Nuestro pueblo acabó de festejar solemnemente con un alto orgullo y dignidad nacionales el aniversario 80 del nacimiento del gran Líder, camarada Kim Il Sung. Tanto el pueblo de la parte Norte de Corea como los hermanos del Sur y todos los demás connacionales radicados en el extranjero lo celebraron con significación, como la máxima fiesta de la nación.
Los actos conmemorativos se efectuaron como un gran festival político internacional sin precedentes en medio de los cordiales votos de los pueblos revolucionarios del mundo. En el acto que tuvo lugar en Pyongyang, capital de la revolución, participaron más de 420 delegaciones procedentes de más de 130 naciones del mundo, entre otras, numerosas con nivel de jefe de Estado y partido y le tributaron un entusiasta parabién. Diversificados actos conmemorativos del aniversario 80 del nacimiento del gran Líder se organizaron también en muchos otros países del mundo. La historia no conoce un gran festival político común de la humanidad tan solemne como los mencionados actos.
Estos actos, efectuados cuando los imperialistas y otros reaccionarios recurrían a maniobras perversas contra el socialismo y nuestra República, tienen una trascendencia verdaderamente grande. Al efectuarse en medio de la ardiente bendición de todo el mundo, mostraron sin reservas la grandeza de nuestro Líder y la superioridad del socialismo a nuestro estilo, centrado en las masas populares, que él estableció y dirige. Devinieron acontecimientos históricos que dieron a nuestro pueblo un gran honor y alegría por tener al gran Líder y la convicción en la victoria del socialismo a los pueblos revolucionarios del mundo.
Tener un clarividente líder constituye la mayor fortuna para el pueblo. Los amigos de diversos países del mundo que participaron en el acto conmemorativo nos envidiaron sin límites, expresando por unanimidad que tener al Líder en el gran camarada Kim Il Sung viene a ser la fortuna más grande del pueblo coreano.
Las masas populares son dueñas de su destino, que lo forjan con propia fuerza, y el sujeto de la historia. Pero el tiempo en que pueden ocupar la posición de dueñas de su destino y sujeto de la historia y desempeñar el papel como tales es únicamente cuando tienen un líder clarividente. Si durante largo tiempo del pasado no podían ser dueñas de su destino, se debió a que no se percataron de su propia exigencia por la independencia y de su fuerza, ni se aglutinaron como únicas fuerzas políticas, lo cual se relacionaba con la falta de una correcta dirección. No bien la clase obrera apareciera en el escenario de la historia, las masas populares llegaron a tener la clase orientadora capaz de conducir la lucha por realizar su independencia. Pero tampoco esta clase puede cumplir con su misión como clase orientadora al margen de la correcta dirección de un líder político. Si se establece el régimen socialista se crean las condiciones socio-económicas que permiten a las masas populares ocupar la posición de dueñas y desempeñar el papel como tales en la sociedad, pero esto no significa que ellas pueden forjar su destino por sí solas. Si no se asegura la correcta dirección, tampoco en la sociedad socialista pueden ocupar su posición como dueñas.
Que las masas populares pueden forjar con éxito su destino, sólo cuando reciben la dirección de un líder clarividente, está probado elocuentemente por la historia de lucha de nuestro pueblo. Desde antaño, la nuestra ha sido una nación homogénea de misma sangre, ingeniosa y valiente, que vivía creando una brillante cultura en un mismo territorio. Sin embargo, en el pasado, por no tener un dirigente capaz de conducir a ella y el país, nuestro pueblo cayó en la situación del esclavo colonial, objeto de toda clase de desprecios y humillaciones e incapaz de demostrar su superioridad. Si ahora se ha convertido en un gran pueblo que ha tomado firmemente en sus manos su propio destino y pone de pleno manifiesto su inteligencia, es gracias a que tiene al Líder a la cabeza de la revolución. La grandeza del pueblo es, precisamente, la del líder. No se determina por la amplitud del territorio o el número de la población, sino por el líder que tiene. Desde luego, el líder nace de entre el pueblo, pero el gran líder no surge sólo cuando el pueblo es poderoso. También la nación pequeña y débil, despreciada y oprimida, puede dar a luz un gran líder. Pero no puede surgir un gran pueblo al margen del gran líder. Repito que el pueblo puede ser grande solo cuando tiene un gran líder. La grandeza del pueblo puede heredarse con brillantez, de generación en generación, solo cuando igual pasa en la dirección del líder.
La historia conoce incontables dirigentes renombrados, pero ningún líder tan grande como el nuestro. Nosotros, los comunistas, aunque no confiamos en Dios, decimos que nuestro Líder es un gran hombre bajado del cielo. Un amigo de cierto país expresó que si bien no creía en Dios hasta entonces, consideraba como venido del cielo al Presidente Kim Il Sung. Nuestro Líder posee una extraordinaria naturaleza que lo distingue de todos los demás en la perspicacia ideo-teórica, la capacidad de dirección y las virtudes. A lo largo de la historia existieron gran número de grandes hombres que cobraron fama por su distinguida naturaleza y cualidades, pero ninguno que las poseía tan destacadas como las de nuestro Líder. El estimado camarada Kim Il Sung encarna a un nivel supremo toda la naturaleza y cualidades propias de un gran hombre. Por tanto, todo el mundo lo elogia como el más grande de los grandes que conoce la humanidad.
Nuestro Líder es un gran ideólogo y teórico que posee una extraordinaria perspicacia sobre esa esfera. La historia ideológica de la humanidad no conoce aún un ideólogo y teórico tan grande como nuestro Líder.
Este dio claras respuestas a los problemas teóricos y prácticos presentados en todas las esferas de la revolución y su construcción. Su ideología y teoría son, literalmente, una enciclopedia. En la Enciclopedia Kim Il Sung, recién publicada en la India, las obras de este y en libros explicativos de su ideología y teorías, editados en muchos países del mundo, elogian en alto grado sus destacadas ideas y teorías enciclopédicas. Nuestro Líder dio claras respuestas ideológicas y teóricas a todos los problemas presentados en la revolución y su construcción. Cada vez que reciben las enseñanzas del Líder, nuestros funcionarios se quedan admirados ante su extraordinaria clarividencia, amplia visión y profundos y claros conocimientos. También las personalidades extranjeras recibidas por el Líder, independientemente de que fueran políticos o científicos, se impresionan y no escatiman alabanzas ante su clarividencia y amplia visión.
Las ideas y las teorías del Líder no solo son enciclopédicas, sino que también se caracterizan por la originalidad. El desplegó originalmente todas las ideas y teorías. Desde los primeros días en que emprendió el camino de la revolución, rechazó el dogmatismo en la búsqueda de las ideas y las teorías y las dilucidó originalmente según la exigencia de la época de la independencia.
La riqueza, la profundidad y la originalidad de las ideas y las teorías del estimado Líder no son concebibles al margen de su distinguida perspicacia, extraordinaria capacidad de búsqueda y gran práctica revolucionaria. El Líder no solo se distingue por su clarividencia y capacidad de analizar, sino que también tiene una memoria extraordinaria. Todos se admiran ante el Líder, quien hasta hoy, cuando tiene 80 años de edad, recuerda con frescura incontables anécdotas sucedidas en su niñez, en el período de sus actividades revolucionarias incipientes, en fin, durante toda su vida. También se destaca por su capacidad de búsqueda. Ningún momento cesa de meditar y buscar. Hoy también, lee, sin omitir nada, desde los materiales sobre la situación política de diversos países del mundo y los científicos y técnicos, hasta las novelas escritas por nuestros literatos. Para aliviar su excesiva carga de lectura, grabo en cinta cosas como las novelas y se la entrego. Cuando digo que el Líder lee muchos y diversos materiales y libros, esto no es, de ninguna manera, motivo para hablar que sus ideas y teorías se han concebido en un gabinete de estudio. El enseñó que no vale un bledo estudiar las teorías como meras ciencias, separadas de la práctica. Su credo es que la teoría debe ser para la práctica, emanar de la práctica y comprobarse por la práctica. La práctica revolucionaria extraordinariamente inmensa y grande, hecha por el Líder a lo largo de toda su vida, devino, precisamente, en fuente de sus ideas y teorías tan originales y abundantes. Durante poco menos de 70 años en que dirigía la revolución y su construcción, el Líder realizó las más profundas y ricas experiencias y hazañas y, generalizándolas, sintetizó globalmente las ideas, las teorías y los métodos del Juche.
