea patriótica.

    El país, la nación, es la comunidad de personas que comparten un mismo destino, y formada a lo largo de la historia, y la causa del socialismo se realiza por país y nación. Los imperialistas pisotean la independencia de otros y azuzan a las naciones a enemistarse y enfrentarse.

    El camino del capitalismo conduce a la explotación y la opresión, a la desigualdad y subyugación nacionales. De ello son pruebas elocuentes la historia de las naciones oprimidas, que, privadas de la independencia por los imperialistas, se vieron obligadas a sufrir la esclavitud colonial, y la realidad de los países donde los renegados derrumbaron el socialismo y restablecieron el capitalismo. El socialismo se opone a toda clase de conjuras de agresión e intervención de los imperialistas y asegura la auténtica soberanía, independencia y prosperidad a los países y naciones.

    Llevar a buen término la revolución en cada país es el deber nacional que el partido de su clase obrera y su pueblo asumen ante la revolución mundial. Si se quiere hacerla bien, se debe amar a la patria, a la nación, y defender su independencia. A menos que se asegure esta, no puede realizar la de las masas populares. Solo si posee el espíritu de amar a la patria, la nación, puede asumir la actitud de dueño ante su revolución y luchar con abnegación por la causa socialista. Quien ama a su patria, su nación, y es fiel a su revolución, respeta la soberanía de otros y lucha resueltamente contra su violación. Los deberes nacional e internacional de la revolución están unidos en uno; y los comunistas fieles sin límites a la causa de la independencia de las masas populares son genuinos patriotas y, a la vez, auténticos internacionalistas.

    A fin de lograr que el pueblo sea leal a la causa socialista, es indispensable intensificar su educación en el patriotismo socialista. Hasta ahora, nuestro Partido la ha presentado como una importante tarea de la formación ideológica, e impulsado con dinamismo entre sus militantes y demás trabajadores.

    Hoy, nuestro pueblo está lleno de un alto orgullo y dignidad por vivir y hacer la revolución en el régimen socialista centrado en las masas populares bajo la dirección del Partido, ama ardientemente a la patria socialista del Juche y defiende firmemente las conquistas del socialismo, dando al traste con las conjuras antisocialistas y contra nuestra República que perpetran los imperialistas y otros reaccionarios. Con la intensificación de la educación en el patriotismo socialista debemos lograr que el pueblo, bien consciente de su misión como un pueblo revolucionario que defiende el baluarte del socialismo, luche con abnegación por el fortalecimiento y desarrollo de nuestra patria socialista.

    Hacer que todos los integrantes de la sociedad tengan rasgos morales nobles constituye un requisito importante para la consolidación y desarrollo del socialismo.

    La moral es un reglamento de acción social que se observa voluntariamente por la conciencia.

    En la sociedad de clases reviste un carácter clasista. En la sociedad de la clase explotadora, predomina su moral, que sirve para defender sus intereses y oprimir y explotar a las masas populares trabajadoras. La corrupción moral es un mal incurable de esta sociedad y llega a su punto álgido en la sociedad capitalista, donde el dinero lo domina todo. La sociedad socialista, donde el fundamento de las relaciones sociales lo constituyen la unidad y cooperación camaraderiles entre las personas, requiere establecer plenamente una nueva moral correspondiente a su naturaleza y, a medida que se acelera la edificación socialista, se incrementa más su función y papel social. No obstante, en el pasado, algunos países que construían el socialismo no le prestaron la atención merecida a este asunto, e incluso, se manifestó la desviación de considerar que si se subraya la moral se debilita el espíritu revolucionario. La moral no contradice el espíritu revolucionario, sino, más bien, lo consolida. Cuando el socialismo implanta una moral conveniente a su naturaleza y se levanta sobre su firme base, se fortalecen la unidad político-ideológica de las masas populares, se establece un ambiente de vida sana y revolucionaria en toda la sociedad y se impulsa con energía su construcción.