Sus actividades ideológicas y teóricas son penetradas enteramente por el carácter popular. Indicar la correcta orientación y vías de lucha a las masas populares en reflejo acertado de sus exigencias por la independencia y sus intereses, es el deber más importante del dirigente de la revolución. Las masas populares son poseedoras de una inagotable inteligencia, pero sus exigencias e intereses se convierten en ideas y teorías que representan la época, solo cuando se analizan, sintetizan y sistematizan. Quien lo hace y generaliza las experiencias de lucha acumuladas por las masas populares para luego presentar la ideología y teorías científicas que sirven de guía para la revolución y su construcción es un líder destacado. Nuestro Líder realizaba sus actividades ideológicas y teóricas siempre entre las masas populares. Diciendo que éstas son las maestras, presenta las ideas y las teorías en reflejo de sus aspiraciones y deseos y mediante el análisis y la síntesis de sus experiencias de lucha. Las ideas y las teorías del Líder son, al pie de la letra, la aspiración y la voluntad de las masas populares. Por reflejarlas fielmente, son profundas sin límites y bien comprensibles para todos y el pueblo las acepta como su credo y voluntad. Si en la actualidad, nuestro pueblo vive con una firme convicción de quien no reconoce otras ideas que la revolucionaria de su Líder, y la humanidad progresista del mundo aprende de esta doctrina, es precisamente porque las ideas y las teorías por él concebidas reflejan del modo más correcto el deseo y las exigencias de las masas populares.
Nuestro Líder es un gran Dirigente que posee una destacada capacidad de orientación.
Su dirección es la más sabia y científica. Si se remonta a la historia, es difícil descubrir ejemplos de que aun en el caso del dirigente popular, para no hablar ya del gobernante antipopular, ejercía una política sin ningún error. Durante casi 70 años, nuestro Líder ha conducido la revolución y su construcción por el único camino de la victoria, sin cometer ningún error y desviación con respecto a la línea. Su dirección sabia y científica no es concebible al margen de su extraordinaria perspicacia con que prevé el lejano horizonte. Cada vez que presenta una política o línea, él lo hace previendo el lejano futuro. Al ver el firme temple de nuestro país que no vacila ni ante la actual situación complicada, todo el mundo se admira ante la clarividencia del Líder, quien presentó tempranamente la línea de independencia, autosustentación y autodefensa, y levantó un poderoso Estado socialista independiente. También a través de la realidad de que construimos y administramos mejor el Estado con nuestros propios cuadros nacionales, podemos conocer una vez más claramente cuán correcta medida fue la que tomó el Líder para instaurar antes que nada la Escuela Revolucionaria de Mangyongdae, la Universidad Kim Il Sung y otros centros de formación de cuadros nacionales aun en las circunstancias tan complejas y difíciles de los primeros días de la postliberación.
La sabia dirección del estimado Líder se ejerce sobre todas las esferas de la revolución y su construcción. Nuestro Líder conoce más claramente que nadie y conduce por la vía correcta las labores de todas las esferas, desde la política y la economía, la ciencia y la enseñanza, y el asunto militar, hasta el arte y la literatura. Sin duda, él es un gran dirigente versado en las letras y el arte militar y dotado con múltiples talentos y capacidades. Si nuestro pueblo podía obtener brillantes éxitos en todas esas esferas, fue gracias a que el Líder conducía sabiamente sus labores con un destacado arte y habilidad de dirección.
La dirección de nuestro Líder es grande porque con su férrea voluntad y extraordinaria capacidad de dirección convierte la adversidad en circunstancia favorable y el mal en beneficio. Nuestra revolución avanzó por una trayectoria especialmente difícil y se vio obligada a pasar por múltiples pruebas. Si bien tropezó con incontables y severas pruebas, entre otras, la Guerra Revolucionaria Antijaponesa, la Guerra de Liberación de la Patria y la rehabilitación y construcción posbélica, nuestro Líder, con una férrea voluntad de que aun cuando el cielo se viniera abajo, se podría abrir un agujero para salir, se les enfrentó y condujo la revolución y su construcción hacia un incesante ascenso con su extraordinaria capacidad de dirección. Gracias a esta voluntad férrea y la sabia dirección del Líder, nuestro pueblo podía venir forjando mejor su destino aun en medio de pruebas muy severas, creando sucesivos milagros que admiraban al mundo.
La dirección del gran Líder es popular, pues él va solucionando todos los problemas apoyándose en las masas populares y organizándolas y movilizándolas. Durante mucho tiempo, desde los primeros días en que emprendió el camino de la revolución, el Líder no cesó de realizar las visitas sobre el terreno para trazar la línea y la política reflejando el deseo y la voluntad del pueblo y llevar a una victoria brillante, la revolución y su construcción con la organización y movilización de las masas populares. Si nuestro Partido ha podido conducir la revolución y su construcción por el recto camino del triunfo, sin cometer ningún error y desviación en el lineamiento es gracias a que el Líder elaboraba la línea y la política penetrando en el pueblo y reflejando su deseo y voluntad y lo organizaba y dirigía sabiamente para materializarlas de manera consecuente. Se puede decir que el Líder entregó toda su vida a entrar sin descanso en el pueblo y dirigirlo sobre el terreno. Hoy también, cuando tiene 80 años, no cesa de hacerlo, aunque dedicó todo lo suyo en bien del pueblo. Por tanto, nuestro pueblo canta con profunda emoción: “El Líder, que ha acostado al pueblo en la cuna de la felicidad, también esta noche se marcha para dispensarle otro amor”, y le desea de corazón descansar tranquilamente aunque sea un momento.
El estimado camarada Kim Il Sung es un verdadero líder del pueblo, que posee la sublime virtud de que ama sin límites a este último. La historia no conoce un gran hombre comparable con nuestro Líder en las virtudes humanas.
Desde antaño, se transmiten las palabras de que el político debe poseer altas virtudes humanas y el Estado ha de gobernarse por éstas. Pero la sociedad explotadora nunca es una sociedad que se rige por ellas, ni su gobernador puede encarnarlas. La explotación y la opresión del hombre por el hombre no son compatibles, en ningún caso, con el amor al hombre. La auténtica política virtuosa puede ejercerse sólo en la sociedad socialista, donde el pueblo es el dueño del país. Tampoco en esta sociedad se aplica por sí sola esa política, sino solo cuando se tiene un líder que ama sin límites al pueblo.
Nuestro Líder es el gran padre del pueblo que encarna en el más elevado grado el amor a éste. El expresó: La filosofía de mi familia heredada desde la generación del abuelo es que con carencia de la virtud no se puede sobrevivir, aunque sí sin dinero. Considera como orgullo de la nación coreana las virtudes humanas, la benevolencia y las otras bellas virtudes heredadas de generación en generación y ejerce la política virtuosa más excelente para el pueblo. Su amor al pueblo es tan sublime que comparte la vida y el riesgo de la muerte, las alegrías y las penas con las masas populares y no escatima nada para éstas. Si en nuestro país se ejercen auténticas políticas populares se debe a ese amor cordial del Líder al pueblo, del cual emanan todas esas políticas.