    La moral socialista es colectivista y se basa en la noble camaradería y la obligación moral revolucionaria. Es de un nivel superior puesto que ha heredado los mejores y bellos rasgos que vinieron forjándose entre las masas del pueblo trabajador a lo largo de la historia y los ha desarrollado en nueva forma conforme a la exigencia intrínseca de la sociedad socialista. El parámetro del carácter progresista de la moral lo constituyen la exigencia de independencia de las masas populares y sus intereses. Estos, además de ser el cartabón político que distingue el progreso de la reacción, sirven de criterio moral que diferencia el bien del mal. Un acto, si se adapta a la demanda de independencia de las masas populares y a sus intereses, es moralmente noble, y si no, es inmoral. La concepción de la moral colectivista socialista es, precisamente, considerar incomparablemente más digno y feliz vivir en bien de la sociedad y la colectividad, ayudándose y guiándose sobre la base de la camaradería y la obligación moral revolucionarias, que perseguir solo comodidades personales sin importar lo que pase a otros.

    Hoy día en nuestro país la moral socialista se ha asentado en el corazón de las personas y se ha hecho parte de su vida, y por dondequiera se manifiestan a plenitud los nobles y hermosos rasgos comunistas. Nuestro pueblo considera como su sublime deber moral apreciar como vida, defender y hacer prosperar el socialismo de nuestro país, centrado en las masas populares, que resalta la dignidad y la existencia del hombre, y toma por su obligación moral revolucionaria, corresponder con fidelidad a la confianza y la atención del Partido y el Líder, que le han dado la preciosa vida política y le profesan el afecto paternal. Las hermosas conductas que se manifiestan en amar sin límites a los camaradas y no vacilar en consagrar todo lo suyo en bien de estos se han convertido en un fenómeno corriente en nuestra sociedad.

    Nuestra unidad con una sola voluntad es la más sólida, por ser la aglutinación monolítica del Líder, el Partido y las masas tanto desde el punto de vista de lo ideológico-volitivo como desde el de la moral y del sentido de obligación ética, y nuestro socialismo es invencible porque se fundamenta en una sola ideología y convicción y en las relaciones de amor y confianza. La experiencia muestra que solo cuando el socialismo se arraiga profundamente en el corazón y la vida de las personas, implantando un ambiente de respeto a la moral socialista en toda la sociedad, es posible defender con firmeza su causa y guiarla hasta la victoria cualesquiera que sean las pruebas. Intensificando continuamente la educación en la moral socialista, debemos lograr que todos los miembros de la sociedad consideren como su sublime deber moral salvaguardar y hacer prosperar el socialismo y lo hagan parte de su vida y su concepto de la existencia humana.

    La educación de las personas en las ideas socialistas se acompaña de la lucha contra toda clase de factores ideológicos ajenos a lo socialista.

    El proceso de imbuirles las ideas socialistas y erradicar de su mente las caducas deviene una seria lucha ideológica para acabar definitivamente con el capitalismo en su mentalidad y conciencia. Su objetivo no es el hombre mismo, sino los vestigios de las viejas ideas que perduran en su mente y las ideologías reaccionarias que penetran desde afuera.

    Debemos dar rienda suelta a la educación y la lucha ideológicas entre los militantes del Partido y otros trabajadores, para erradicarles de cuajo el individualismo, el egoísmo y otros remanentes de ideas trasnochadas.

    Sobre todo, debemos fortalecer entre los cuadros la lucha contra el abuso de poder, el burocratismo y los actos injustos y depravados, que son productos de la sociedad explotadora y que brotan del individualismo y el egoísmo. Estos son intolerables en la sociedad socialista. Aquí los cuadros no son burócratas que se enseñorean por encima del pueblo, sino sus servidores. Si se fomentan entre ellos tales actos, se agrietan la unidad y cohesión entre el partido y las masas populares y el socialismo no puede mostrar su vitalidad. El desmoronamiento del socialismo en varios países también está relacionado con el fomento de esos fenómenos. Con miras a defender el socialismo y hacerlo avanzar, hay que librar una lucha intransigente contra las expresiones, aunque sean mínimas, de abuso de poder burocratismo y actos injustos y corruptos, hasta eliminarlos por completo.

    Las ideas y el modo de vida burgueses son un veneno que convierte a las personas en desvalidas espirituales. Con la penetración ideológico-cultural en otras naciones, los imperialistas maniobran interrumpidamente para contagiarlas con males de índole ideológica y someterlas a su dominación y control mediante su descomposición desde adentro. Ese es un medio de agresión e intervención que perpetran bajo el rótulo de “colaboración” e “intercambio”, y un avieso método de desintegración encaminado a paralizar la sana conciencia ideológica de las personas y corromperlas y depravarlas con el veneno de la ideología burguesa reaccionaria. Con vistas a defender y salvaguardar el socialismo y asegurar el desarrollo independiente de la nación, es indispensable combatir la penetración ideológico-cultural imperialista.

    Hoy, los imperialistas y los demás reaccionarios actúan con obstinación para insuflar en nuestro seno los vientos de la liberalización burguesa. Nos corresponde impedir la penetración desde afuera de las ideas burguesas y todas otras reaccionarias y el modo de vida burgués.

    El revisionismo es una corriente ideológica del oportunismo contrarrevolucionario que esteriliza los principios revolucionarios del socialismo. Su mayor cualidad nociva consiste en negar la posición y el papel del partido y el líder en la revolución y su construcción, debilitar la función del poder socialista, crear ilusiones sobre el capitalismo y desarmar a los pueblos en el plano ideológico. En fin conduce a renunciar al socialismo y pasar al capitalismo.

    Hay que conocer a ciencia cierta su esencia reaccionaria y peligrosidad y oponerse y rechazar de manera tajante a todo género de sus corrientes ideológicas.

    Una garantía importante para dar al traste con las conjuras antisocialistas de los enemigos de clase y culminar la causa socialista radica en pertrechar firmemente a las personas con las ideas socialistas. En el futuro, al igual que hasta ahora, impulsaremos con fuerza la educación de los miembros del Partido y otros trabajadores en estas ideas.



    En la sociedad socialista la labor ideológica debe realizarse con arreglo a los principios y métodos idóneos al requerimiento intrínseco del socialismo.

    Una vez definidos de manera correcta el deber y contenido de la labor ideológica, su éxito depende de qué principios y métodos se aplican. Solo de efectuarla según principios y métodos apropiados a la exigencia intrínseca del socialismo, es posible llevar a buen término la educación y la transformación de todos los miembros de la sociedad conforme a la ideología socialista.

    En la sociedad socialista hay que impulsarla con pujanza bajo la guía del partido de la clase obrera como una obra de todo el partido, de todo el Estado y toda la sociedad.

    Nuestra labor ideológica está destinada a dotar de modo firme a las masas populares de las ideas socialistas para consolidar la posición ideológica del socialismo en todas las esferas de la revolución y su construcción y poner en plena acción el celo revolucionario y la actividad creadora de las masas. Por eso, los organismos del Partido y del Estado, las organizaciones de trabajadores y demás órganos y agrupaciones, acorde a sus misiones y deberes, tienen que efectuar el trabajo para imbuir a las masas populares las ideas socialistas mientras que los funcionarios de todos los sectores y unidades tienen que dinamizar la labor ideológica, labor política entre las masas.

    Asegurar con firmeza la dirección del partido de la clase obrera constituye el principio más importante en la labor ideológica.