Las sublimes virtudes humanas de nuestro Líder se expresan con nitidez en su infinito amor a los camaradas. El, que emprendió la revolución comenzando por ganar camaradas, grabando en lo hondo del corazón las palabras de su padre Kim Hyong Jik de que sólo quien está listo para morir en bien de sus camaradas puede conseguir camaradas auténticos, no escatimó nada para estos y consideró como mayor recurso tener muchos y como máxima felicidad disfrutar de su amor y confianza, escribiendo así una historia bellísima de la camaradería revolucionaria. Gracias a su sublime amor, se formaron las filas del Partido con millones de militantes, se prepararon las invencibles fuerzas armadas revolucionarias y se alcanzó la monolítica unidad de nuestra sociedad, basada en el amor camaraderil y el deber moral revolucionario.
Su regazo de cálido amor al pueblo es tan inmenso que abarca a todo el mundo. El Líder siempre enaltece al pueblo como ente absoluto y entrega todo lo suyo para los obreros, campesinos, trabajadores intelectuales y otras masas del pueblo. No lo enaltece sólo en el aspecto clasista. Aunque sean procedentes de la clase propietaria, si saben combinarse con las masas populares trabajadoras y combaten por su independencia, los considera como integrantes del pueblo y confía en ellos como acompañantes de la revolución. También en cuanto al trato a las personas, él enseñó que no se debe tomar en cuenta su origen familiar o sus antecedentes, sino principalmente, su ideología de la actualidad, y abarca fuertemente a todos los sectores de masas en su regazo de cálido amor. También abraza con generosidad a todos los que si bien eran anticomunistas del pasado o cometieron un gran delito ante la nación, expresan hoy la decisión de servir al pueblo. Si la película de largometraje La nación y el destino se perfeccionó con magnificencia a base de los hechos reales, fue gracias a la gran fuerza de atracción del Líder, quien valorando más que nada el espíritu patriótico de sacrificar su vida en bien de la Patria y la nación, abarca en su regazo generoso también a los elementos anticomunistas del pasado y a los que cometieron crímenes ante la nación. Este inmenso regazo del cálido amor hace a todos los integrantes de la nación que sigan con lealtad al Líder como su gran padre y se levanten en la sagrada empresa para la reunificación, independientemente de que existan en el Norte, en el Sur o en el extranjero, y por encima de sus ideologías y criterios políticos, su pertenencia a los partidos y grupos, su religión y sus antecedentes de vida política. Hoy, nuestro pueblo deposita por entero su destino en el padre Líder, quien posee la más sublime virtud, y disfruta de una vida digna y feliz bajo su regazo.
El dirigente recibe el respeto y la confianza del pueblo por sus propias hazañas acumuladas, y no por el enaltecimiento de alguien. Si el Líder lo logra es gracias a que realizó inmortales hazañas para la causa de las masas populares por la independencia.
Durante largo tiempo, desde cuando emprendió el camino de la revolución a los 13 años de edad, hasta la fecha, él acumuló grandes e inmortales hazañas conduciendo a la brillante victoria la lucha revolucionaria clandestina, dos guerras revolucionarias, dos etapas de la revolución social, dos veces de la rehabilitación y la construcción6, y varias etapas de la edificación socialista. Al vencer a los poderosos imperialismos japonés y norteamericano organizando y conduciendo a nuestro pueblo oprimido y pisoteado como una nación pequeña y débil, él registró un milagro inaudito en la historia de la guerra de liberación nacional y, levantando en un corto espacio de tiempo un poderoso Estado socialista independiente, autosustentado y autodefensivo sobre las ruinas, creó un brillante modelo en la historia de la creación y la construcción. Este triunfo y cambio seculares nunca son concebibles al margen de la sabia dirección del Líder. Además, acumuló imperecederos méritos también en la realización de la causa de los pueblos del mundo por la independencia como destacado dirigente del movimiento comunista internacional. Cada una de sus hazañas es tan brillante que causa una profunda admiración al mundo. Ni en el Oriente y el Occidente, ni en la antigüedad y la actualidad, existió ningún dirigente que realizó méritos tan grandes en su tiempo como nuestro Líder. Por sus méritos distinguidos, él es objeto del infinito respeto y alabanza de todo el orbe siendo como es el más gran dirigente a lo largo de la historia.
En sus Memorias, el gran Líder escribió: “Los revolucionarios deben tener como máxima de su vida y de su lucha, la verdad de que si confían y se apoyan en el pueblo, llegan a salir siempre victoriosos, pero si son repudiados por él, sufren mil derrotas”. En estas palabras célebres, filosóficas, se ve aclarado el secreto de cómo el Líder podía realizar hazañas tan grandes para el pueblo. La experiencia histórica muestra que si uno confía y se apoya en el pueblo puede conducir a la victoria la causa socialista por muy difíciles que sean las condiciones, pero si es abandonado por éste, llega a no mantener ni las conquistas del socialismo. El Líder realizó las hazañas para el pueblo y junto con éste, y precisamente por eso resultan tan inmortales que se guardarán eternamente en su mente.
La gran proeza que el estimado Líder realizó para el pueblo, es que concibió la ideología rectora que permite a las masas populares forjar con brillantez su destino.
El pueblo no puede forjarlo al margen de la orientación por la correcta ideología. Sólo si se asegura esta orientación es posible construir la sociedad socialista. En contraste con la sociedad capitalista que mueve por la fuerza del dinero y el poder, la sociedad socialista basada en el colectivismo no puede dar ni un paso sin orientarse por una acertada idea rectora.
Al concebir la idea Juche el camarada Kim Il Sung preparó la más correcta ideología rectora para forjar mejor el destino de las masas populares. Por primera vez en la historia, puso al pueblo en el centro de todo el pensamiento y la práctica para desplegar las teorías del socialismo. Bien consciente de que la verdad no se encuentra en la fórmula de las teorías existentes, sino en las aspiraciones del pueblo a la independencia y la práctica de la lucha revolucionaria, resolvió originalmente todos los problemas, partiendo del deseo de nuestro pueblo y la realidad concreta de nuestro país. Así fue como perfeccionó integralmente las teorías socialistas del Juche en reflejo de ese deseo de las masas populares y a base del análisis y la síntesis de sus experiencias de lucha.
Teniendo en cuenta que las masas populares exigen vivir de manera independiente librándose de toda clase de la subyugación y las trabas de la sociedad y la naturaleza, las presentó como dueñas del mundo, dueñas de su destino, y percatándose de que ellas poseen una inagotable fuerza capaz de transformar el mundo y forjar su destino por propia cuenta, las destacó como encargadas de estas dos tareas. Así fue como estableció el criterio y la posición de ponerlo todo al servicio de las masas populares, dueñas del mundo, dueñas de su destino y de solucionar todos los problemas apoyándose en la fuerza e inteligencia creadora de ellas, transformadoras del mundo y forjadoras de su destino.
La idea Juche creada por el estimado Líder es la doctrina más superior que ha reflejado de manera correcta la exigencia de las masas populares por la independencia y su capacidad creadora y el socialismo a nuestro estilo manifiesta su gran vitalidad porque la encarna. Si nuestro Partido y nuestro pueblo marchan sin vacilación, y con pasos firmes, por el camino del socialismo aun bajo la actual situación complicada, es gracias a que tienen la idea Juche. Nuestro Partido enarbolará invariablemente la bandera de esa idea hasta llevar a cabo la causa revolucionaria del Juche iniciada por el Líder.
Otra gran hazaña que el estimado Líder realizó para el pueblo es que constituyó una organización política de tipo jucheano, que atiende bajo su responsabilidad el destino de las masas populares.
Para forjar su destino, las masas populares deben tener una organización política que programe y dirija su lucha y atienda su vida. Si ellas actúan por separado fuera de la organización política, no pueden forjar su destino. El destino de la clase obrera y demás masas populares trabajadoras se forja bajo la dirección del líder, quien lo atiende por conducto de los organismos del Partido y del Poder y demás organizaciones políticas. Por tanto, estructurar estos como organizaciones políticas al servicio del pueblo se presenta como problema clave para forjar el destino de las masas populares.