    El partido de la clase obrera es la organización política suprema que conduce la revolución y su construcción, y, al margen de su guía, es imposible que esa tarea se efectúe de modo unificado, a tenor del requisito del cumplimiento de la causa socialista. Solo asegurando de pleno la dirección del partido es posible preservar el carácter revolucionario y socialista del trabajo ideológico, y hacer que en toda la sociedad predomine una sola ideología, la socialista, impidiendo la penetración de ninguna idea espuria en esta esfera. El partido de la clase obrera debe tomar firmemente las riendas de la labor ideológica y no retroceder ni un paso en su dirección. La conciliación y la concesión en el campo ideológico significan la degradación y el fracaso. Debilitar o negar la dirección del partido de la clase obrera sobre la labor ideológica constituye una estratagema dirigida a destruir la posición ideológica del socialismo e introducir y difundir las ideas reaccionarias burguesas.

    El partido de la clase obrera debe oponerse y rechazar de modo categórico todas las maniobras encaminadas a rehusar su dirección sobre la labor ideológica y controlarla y orientarla en forma unitaria. Además de programarla y realizarla directamente, por conducto de sus organizaciones a todos los niveles, debe controlar y dirigir la prensa, el arte y la literatura y demás sectores ideológicos y culturales, así como los órganos estatales, las agrupaciones de trabajadores y las instituciones docentes de modo que realicen con eficiencia la educación de las masas de acuerdo con sus misiones y deberes.

    La prensa, el arte y la literatura son poderosas armas ideológicas para educar, organizar y movilizar a las masas. En la sociedad socialista estos y los demás medios ideológicos y culturales deben servir estrictamente para defender y llevar adelante la causa socialista bajo la dirección del partido y de conformidad con las exigencias de las masas populares por la independencia. Si quedan fuera de la dirección y control del partido de la clase obrera, pueden utilizarse como instrumentos de la contrarrevolución. Prueba elocuente de ello es el hecho de que en algunos países que construían el socialismo, los renegados y otros reaccionarios los tomaron en sus manos y los utilizaron para atacar su régimen social. El partido de la clase obrera tiene que controlarlos estrictamente y elevar ininterrumpidamente su papel, de manera que todos cumplan de modo irreprochable su misión y deber en el frente ideológico del socialismo. El Estado socialista dirige y administra en forma unificada todas las esferas de la vida social como la política, la económica y la cultural. La facultad de educador ideológico y cultural constituye una de sus principales atribuciones.

    Observando el principio socialista y poniendo en pleno manifiesto la superioridad del socialismo en su administración y dirección de sus órganos, de la economía y de otras esferas de la vida social, debe asegurar una satisfactoria vida material al pueblo de acuerdo con la exigencia socialista y, al mismo tiempo, crearle suficientes condiciones para que pueda disfrutar plenamente de actividades ideológicas y culturales, sanas y provechosas. A los órganos del Estado les compete elaborar bien las normas legales y los reglamentos socialistas y establecer un ajustado orden de administración socialista en todas las esferas, así como dirigir y controlar a la población para que los observe a conciencia. Conducir y administrar todos los campos de la vida social según los principios y requerimientos socialistas, desempeña un gran papel para hacer que la población asimile las ideas socialistas mediante la práctica y habituarla a la vida socialista, y, al mismo tiempo, constituye una garantía importante para impedir el resurgimiento de las viejas ideas dentro de la sociedad socialista y su infiltración.

    Al propio tiempo que desarrolla activamente el intercambio y la cooperación económicos y culturales con otros países sobre la base de los principios de la igualdad y beneficio mutuo, el Estado socialista debe prestar debida atención a impedir que en este proceso penetren ideas reaccionarias y la cultura y el modo de vida burgueses degenerados. Si los órganos estatales organizan sin ton ni son los intercambios y cooperación económicos y culturales con el exterior, echando al olvido los principios socialistas, se abrirá paso a la penetración ideológico-cultural imperialista y vendrá la grave consecuencia de poner en peligro el socialismo. El Estado socialista tiene que tomar medidas administrativas y legales para proteger al régimen socialista y al pueblo de la infiltración ideológica y cultural de los imperialistas.