En la sociedad socialista, la organización política rectora de entre estas es el partido de la clase obrera que asume la misión de orientar bajo su responsabilidad el destino del pueblo. Para cumplir esta misión debe ocupar la posición rectora. La responsabilidad y la posición orientadora del partido de la clase obrera en cuanto al destino del pueblo nunca pueden separarse. Renunciar a su posición y papel como dirigente deviene una conducta de su autodestrucción y, al mismo tiempo, un acto de traición como abandonar voluntariamente su responsabilidad ante el destino del pueblo.
El gran Líder orientó a nuestro Partido a ocupar la posición del orientador político de la sociedad y afianzarla sin cesar. Esto es una expresión de su sublime amor y alto sentido de responsabilidad de encargarse hasta el fin del destino del pueblo. Este considera como su orientador político el Partido del Trabajo de Corea y le confía enteramente su destino.
Para hacer que en la sociedad socialista el partido de la clase obrera cumpla con su misión como organización que orienta bajo su responsabilidad el destino de las masas populares, es necesario que presente como supremo principio de sus actividades defender los intereses del pueblo. El partido de la clase obrera no debe respaldarse sólo por sus militantes y los obreros, sino también por la totalidad del pueblo. Para alcanzar este objetivo tiene que defender con firmeza los intereses de las masas populares.
El estimado Líder presentó la original idea sobre la construcción del partido de que el partido de la clase obrera debe representar los intereses de amplias masas populares. Tiempos atrás, el partido fue considerado solo como un destacamento organizado de una cierta clase que defiende sus intereses, como un arma de la lucha de clases. La exigencia de la clase obrera coincide con la de todas demás clases y sectores que tienen interés en el progreso social, razón por la cual el partido de la clase obrera debe representar, como es natural, los intereses de las amplias masas populares. De más está decir que él debe hacerlo, sobre todo, en la sociedad socialista, donde todos los sectores de las masas populares se han convertido en trabajadores socialistas.
Si el partido de la clase obrera quiere hacerse la organización que conduce con responsabilidad el destino de las masas populares, tiene que constituirse como un partido masivo, cuyo terreno clasista son las masas populares trabajadoras y que se haya arraigado en estas. Esto es el requisito consustancial a la construcción del partido de la clase obrera, que defiende los intereses de las amplias masas del pueblo trabajador. El Líder presentó la original línea de la construcción del partido masivo y orientó sabiamente al nuestro a consolidarse y desarrollarse como partido masivo, compuesto por los elementos avanzados de los obreros, campesinos y trabajadores intelectuales.
Cuando digo que en la sociedad socialista construyen el partido de la clase obrera como partido que representa los intereses de las amplias masas populares, como partido masivo, esto no significa, de ninguna manera, debilitar o negar su carácter clasista, su carácter revolucionario. No debe dar espaldas a las demandas de la clase obrera, por razón de representar los intereses de amplias masas populares, ni admitir a cualquiera en su seno so pretexto de construirse como partido masivo. El partido de la clase obrera ha de plasmar plenamente las demandas clasistas de los obreros, en tanto que defiende los intereses de las amplias masas populares trabajadoras, e incorporar en sus filas sólo a los elementos avanzados de estas, mientras que las tome como su terreno social y clasista.
Bajo la sabia dirección del gran Líder nuestro Partido se ha fortalecido y desarrollado como un partido arraigado entre amplias masas, partido que representa los intereses de todo el pueblo, aun manteniendo con firmeza el carácter clasista y revolucionario del partido de la clase obrera.
En la sociedad socialista los organismos del poder del Estado desempeñan un papel importante en atender con responsabilidad el destino de las masas populares. Aquí ellos deben ser órganos del poder que sirven estrictamente al pueblo.
El gran Líder enseñó que en la sociedad socialista el poder estatal debe ser representante de los derechos independientes de las masas populares y organizador de sus capacidades y actividades creadoras, y orientó a nuestros órganos de Poder popular a defender con firmeza sus derechos independientes, fomentar su capacidad creadora y organizar y movilizar de manera correcta su inagotable fuerza creadora. En las teorías anteriores se consideró que la diferencia esencial entre el poder estatal de la sociedad explotadora, que oprime a las masas populares, y el de la sociedad socialista, que actúa en bien de los intereses de estas, consiste, principalmente, en el carácter clasista, definiéndose así que el poder estatal es el arma de la dictadura para realizar la dominación de cierta clase. Y se indicó que este tipo del poder deja de existir en la sociedad sin clases. El Líder dilucidó originalmente, basándose en la idea Juche, que el poder estatal es el arma que sirve en bien de la clase que ocupa la posición del dueño de la sociedad y la colectividad social. En la sociedad explotadora es el arma que gobierna a las masas populares trabajadoras a favor de los intereses de la clase dominante, pero en la socialista es el arma que sirve a ellas, dueñas de la sociedad. En la sociedad socialista cada trabajador ejerce su derecho político, pero el derecho independiente de todo el pueblo se representa por el Poder popular que se elige según su voluntad. También la obra de incrementar la capacidad creadora de las masas populares y organizar y movilizar su fuerza creadora puede llevarse a buen término sólo por una organización política tan poderosa como el Poder popular. En nuestro país el organismo del Poder popular se estableció por las masas populares mismas y venía consolidándose y desarrollándose sin cesar como institución política que defiende con firmeza sus derechos independientes y organiza hábilmente su capacidad y actividades creadoras.
El gran Líder dilucidó que el poder estatal de la sociedad socialista debe ser cabeza de la familia, encargada de la vida del pueblo, y orientó nuestros organismos del Poder popular a atenderla como tal, y con responsabilidad, en el plano material y cultural. Los organismos del poder de la sociedad explotadora, que sirven como arma que asegura la explotación y el saqueo de la clase gobernante contra el pueblo, no tienen ningún interés en si el pueblo muere de hambre o no. En contraste con esto, los de la sociedad socialista, cuyo dueño es el pueblo, atienden bajo su responsabilidad toda la vida de este. Gracias a que el Líder presentó como el principio supremo de las actividades del Estado elevar sin cesar el nivel de vida del pueblo y condujo a los organismos del Poder popular a atenderla con responsabilidad, estos podían cumplir mejor con su misión y papel como servidores a él.
A fin de que los organismos del Partido y del Poder popular cumplan con su misión y papel como servidores al pueblo es necesario que sus funcionarios posean correctos métodos y estilos de trabajo. De estos dependen mucho el apoyo y la confianza de las masas en el Partido y el Poder popular. Por muy correctas que sean la línea y la política del Partido y del Gobierno, si se admiten entre sus funcionarios el abuso de la autoridad, el burocratismo y otros métodos y estilos de trabajo trasnochados, resulta que las masas no siguen a los organismos del Partido y del Poder de la clase obrera y, finalmente, cae en peligro la existencia misma de estos.
Desde los primeros días en que fundó nuestro Partido y Poder popular, el gran Líder presentó como una tarea importante oponerse al abuso de la autoridad y el burocratismo y establecer el método revolucionario y el estilo popular de trabajo. Enseñó que los funcionarios de los organismos del partido y del poder de la sociedad socialista deben ser servidores al pueblo, y no burócratas puestos sobre este, y los condujo a servirle con lealtad. El resultado fue que nuestros funcionarios establecieron el método revolucionario y el estilo popular de trabajo y nuestros organismos del Partido y del Poder popular llegaron a cumplir con excelencia su misión y papel como servidores al pueblo. Nuestro pueblo expresa su absoluto apoyo y confianza al Partido y el Gobierno de la República fundados por el Líder, porque conducen y atienden bajo su responsabilidad el destino de él mismo. También en adelante, afianzaremos más al Partido y el Poder popular como servidores al pueblo y los seguiremos tomando como armas para llevar al triunfo la causa del pueblo por la independencia.
Otra hazaña inmortal que el gran Líder realizó para el pueblo es que construyó las auténticas fuerzas armadas revolucionarias que defienden la libertad y la felicidad del pueblo.