    En la sociedad socialista, las organizaciones de trabajadores son agrupaciones políticas que abarcan a los miembros de la sociedad por clases y capas, y su misión principal es la educación ideológica de sus integrantes, así que son organizaciones de educación ideológica. En la sociedad capitalista, donde reinan la explotación y la opresión y se enfrentan los intereses de diversas clases y capas, las organizaciones de masas tienen como su deber principal luchar en defensa de los intereses de sus respectivas clases y capas. Sin embargo, en la sociedad socialista, donde se han liquidado las relaciones antagónicas de clases, son radicalmente distintos las misiones y deberes de estas agrupaciones. Como el pueblo es el dueño del Estado y la sociedad y los intereses de todos sus sectores están identificados, estos están incluidos en los del Estado y de todo el pueblo, y en la prosperidad común de la sociedad está la felicidad de cada miembro suyo. Por esta razón, las organizaciones de trabajadores tienen como misión principal educar y guiar a sus miembros a cumplir con su responsabilidad y papel como protagonistas del Estado y la sociedad. Si ellas abogan solo por los “intereses” de las clases y capas que abarcan, como ocurre en las de la sociedad capitalista, esto significaría oponer esos “intereses” a los del partido, el Estado y el pueblo, y tales agrupaciones terminan por convertirse en antiestatales y antisocialistas. Si en algunos países que construían el socialismo los partidos perdieron en el enfrentamiento a la contrarrevolución por no haber logrado aglutinar a su alrededor a amplias masas, una de sus causas principales está en que no ejercieron una eficaz dirección sobre las organizaciones de trabajadores. El partido de la clase obrera debe orientarlas correctamente para que con una eficiente educación de sus miembros conforme a su misión y características los agrupen con solidez en torno al partido y los movilicen activamente en la edificación del socialismo.

    Sobre todo, tiene que prestar una profunda atención a que las organizaciones juveniles cumplan satisfactoriamente su papel.

    La perspectiva de la revolución y el porvenir del socialismo dependen de cómo se preparan los integrantes de la joven generación. En la sociedad socialista estas organizaciones son reservas políticas del partido de la clase obrera y asumen el honroso deber de forjar a los integrantes de la nueva generación como confiables continuadores de la causa socialista. Si ellas, en lugar de canalizar los esfuerzos en su tarea principal, se inclinan a tales y más cuales actividades administrativo-prácticas, no pueden educarlos y formarlos en las ideas socialistas. Y si debilitan la labor ideológica, es posible que los integrantes de la nueva generación no trabajen con abnegación en aras del partido y la revolución, la patria y el pueblo, sino persigan solo comodidades personales y se dejen contagiar por los vientos de liberalización capitalista, que soplan desde afuera. El partido de la clase obrera debe intensificar la dirección sobre las organizaciones juveniles para que estas fortalezcan la labor ideológica en conformidad con su deber básico y las características de los jóvenes y los formen como excelentes relevos de la revolución.

    En la sociedad socialista las instituciones de enseñanza deben realizar grandes esfuerzos en la educación ideológica de la gente, sobre todo de los miembros de la nueva generación.

    Como todos estos están incorporados a determinados sistemas de enseñanza, las instituciones docentes asumen un deber de mucho peso en su formación e instrucción. La enseñanza socialista no es una labor profesional encaminada a enseñar meramente la técnica y otros conocimientos, sino una importante empresa para formar cuadros revolucionarios. Las instituciones educacionales, a la par que enseñan a los integrantes de la nueva generación los últimos logros de las ciencias y técnica y otros conocimientos, conforme a los principios de la pedagogía socialista, deben intensificar la educación ideológica para prepararlos como competentes cuadros revolucionarios fieles a la causa del socialismo.

    En la sociedad socialista, los funcionarios de todos los sectores y unidades deben efectuar la labor ideológica, la labor política.

    El trabajo político es el primer proceso de todas las actividades. Solo si se efectúa con tacto este trabajo llamado a educar y poner en acción a las personas, es posible movilizar su entusiasmo revolucionario y actividad creadora y cumplir así con éxito las tareas revolucionarias.

    La labor política no solo incumbe a los funcionarios del partido y del sector del trabajo ideológico. En la sociedad socialista, deben realizarla todos los funcionarios, independientemente de los sectores y unidades a que pertenezcan, y de las tareas que tengan. Los funcionarios de todos los sectores, entre otros el político, el económico, el cultural y el militar, deben efectuar con vigor, sin excepción, la labor política, la labor con la gente, considerándola como un importante deber revolucionario, como el primer paso de la ejecución de las tareas revolucionarias.

    Hoy, en nuestro país todas las organizaciones del Partido, organismos estatales, instituciones ideológico-culturales y educacionales, y agrupaciones de trabajadores realizan, a tenor de sus misiones y deberes, la tarea de educar y transformar con las ideas socialistas a los militantes del Partido y otros trabajadores, y a los jóvenes y niños, así como los funcionarios de todos los sectores y las unidades cumplen con éxito las tareas revolucionarias anteponiéndoles la labor política. También en el futuro, bajo la dirección del Partido la desplegaremos con dinamismo convirtiéndola en una actividad de todo el Partido, todo el Estado y toda la sociedad, y así daremos mayor solidez a la posición ideológica del socialismo.

    En la sociedad socialista se debe convertir la educación y transformación de las personas en una tarea de las propias masas.

    La transformación ideológica es para y de las masas populares. Como estas son dueñas de su destino, lógicamente deben ser artífices en su propia transformación ideológica y participar como tales en esta tarea. Cuando se convierte en obra de las masas y las incorpora de manera activa, puede llevarse a buen término.

    Para convertirla en una obra de las mismas masas populares es de suma importancia desplegar con fuerza diversas formas de movimientos masivos correspondientes. En estos movimientos se educan recíprocamente las amplias masas.

    En cada etapa de la revolución nuestro Partido los inició e impulsó con fuerza conforme a sus exigencias y al nivel de preparación política e ideológica de las masas. Después de la liberación, organizó la Campaña de Movilización Ideológica General para la Construcción del Estado, mediante la cual liquidó los residuos ideológicos del imperialismo japonés y del feudalismo y pertrechó a las personas con el espíritu de edificar el Estado, y en el período posbélico, cuando la construcción socialista, desplegó con dinamismo el Movimiento Chollima4 y obtuvo así éxitos relevantes en la educación y transformación de las personas por vía socialista. Hoy, cuando se presenta en primer plano la obra de transformar toda la sociedad según la idea Juche, desarrolla el Movimiento por la Bandera Roja de las Tres Revoluciones, para impulsar fuertemente las revoluciones ideológica, técnica y cultural, y de esta manera forma a todos los miembros de la sociedad como revolucionarios, comunistas de tipo jucheano.

    En nuestro país las amplias masas participan activamente en el movimiento de transformación ideológica y todas las personas educan y son educadas. Las conductas comunistas de los obreros y campesinos comunes influyen tanto a las masas como a los cuadros, y los actos heroicos de los soldados de fila a sus comandantes. En lo adelante seguiremos impulsando con pieza el movimiento de transformación ideológica de las masas, a tenor de su nivel de preparación y las exigencias de la revolución.