El Líder, que tempranamente experimentó en carne propia la necesidad de tener su propio ejército para salvar el destino de los connacionales que gemían bajo las bayonetas del imperialismo japonés, emprendió el camino para construirlo con dos pistolas dejadas por su padre y 60 años antes declaró ante todo el mundo la fundación de la Guerrilla Popular Antijaponesa en el bosque de Antu.
Y lanzando la consigna: “La Guerrilla no puede existir separada del pueblo, como no puede vivir el pez fuera del agua”, orientó a la guerrilla a servir con lealtad al pueblo y mancomunarse perfectamente con este. El espíritu del abnegado servicio del ejército al pueblo y la unidad de uno y otro, estos eran la fuente de la fuerza que permitió a nuestras fuerzas armadas revolucionarias vencer a los poderosos imperialismos japonés y norteamericano. Bajo la sabia dirección del Líder, ellas, junto con el pueblo, venían avanzando por un camino, lleno de victorias y glorias, que nos dan orgullo, y se han crecido y fortalecido como invencibles fuerzas armadas revolucionarias. Si ahora, nuestro pueblo impulsa con dinamismo, y sin ninguna vacilación, la construcción socialista, aunque el imperialismo norteamericano y sus lacayos acechan la primera oportunidad para agredir a nuestra República, es gracias a la existencia de fuerzas armadas revolucionarias formadas por el Líder y capaces de enfrentarse cada uno de sus miembros a cien enemigos.
El estimado camarada Kim Il Sung es el fundador de nuestras fuerzas armadas revolucionarias, el invencible Comandante de acero que condujo a la victoria dos guerras revolucionarias contra los poderosos enemigos imperialistas, y el genio militar que concibió la original idea militar, estrategia y tácticas, y métodos de combate. Si, recientemente, nuestro Partido y pueblo le otorgaron el título del Generalísimo de la República Popular Democrática de Corea, esto deviene una apreciación merecida sobre las grandes hazañas por él realizadas en la construcción del ejército y las guerras revolucionarias. Haberlo enaltecido como Generalísimo de la República es un gran orgullo y honor para nuestro pueblo. Nuestro Partido llevará adelante la causa del Líder para la construcción del ejército hasta convertirlo en fuerzas armadas revolucionarias más poderosas, invencibles.
Otra gran hazaña que el estimado Líder realizó para el pueblo es que formó al nuestro como un pueblo revolucionario con fuerte espíritu independiente.
Para forjar mejor el destino del pueblo es preciso preparar con solidez su dueño, las masas populares, en el aspecto político e ideológico. La conciencia ideológica desempeña el papel decisivo en las actividades del hombre y también determina las cualidades y el valor de este. La conciencia ideológica que refleja la exigencia consustancial al hombre como ente social es la independiente. El máximo amor al pueblo lo constituye armarlo con una conciencia independiente y despertarlo en el plano ideológico, en tanto que el mayor delito contra él es paralizar esa conciencia y degenerarlo ideológicamente.
Desde los primeros días en que emprendió el camino de la revolución, el gran Líder canalizaba ingentes esfuerzos en dotar al pueblo con la conciencia revolucionaria independiente. Una vez despertado en esa conciencia bajo la sabia dirección del Líder, nuestro pueblo entró en el camino de forjar su destino por cuenta propia y venía manifestando con todo derecho su dignidad y grandiosidad.
Al aglutinarse firmemente con un alto espíritu independiente en torno a su Partido y Líder, se ha convertido en un pueblo con ese espíritu, en un gran pueblo con invencible poderío. La fuerza de las masas populares es la de la unidad y la más sólida unidad es la unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas. La elevada determinación y férrea voluntad de hacer revolución confiando en su Líder y Partido y aglutinándose firmemente en su torno, estas son, precisamente, la fuente ideológica de la más sólida unidad de nuestro pueblo. La unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas es un término que puede usarse sólo en nuestro país. Aquí empezó a formarse desde cuando se impulsaba la lucha revolucionaria con el gran camarada Kim Il Sung como centro de la unidad y bajo la bandera de la idea Juche, y se consolidó y desarrolló en un alto grado y plenamente a través de la lucha por transformar toda la sociedad según la idea Juche bajo la dirección de nuestro Partido. La unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas es la fuente del poderío y la invencibilidad de nuestro régimen socialista y el factor principal que permite a nuestro socialismo salir siempre victorioso, sin vacilar ante cualquier tempestad. Los amigos de diversos países del mundo participantes en los recientes actos conmemorativos del aniversario 80 del nacimiento del Líder, quedaron muy admirados ante el poderío de la unidad monolítica de nuestro pueblo en torno a su Partido y Líder, expresando que su fuerza es más poderosa que la bomba atómica. Los brillantes éxitos de nuestro pueblo en la revolución y su construcción también son el fruto de su alto espíritu independiente de forjar su destino por cuenta propia. Si en las circunstancias tan adversas como las actuales nuestro pueblo va combatiendo con dinamismo por el camino de la revolución, sin conocer un mínimo titubeo ni vacilación, esto es gracias a que el gran Líder lo formó como un pueblo revolucionario con firme espíritu independiente, entregándole toda su vida. En la actualidad todo el mundo expresa su admiración ante el hecho de que nuestro pueblo marcha con pasos firmes por el camino socialista por él escogido, poseyendo un fuerte espíritu independiente. También en adelante, nuestro Partido se apoyará en este espíritu para rechazar todas las maniobras obstruccionistas del enemigo y realizar la revolución hasta sus últimas consecuencias.
La hazaña inmortal que el gran Líder realizó para el pueblo es, asimismo, que construyó el socialismo a nuestro estilo, centrado en las masas populares.
El Líder estableció en el país el socialismo a nuestro estilo, donde se ha realizado con magnificencia la exigencia de las masas populares por la independencia. Al llevar a feliz término dos etapas de la revolución social e impulsar con dinamismo la construcción socialista, el Líder liberó a nuestro pueblo de la explotación y la opresión y le aseguró todas las condiciones para disfrutar a plenitud de la vida independiente y creadora. El socialismo a nuestro estilo establecido mediante la ardua lucha desplegada por el estimado Líder durante toda su vida es la cuna de la felicidad para nuestro pueblo. Es el socialismo centrado en las masas populares, donde estas son las dueñas de todas las cosas, que les sirven.
Cuando implantaba el socialismo, el Líder presentó como su política principal asegurar a la gente, bajo la responsabilidad del Partido y el Estado, todas las cosas, desde la comida, la ropa y la vivienda, hasta la instrucción y el tratamiento médico. Gracias a ello, nuestro pueblo vive sin ninguna preocupación por la vida. Lo que, una vez nacida la humanidad, todos los miembros de la sociedad han soñado con vivir sin preocupaciones por la existencia, se ha hecho realidad solo en nuestra sociedad socialista. Desde luego, no puede considerarse holgada la vida de nuestro pueblo en todos sus aspectos, pues estamos en el camino de la construcción socialista. Sin embargo, nuestro Partido y el Gobierno de la República, que se plantean como la tarea más importante asegurar al pueblo las condiciones de vida abundante e igualitaria, no cesan de mejorarla en el aspecto material y cultural y disminuir la diferencia en su nivel. Por ejemplo, en estos últimos días elevamos a ojos vistas el salario de los trabajadores, pero en el sentido de hacerlo más con el salario bajo para apocar la diferencia en el nivel de la vida. Hoy, en el mundo no hay ningún país donde se asegura realmente la igualdad en la vida material y cultural del pueblo como en el nuestro. La superioridad del régimen social consiste en cómo todas las personas disfrutan de una vida independiente y creadora como auténticas dueñas de la sociedad. La sociedad capitalista donde la diferencia entre los ricos y los pobres en la vida material se agranda cada día más, la vida espiritual y cultural de la gente se torna más y más pobre y los derechos de las masas populares a la independencia y su dignidad se pisotean sin piedad, no puede considerarse sociedad para el pueblo. A través de su vida práctica, nuestro pueblo experimenta en carne propia cuán valiosa y digna es su vida socialista en comparación con la capitalista corrupta y enferma.