    En este movimiento es importante promover y desarrollar de manera activa los ejemplos positivos y generalizarlos ampliamente entre las masas. Los ejemplos positivos son crítica muda a lo negativo y provocan una gran simpatía entre las personas. En la sociedad socialista, donde prevalece lo positivo, hay que tomar como lo principal el método de influenciar con ejemplos positivos a las masas para su educación y transformación. En el proceso de la ardua pero gloriosa lucha en medio de la cual avanzó nuestra revolución, surgió un gran número de auténticos revolucionarios, comunistas, y heroicos soldados que consagraron todo lo suyo a la lucha por el Partido y el Líder, por la patria y el pueblo. Los precursores revolucionarios antijaponeses, los héroes de la Guerra de Liberación de la Patria, los hombres de méritos en la construcción socialista y los héroes desconocidos constituyen brillantes modelos de revolucionarios comunistas. Nuestro Partido ha impulsado con dinamismo entre sus militantes y otros trabajadores la labor de inducirlos a aprender de los nobles rasgos ideológicos y espirituales que mostraron aquellos.

    La impresionante realidad de que entre nuestro pueblo se manifiestan a plenitud los bellos rasgos comunistas, demuestra fehacientemente la vitalidad de la educación con ejemplos positivos y del movimiento de transformación ideológica de las masas. Impulsando con fuerza este movimiento, debemos transformar sin tregua las ideas de las personas y hacer que en la sociedad se manifieste más el hermoso estilo de vivir y trabajar de manera comunista.

    La educación ideológica debe realizarse mediante el estudio y la vida orgánica y vinculándose estrechamente con la práctica revolucionaria. El estudio, la vida orgánica y la práctica revolucionaria constituyen importantes eslabones y eficientes métodos de la educación ideológica.

    Con el estudio, las personas se superan en el plano ideológico y adquieren nutrientes ideológicos y espirituales para la revolución. Solo haciéndolo con aplicación, es posible adquirir una firme cosmovisión revolucionaria y seguir llevando a buen término la lucha revolucionaria y la labor de construcción. En la sociedad socialista, se debe procurar que todos hagan del estudio parte de su vida y lo efectúen con ahínco y cotidianamente.

    En nuestro país está establecido y funciona normalmente un ordenado sistema que permite estudiar a todo el Partido, todo el pueblo, todo el ejército, y todos los miembros de la sociedad aprenden a conciencia, asistiendo a los estudios regulares, las conferencias y otras sesiones colectivas. Esta actividad se ha convertido en una parte de la vida cotidiana, en un hábito social. Nos corresponde establecer más estrictamente un ambiente revolucionario de estudio y hacer que todos estudien con afán.

    La vida orgánica revolucionaria constituye el crisol de la forja ideológica y escuela de la formación revolucionaria. Mediante ella, las personas reciben una educación político-ideológica y se forjan como revolucionarios. Las actividades de los militantes del Partido y de otros trabajadores en sus respectivas organizaciones, son político-ideológicas, tendentes a realizar sus exigencias de la vida política, y el que todos los miembros de la sociedad desplieguen actividades dentro de determinadas agrupaciones políticas constituye un modo de vivir político-ideológico, apropiado a la naturaleza de la sociedad socialista. En nuestro país todos los trabajadores y los jóvenes y niños escolares son miembros de las organizaciones del Partido y de sus respectivas agrupaciones, y actuando en ellas, reciben la educación político-ideológica y dignifican su vida política. Si aquí se realizan bien la educación y la transformación de las personas con las ideas socialistas, esto se debe en gran medida a que todos los miembros de la sociedad se educan mediante las actividades organizativo-políticas. Debemos lograr que todos los militantes del Partido y otros trabajadores, los jóvenes y niños escolares posean un correcto punto de vista y actitud en cuanto a sus organizaciones y participen a conciencia y con honestidad en sus actividades.

    La ideología del hombre se forja y consolida en el proceso revolucionario y se prueba en la práctica.

    También los residuos de las viejas ideas se revelan en la práctica. Hay que realizar la educación ideológica en estrecha vinculación con la práctica revolucionaria, pues así es posible superarlos y dotar bien a las personas con las ideas socialistas. Al convertir el cumplimiento de las tareas revolucionarias en proceso de superación y forja ideológicas, nuestro Partido ejecuta de modo irreprochable la tarea de educar y transformar a las personas en la práctica.