En la sociedad socialista a nuestro estilo el pueblo lleva, sin excepción, una vida digna en que se respetan en el nivel supremo, y socialmente, su dignidad y personalidad, además de no conocer preocupaciones por la vida material y cultural. Si el hombre no recibe el respeto social respecto a su dignidad y personalidad, no puede considerarse que lleva una vida de valor como tal. El factor principal que atenta contra la dignidad y la personalidad de la mayoría del pueblo trabajador en la sociedad explotadora es el privilegio de las clases explotadoras. Si se admite este privilegio, también en la sociedad socialista las perjudica. En nuestro país todas las personas reciben por igual el respeto en cuanto a la dignidad y personalidad como camaradas revolucionarios, aunque se diferencian en sus misiones y cargos sociales. Nuestro pueblo no sólo ejerce por igual el poder, sino que además tiene igual derecho y obligación sin ninguna diferencia de jerarquías en las organizaciones del Partido y de los trabajadores. En nuestra sociedad el valor del hombre se determina no por la autoridad o el dinero, sino por la utilidad de trabajos que realiza para el pueblo. Los que trabajan más y realizan más méritos para el pueblo se hacen héroes y reciben más respeto social.
El verdadero aspecto de nuestra sociedad, auténtica sociedad del pueblo, puede observarse también en que todas las personas viven con armonía, ayudándose y conduciéndose como si fueran miembros de una misma familia. Llevar una vida armoniosa ayudándose unos a otros como camaradas, he aquí precisamente una peculiaridad esencial de nuestra vida socialista que la distingue de la vida capitalista caracterizada por recelar, hostigarse y morderse unos a otros. La vida armoniosa de nuestro pueblo se basa en la camaradería y el deber revolucionario entre el Líder y los miembros de la sociedad y entre estos últimos, cuya fuente es el amor infinito del Líder al pueblo. En nuestra sociedad, donde el Líder ejerce una política de virtudes de amar ilimitadamente al pueblo, se establecen las relaciones de la más sublime camaradería y deber revolucionario entre el Líder y los miembros de la sociedad, sobre la base de lo cual igual pasa entre estos últimos. Nuestro pueblo considera como la mayor dignidad vivir en armonía, ayudándose y conduciéndose, firmemente unido en torno al gran Líder y el gran Partido. Nuestro Partido mantendrá hasta el fin el socialismo a nuestro estilo, centrado en las masas populares y pondrá de más pleno manifiesto su superioridad, aun ante cualquier tempestad.
Otra hazaña inmortal que el gran Líder realizó para el pueblo es que preparó la segura garantía para llevar adelante y concluir con brillantez, de generación en generación, la causa revolucionaria del Juche.
La empresa revolucionaria para hacer realidad la independencia de las masas populares no termina por una generación, sino continúa de generación en generación. La experiencia histórica muestra que cuando se asegura con acierto la continuidad de la dirección marcha victoriosamente la causa revolucionaria de las masas populares, pero en el caso contrario esta pasa por reveces y, a la larga, se pierden las conquistas del socialismo ya alcanzadas.
La misión histórica del líder de la clase obrera no sólo consiste en emprender e impulsar la causa de las masas populares por la independencia, sino también preparar con solidez la base organizativa e ideológica y el sistema de dirección para mantener la continuidad de la revolución. La perspicacia más extraordinaria del gran Líder, camarada Kim Il Sung, radica en que, tempranamente, bien consciente de la inevitabilidad histórica de la continuación de la causa revolucionaria, venía preparándola con paciencia y orientó establecer con firmeza la base organizativa e ideológica y el sistema de dirección para llevar adelante y concluir con seguridad esa causa. Esta es la más valiosa hazaña por él realizada para el pueblo.
Sin duda, nuestro Líder realizó grandes hazañas inmortales que brillarán de generación en generación. Heredarlas integralmente, sin omitir nada, constituye la inmutable voluntad de nuestro Partido. Llevar adelante y desarrollar las hazañas revolucionarias del estimado camarada Kim Il Sung, he aquí la garantía segura para llevar a buen cabo la causa revolucionaria del Juche de generación en generación.
Tener al gran Líder constituye una gran gloria y felicidad para nuestro pueblo. Este las siente en lo hondo del corazón a través de su experimento histórico y vida práctica. Nuestro pueblo, que tiempos atrás se vio obligado a llevar la vida amarga de un esclavo colonial, privado de la soberanía del país y la nación por los imperialitas exteriores, llegó a tener al gran Líder por primera vez en la historia de milenios, gracias a lo cual podía convertirse en un pueblo digno y honrado que forja con brillantez su destino. Aun en vista de la actual y compleja situación, se siente muy orgulloso y feliz por tener al gran Líder.
Guardando en lo hondo del corazón esa gloria y felicidad, debemos enaltecer el Líder con fidelidad cívica y filial hasta que la luna y el sol pierdan su color.
Este es el deseo sincero de nuestro pueblo y sus homólogos revolucionarios del mundo. Los amigos de diversos países del orbe que recientemente estuvieron en nuestro país dijeron por unanimidad a nuestros funcionarios que enaltecer bien al gran Líder, camarada Kim Il Sung, constituye el anhelo común de los comunistas y los pueblos revolucionarios del planeta y les rogaron encarecidamente que lo atendiéramos aun mejor. Por tener al gran Líder, veterano de la revolución mundial, es alto el prestigio de nuestro Partido y se resplandece el socialismo establecido en nuestro país.
Enaltecer con lealtad al estimado Líder constituye nuestra sublime obligación nacional y, al mismo tiempo, la internacional. Teniendo bien presente la misión de los comunistas coreanos, que tenemos un Líder a quien reverencia el mundo, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para enaltecerlo con más fidelidad.
Tenemos que orientar a todos los militantes del Partido y otros trabajadores a conocer con claridad la grandeza y los méritos inmortales del Líder. De su profunda comprensión emanan ideas y sentimientos para enaltecerlo con lealtad. Hasta la fecha, se han publicado muchos libros y materiales relativos a la grandeza y las proezas inmortales del Líder, sobre todo los de estudio de su historia revolucionaria, pero aún no puede decirse que todas las personas las conocen. Al leer las Memorias recién escritas por el Líder, ellas se admiran más ante su grandeza y hazañas inmortales. Esto se debe a que su historia revolucionaria es muy grande, aunque las Memorias están escritas con modestia. Estas Memorias son un recurso eterno de nuestra revolución y el manual más valioso de la revolución. Hay que imprimirlas en gran número, de modo que tanto los militantes del Partido y otros trabajadores, como todos los demás integrantes de la nación, las estudien con profundidad para aprender de ellas la verdad de la revolución, el principio y el método de hacerla, así como el noble espíritu de amar a la Patria, la nación, el pueblo y a los camaradas revolucionarios. Y deben traducirlas y editarlas mucho más para divulgarlas ampliamente entre los pueblos del mundo.
La educación sustentada en la grandeza del Líder hay que realizarla con eficiencia, valiéndose de diversas formas y métodos. Si se redacta un material de educación sobre la grandeza y las proezas del Líder, deben hacerlo bien, invirtiendo esfuerzos. Repito que deben escribir muchos más libros y materiales como las Memorias del Líder, que conmueven el corazón de la gente y efectuar mejor la educación basada en la grandeza y los méritos del Líder, aplicando diversas formas y métodos.
El arte y la literatura desempeñan un papel importante en esa educación. En el pasado el sector creó gran número de buenas películas, novelas y otras obras literario-artísticas, que contribuían mucho a educar al pueblo sobre la grandeza y las hazañas del Líder. En adelante, debe crearlas mucho más, basándose en las Memorias del Líder y otros materiales recién descubiertos y difundirlas. Además, tiene que publicar y propagar a gran escala las historias legendarias relacionadas con la grandeza del Líder. En el período tenebroso de la dominación del imperialismo japonés, aunque no había medios de propaganda tan diversificados como hoy, la grandeza del Líder llegó al oído del pueblo como anécdotas legendarias que lo llenaron de convicción y esperanza. Cada página de la historia revolucionaria del Líder a lo largo de sus 80 años está compuesta por episodios legendarios, que serán más brillantes y preciosos con el paso del tiempo. Hay que recoger y divulgar de manera activa, muchas historias legendarias sobre el Líder que circulan ampliamente entre el pueblo desde el período de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa.
Urge efectuar con más eficiencia la educación en la lealtad al gran Líder. Es la voluntad del Partido que esta fidelidad se profundice más con el paso del tiempo. La fidelidad que poseían aquellos que venían abriéndose pasos por entre la tempestad de la revolución bajo la dirección del Líder, debe elevarse todavía más a medida que transcurre el tiempo y se reemplazan las generaciones. Es una lección histórica que si la fidelidad al Líder se oscurece y deteriora, resulta que se frustra el socialismo. Al profundizar sin descanso la educación en la fidelidad al Líder debemos hacer que se lleve adelante y desarrolle con pureza, generación tras generación. Tenemos que presentar como modelo la alta lealtad al Líder que mostraron la primera generación de la revolución que abrió el camino de la revolución por nadie pisado y la segunda, que desplegaba la ardua lucha por la construcción socialista y hacer que las generaciones venideras aprendan de ellas. Además, hemos de descubrir y divulgar de modo activo y generalizar ampliamente los ejemplos de la fidelidad que se manifiestan entre los integrantes de la joven generación de la revolución.
Se precisa realizar sustancialmente la educación en la lealtad al Líder, en estrecha ligazón con la práctica revolucionaria, para que esta sea una segura convicción, conciencia y obligación moral de todas las personas y se ponga de pleno manifiesto en la vida cotidiana de estas. Si en ciertos países surgieron traidores al socialismo entre aquellos que en el pasado recitaban con gusto la convicción en el comunismo y la fidelidad al Líder, esto significa que clamaron sólo de la boca hacia afuera por ellas y no las convirtieron en su credo, su conciencia, su moral y parte de su vida. Repito que deben realizar con mayor eficiencia la educación de la fidelidad, valiéndose de diversas formas y métodos, de modo que todos los militantes del Partido y demás trabajadores guarden la lealtad cívica y filial como segura convicción y conciencia revolucionaria, y deber moral, inmutables aun ante cualquier circunstancia adversa y las plasmen plenamente en el trabajo y la vida.
Hay que armar firmemente con la idea Juche a los militantes y otros trabajadores. Imbuirlos de esta doctrina y materializarla de modo consecuente, he aquí la vía para dar brillo a la grandeza y las hazañas de su creador, el Líder.
La idea Juche es el más precioso nutriente ideológico para los revolucionarios comunistas de tipo jucheano. Como la concepción más científica y revolucionaria sobre el mundo, dilucida de modo integral los rasgos ideo-espirituales que deben poseer los revolucionarios comunistas. Hay que efectuar sistemática y sustancialmente el estudio de la idea Juche entre los militantes y demás trabajadores, para que estos la asimilen más plenamente y piensen y actúen según su exigencia.
Con miras a armarse firmemente con la idea Juche es necesario estudiar profundamente las obras del Líder y los documentos del Partido, los cuales son la enciclopedia de esa doctrina. En ellos están expuestos integralmente los principios de la idea Juche y todos los problemas de principios que se presentan para su materialización. Al intensificar más su estudio entre los militantes y demás trabajadores, hay que procurar que estos asimilen profundamente esa doctrina como su credo inmutable.
Para dotarlos a plenitud con la idea Juche es preciso profundizar el estudio de esta doctrina y explicarla y propagarla ampliamente.
La idea Juche es una filosófica nueva y todas las ideas y teorías de nuestro Partido se han desplegado basándose en sus principios. Solo si tienen una correcta conciencia de su esencia y contenido, su originalidad y superioridad pueden comprender con acierto todas esas ideas y teorías desarrolladas sobre su base. La filosofía Juche no es para una mera teoría, sino indica el recto camino para forjar el destino de las masas populares, poniéndolas en su centro. En su estudio no hay que dedicarse a la verborrea sobre los asuntos prácticamente inútiles, sino prestar atención a resolver los problemas que contribuyen de modo efectivo a la revolución y su construcción.
Hace falta profundizar el estudio de la idea y las teorías del Juche, además de su filosofía. Deben estudiarlas enfocándolo a solucionar sobre la base de los principios los apremiantes problemas teóricos y prácticos que se presentan en el proceso de la revolución para llevar a cabo la causa del socialismo. Sobre todo, se procurará que analicen con profundidad los problemas teóricos y prácticos que se presentan para consolidar y desarrollar el socialismo a nuestro estilo, centrado en las masas populares.
Asimismo, urge divulgar a gran escala nuestras experiencias acumuladas en la revolución y su construcción mediante la aplicación de la idea Juche. Al aplicarla en el proceso revolucionario y constructivo, hemos creado milagros que admiran al mundo y acumulado muchas hazañas y experiencias en la esfera. Los pueblos revolucionarios del orbe prestan una profunda atención a nuestra idea Juche y a las experiencias alcanzadas en su aplicación. Hay que explicar y divulgar bien estas experiencias de lucha de nuestro Partido y pueblo en la materialización de la idea Juche, para educar a los militantes y demás trabajadores y estimular y empujar la lucha de los pueblos revolucionarios del planeta.
Se precisa intensificar la lucha contra la ideología burguesa, el revisionismo, el dogmatismo, el servilismo a las grandes potencias y todas las demás ideas contrarrevolucionarias, opuestas a la idea Juche.
En la actualidad, la ideología burguesa se infiltra principalmente por la penetración ideológica y cultural del imperialismo. Si en algunos países la gente se degeneraba y la causa revolucionaria iniciada por el líder de la clase obrera fracasaba por la ideología burguesa reaccionaria, se debió a que abrieron la puerta a la penetración ideológica y cultural del imperialismo. Nosotros no debemos admitirla en absoluto.
El revisionismo es el veneno contrarrevolucionario que niega el papel del líder en la lucha revolucionaria de la clase obrera y renuncia a la revolución. A su aparición se debió que en ciertos países surgieron actos criminales contrarrevolucionarios como censurar al líder de la clase obrera. En un tiempo, también en nuestro país existieron servilistas a las grandes potencias que trataron de importar en secreto el revisionismo, pero nuestro Partido se opuso y lo rechazó a raja tabla. La lección histórica muestra que si el revisionismo levanta su cabeza en los países socialistas, resulta que sopla el viento del liberalismo burgués que deteriora al partido, contagia a la gente por la enfermedad ideológica e interrumpe a medias la causa revolucionaria iniciada por el líder. También en adelante, debemos rechazar de cuajo el revisionismo para defender con firmeza y llevar adelante y desarrollar con brillantez, generación tras generación, la causa revolucionaria del Juche emprendida por el gran Líder. Hay que rechazar de plano el restauracionismo de la burguesía que hoy se difunde en varios países. Este es una corriente ideológica contrarrevolucionaria que devuelve el socialismo al capitalismo. Ahora, el revisionismo contemporáneo se ha quitado hasta su máscara y convertido en el restauracionismo burgués que devuelve abiertamente el socialismo al capitalismo. La realidad muestra con nitidez que si el socialismo retrocede al capitalismo no surgen el progreso y la prosperidad, sino predominan el caos social y la bancarrota, el desempleo y la pobreza, los crímenes y males sociales. Hay que procurar que los militantes y demás trabajadores conozcan con claridad la esencia reaccionaria y perniciosa del restauracionismo burgués y estén alerta ante este.