    Nos compete hacer que los miembros del Partido y otros trabajadores asimilen y consoliden las ideas socialistas y se fogueen ideológicamente en medio de la lucha práctica por el fortalecimiento y desarrollo de la patria y la digna existencia socialista.

    Hay que poner coto definitivamente al método administrativo y al formalismo en la labor ideológica y realizarla de modo original y sustancial.

    Uno y otro son muy dañinos, no tienen nada que ver con el método de trabajo del partido de la clase obrera, y son intolerables en la labor ideológica. Si el partido de la clase obrera, por tomar el poder, impone su ideología valiéndose de su autoridad o recurre solo a las formalidades y esquemas en la labor ideológica, sin prestar atención al contenido, es imposible educar y transformar a las personas. Aplicar métodos administrativos y formalistas en esta labor es una actitud errónea para efectuarla con facilidad, sin hacer esfuerzos. Si se toleran, no es posible transformar la ideología del hombre, y, a la larga, traerá la grave consecuencia de derribar la posición ideológica del socialismo.

    En la sociedad socialista la educación ideológica debe llevarse a cabo, en todos los casos, con métodos explicativos y persuasivos, en conformidad con el requerimiento esencial del socialismo y las características de la labor de transformación ideológica. Por naturaleza, la idea no puede imponerse, ni obligarse a la gente a asimilarla por la vía administrativa. El partido de la clase obrera, valiéndose de dichos métodos, debe educar con paciencia y constantemente a las personas para que acepten como suyas las ideas socialistas, y hagan de ellas su firme credo.

    En la educación ideológica es importante aplicar diversas formas y métodos conforme a las características y el nivel de preparación de las personas a quienes se dirige. Con una sola receta no pueden alcanzarse éxitos, ya que son distintos el nivel de conciencia ideológica y conocimientos de las personas, sus caracteres y vocaciones, y sus antecedentes de vida y condiciones de trabajo. Hay que eliminar el viejo molde del formalismo en la labor ideológica y realizarla efectivamente con nuevas formas y métodos correspondientes a las características y el nivel de preparación de las personas.

    Cuando se elabore un material de propaganda o de agitación, hay que hacerlo con esmero para asegurarle la veracidad, la cientificidad y amabilidad, y cuando se organicen cursillos, conferencias o charlas explicativas, se prepararán con mucho empeño.

    A fin de desplegar sustancialmente la labor ideológica, es necesario establecer entre los funcionarios un ambiente de constante compenetración con las masas para educarlas, trabajando junto a ellas y respirando el mismo aire que ellas.

    Tempranamente, nuestro Partido lanzó la consigna: “¡Todo el Partido, a compenetrarse con las masas!” y orientó a los funcionarios a realizar entre estas la labor ideológica al estilo de la Guerrilla Antijaponesa. Todos nuestros funcionarios, en acato a las exigencias del método de trabajo tradicional del Partido, deben considerar como su cometido y deber principal acercarse a las masas y estar siempre entre ellas para realizar con éxito la labor de educarlas y transformarlas con las ideas socialistas.

    Prestar atención primordial al factor ideológico y priorizar con seguridad la labor ideológica constituye un principio invariable de nuestro Partido en su dirección sobre la revolución y su construcción. También en el futuro, aplicando con rigor el principio de intensificar la labor ideológica y anteponerla a otras tareas, nuestro Partido defenderá y llevará a buen término la causa socialista del Juche.

    El socialismo es el futuro de la humanidad y su movimiento es un gran movimiento de las masas populares para crear un mundo nuevo, independiente. Por la lucha consciente de ellas, este movimiento avanza y triunfa. El movimiento socialista mundial saldrá victorioso, sin dudas, por la lucha de las masas populares concientizadas y unidas sobre la base de las ideas socialistas.