Hace falta seguir prestando atención a impedir que entre las personas resurjan el servilismo a las grandes potencias y el dogmatismo. Si ellas se empapan en el agua de estos ísmos, resulta que no siguen a su líder y a su partido, bailan al son que les tocan otros, y finalmente no pueden hacer la revolución ni mantener la independencia de la nación. Por supuesto que en nuestro país el servilismo a las grandes potencias y el dogmatismo fueron superados como corrientes ideológicas, pero sus residuos aún sobreviven. Hay que eliminar de cuajo, sin menospreciar, hasta a los más mínimos elementos del servilismo a las grandes potencias y el dogmatismo.
Es necesario preparar con firmeza a los integrantes de la joven generación como revolucionarios comunistas de tipo jucheano. En la obra de llevar a cabo la causa del Líder no constituyen problemas la primera y segunda generaciones de la revolución, pero surge otra situación desde la tercera generación que ha crecido feliz sin experimentar la explotación y opresión, ni sufrimientos en la sociedad socialista. Pero esto no es motivo para que la joven generación las sufra ex profeso o experimente las penas que tuvieron las generaciones anteriores. El problema de formarla como generación revolucionaria que hereda la causa del líder, generación tras generación, debe solucionarse mediante su educación ideológica y su forja. La educación y la forja en la etapa juvenil e infantil, ejercen una gran influencia sobre toda la vida del hombre. Los jóvenes y niños son muy sensibles y reciben fácilmente tanto la buena, como la mala influencia de las circunstancias que los envuelven. De ahí que los imperialistas y otros reaccionarios maniobran con obstinación para insuflar vientos del liberalismo, ante todo, en la mente de los jóvenes y los niños escolares. El actual estado ideológico y espiritual de nuestros jóvenes y niños escolares es óptimo. Al ver la gran gimnasia masiva recién ejecutada por nuestros jóvenes y niños escolares, los amigos extranjeros expresaron su admiración, diciendo que cuando no pocos países se arruinaron por insuficiencias en la educación de los jóvenes y niños escolares, Corea los educaba tan magníficamente, que debe ser un gran orgullo para esta. Debemos sentir el orgullo por contar con una joven generación tan sana y revolucionaria. Pero no tenemos que sentirnos satisfechos con los éxitos, sino intensificar más la educación y la forja revolucionarias de los jóvenes y niños escolares. En esta formación es muy importante educarlos bien en las tradiciones revolucionarias, además de en los principios de la idea Juche. Las tradiciones revolucionarias creadas por el Líder durante la lucha antijaponesa, encarnan integralmente el sublime espíritu y las valiosas hazañas revolucionarias y experiencias del período más difícil de la lucha, así que sirven de alimento revolucionario valioso para la joven generación que no experimentó esa prueba de la revolución. Hay que realizar efectivamente la educación de la joven generación en las tradiciones revolucionarias, valiéndose de diversas formas y métodos, para que ellos crezcan como revolucionarios comunistas que combaten con tenacidad por el triunfo de la causa revolucionaria del Juche, con el mismo espíritu e ímpetu de aquellos que bajo la dirección del Líder, lucharon en el monte Paektu contra Japón. Asimismo, se procurará que ella no cese de forjarse a sí misma a través de la lucha práctica para entregar la inteligencia y el fervor juveniles en los puestos de defensa de la Patria y en el frente difícil, pero importante de la construcción socialista.
Se precisa fomentar a plenitud, entre los funcionarios y otros militantes y trabajadores, el ambiente revolucionario de entregarse enteramente a la lucha por el pueblo. El Líder, que ofrece toda su vida para el pueblo, se siente más satisfecho cuando el trabajo para este marcha a pedir de boca y le da alegría. Trabajar con abnegación para el pueblo, es, precisamente, la vía para dar alegría y satisfacción al Líder y asegurarle una buena salud y larga vida.
Hoy, en nuestro país eso significa poner de pleno manifiesto la superioridad del socialismo a nuestro estilo, centrado en las masas populares, mediante una exitosa construcción socialista. Sólo si se hace esto, es posible reunificar cuanto antes la Patria y concluir la causa revolucionaria del Juche, según el propósito del Líder.
La lucha por la edificación socialista se hace para materializar la línea y la política presentadas por el Partido y el Líder. Todos los funcionarios y otros militantes y trabajadores deben ejecutarlas de modo consecuente para registrar un ascenso incesante en todos los frentes de la construcción socialista.
Hoy, nuestro pueblo posee infinita fidelidad al Partido y el Líder y está lleno de firme determinación y ardiente fervor para combatir con tenacidad, siguiendo el camino del socialismo a nuestro estilo. El quid de problema consiste en cómo los funcionarios efectúan el trabajo organizativo y directivo a tenor del elevado ímpetu del pueblo. Siempre deben reflexionar y trazar bien un plan de operaciones para materializar la política del Partido, y esmerar la labor organizativa y política para movilizar a los militantes y demás trabajadores en la materialización de la política del Partido.
Para organizar y movilizar el alto fervor revolucionario y la actividad creadora del pueblo, es muy importante que los funcionarios trabajen con correctos métodos y estilos de trabajo.
Según lo enseñara el Líder, siempre deben considerar como regla irrevocable servir con lealtad al pueblo y penetrar en las masas populares para trabajar apoyándose en estas. Para ese fin, hay que establecer entre ellos un correcto punto de vista revolucionario sobre las masas y elevar su espíritu de servicio al pueblo. Asimismo, se debe desplegar una recia lucha contra el abuso de la autoridad, el burocratismo y otros métodos y estilos de trabajo retrógrados revelados entre ellos. En estos últimos días se obtuvieron no pocos éxitos en la lucha dinámica por eliminar el abuso de la autoridad y el burocratismo de los funcionarios y establecer un método revolucionario y estilo popular de trabajo, pero no debemos sentirnos satisfechos con esto. En vista de que en la mente de las personas sobreviven los remanentes de ideas caducas y los integrantes de la joven generación, carentes de una forja revolucionaria, confluyen sin cesar a las filas de los cuadros, pueden resurgir el abuso de la autoridad y el burocratismo si no seguimos desplegando la lucha para mejorar el método y el estilo de trabajo.
Con miras a eliminar métodos y estilos de trabajo caducos de entre los funcionarios, es preciso intensificar su vida en la organización del Partido y activar la lucha ideológica. Aunque la educación debe ser principal en todo trabajo, no debe transigirse con las prácticas de perjudicar los intereses del pueblo. Cuando los funcionarios los dañan abusando de su autoridad, hay que cuestionarlos a tiempo y combatirles reciamente y, según el grado de su gravedad, aplicarles sanciones partidistas o legales.
Para establecer el método revolucionario y el estilo popular de trabajo entre los funcionarios, es necesario hacer de la compenetración con las masas una parte de su vida. Sólo si penetran en las masas, le prestan oído a sus voces y trabajan y viven formando un mismo cuerpo con ellas, pueden evitar que se contagien de subjetivismo y de burocratismo. Nuestro Partido implantó un ordenado sistema de trabajo, según el cual los funcionarios se compenetran regularmente con las masas. De acuerdo con la exigencia de este sistema, todos deben acercarse normalmente a las masas, para compartir la vida y el riesgo de la muerte, las penas y las alegrías con ellas, y resolver a tiempo los problemas que les preocupan. “¡Servir al pueblo!”, esta es la consigna invariable de nuestro Partido, que exige a los funcionarios no separarse ni un momento de las masas. Todos los funcionarios han de cumplir con su misión al estar cotidianamente entre las masas populares y servirles con fidelidad.
Hacer brillar, de generación en generación, el honor que sienten por tener al gran Líder, constituye el sublime deber de nuestros funcionarios y demás militantes y trabajadores; he aquí el orgullo y la felicidad eternos de nuestro pueblo. Todos los funcionarios y otros militantes y trabajadores tienen que seguir con infinita lealtad cívica y filial al gran Líder para dar un mayor brillo al orgullo de la nación coreana, el honor de la Corea del Juche.