Hay que procurar que todos los sectores y unidades aprendan activamente el espíritu revolucionario de los militares.
Se trata de un espíritu combativo que todos los funcionarios y otros militantes del Partido y trabajadores deben asimilar, y de un nutritivo ideológico-espiritual que se necesita para avanzar triunfalmente frente a las dificultades de hoy. Si nuestros funcionarios, militantes y trabajadores llegan a manifestarlo a plenitud, no tendrán nada a que temer, cualesquiera que sean las dificultades y pruebas, sino que impulsarán continuamente la revolución y su construcción. Por esta razón subrayamos con fuerza la necesidad de asimilar el espíritu revolucionario de los militares.
Nuestro Ejército está compuesto de hijos e hijas de obreros, campesinos cooperativistas y trabajadores intelectuales y tiene la sublime misión de defender la soberanía del país, la integridad territorial, la dignidad y el honor nacionales. Nuestro ejército constituye el destacamento principal de la revolución y el pilar del Estado. Si hoy dialogamos y conversamos con los enemigos enfrentándolos, con coraje, es porque nuestro Ejército Popular es poderoso. Por la misma razón, defendemos firmemente la soberanía del país y los intereses del pueblo, tomando con fuerza la iniciativa en el enfrentamiento al enemigo.
Si miramos la trayectoria histórica de nuestra revolución, podemos constatar que las fuerzas armadas siempre han desempeñado un papel importante. Generalmente, en otros países primero se fundó el partido y luego el ejército. Igual ocurrió en la ex Unión Soviética. Sin embargo, el Líder, que se había percatado científicamente de las exigencias del desarrollo de nuestra revolución, primero organizó nuestras fuerzas armadas revolucionarias, con las que rechazó a los invasores imperialistas japoneses y restauró la patria, y luego fundó el Partido. Por eso pudo resolver correctamente las exigencias apremiantes del desarrollo de nuestra revolución, fundar el Partido en un corto período sobre una sólida base organizativa e ideológica y un fuerte arraigo entre las masas y fortalecerlo y desarrollarlo como una fuerza política y orientadora de la revolución.
También la prensa de otros países demuestra con ejemplos concretos que la historia de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo es singular porque primero fundó su ejército y sobre esta base impulsó la revolución y su construcción y porque en todo el proceso de la construcción del ejército y la lucha revolucionaria mantuvo invariablemente la independencia.
Solo cuando sea poderoso el ejército y se aprenda su espíritu revolucionario en un período de prueba tan severo como el actual, podemos defender la dignidad del país y el régimen socialista de las maquinaciones enemigas encaminadas a aislarnos y aplastarnos, e impulsar la revolución y su construcción según el legado del Líder. Pero hoy hay muchos funcionarios que hablan solo de la boca hacia afuera sobre la necesidad de aprender de ese espíritu en lugar de organizar con tino la labor práctica para materializarlo.
No hay motivos especiales para asimilar el espíritu revolucionario de los militares. Basta aprender del mundo ideológico y espiritual que se manifiesta en su lucha práctica y aplicarlo en el trabajo y la vida. Se procurará que lo adquieran viendo cómo luchan los militares en los lugares donde se construyen obras tan duras y difíciles como la Central Hidroeléctrica Juventud de Anbyon, y asistiendo a sus representaciones artísticas. Cada número del programa del grupo itinerante de agitación juvenil del Ejército Popular y el de propaganda artística de sus unidades conmueve al público y lo estimula a realizar heroicas hazañas porque expresa el espíritu revolucionario de los militares y tiene un alto valor ideológico. Debemos dar a los funcionarios y los trabajadores la oportunidad de asistir a las representaciones artísticas de los militares para que aprendan de ese espíritu revolucionario.
Primeramente se orientará a los obreros de las fábricas de producción militar para que se coloquen a la vanguardia en el aprendizaje de ese espíritu.
Debemos efectuar la labor de agitación y propaganda del Partido en correspondencia con la realidad. La época actual, en la que prosigue la “Marcha Penosa”, es diferente a la anterior, razón por la que deben ser diferentes también el contenido y el método de la agitación y propaganda. Si se limita solo a insistir como antes en que se deben superar las dificultades, no es posible llegar a conmover al corazón de las personas. La situación actual difiere también de la de la década de los años 60 y la de los 70. Hay que efectuar la labor de agitación y propaganda como se hace en el frente, a tenor de las exigencias de la realidad y las circunstancias.
Es necesario dar a conocer en concreto al pueblo la histórica trayectoria de nuestra revolución. Las circunstancias exteriores de nuestra revolución en las décadas de los años 60 y 70 fueron completamente diferentes a las actuales. A la sazón, existían los países socialistas y muchas naciones nos ayudaban considerablemente. Todo era favorable porque el intercambio económico entre los países socialistas se realizaba de manera socialista.
Repito que las actuales circunstancias exteriores de nuestra revolución se diferencian por completo de las de aquellos tiempos. Debido a que el mercado socialista desapareció, para importar algo debemos desembolsar divisa. Sin divisas no podemos importar ni un kilogramo de petróleo ni de algodón. Para colmo de males, durante tres o cuatro años consecutivos sufrimos desastres naturales inauditos. Por eso los que están al tanto de la situación de nuestro país, e incluso los norteamericanos, expresan que es un milagro que defendamos el socialismo y desempeñemos el papel como su baluarte.
Debemos dar a conocer con claridad la trayectoria histórica de nuestra revolución a los militantes del Partido y los trabajadores para que puedan enfrentar y vencer las dificultades y los contratiempos con que tropiezan con un firme espíritu y optimismo revolucionario, respirando el mismo aire que el Partido.
El espíritu revolucionario de los militares emana de su convicción y voluntad revolucionaria. Para que los miembros del Partido y los trabajadores aprendan de ese espíritu revolucionario, hay que profundizar más su educación en la convicción y voluntad revolucionaria. Tenemos una situación difícil, la que puede tornarse más severa en el futuro. Sin embargo, nunca debemos desplomarnos. Los enemigos hablan mucho sobre nuestro “derrumbe”, pero eso es una quimera. Cueste lo que cueste, debemos coronar la “Marcha Penosa” con la victoria y seguir avanzando, sosteniendo en alto la bandera roja que lleva implícita toda la vida del Líder.
Si tenemos fe y voluntad firmes, podemos superar cualquier dificultad y prueba. Los guerrilleros antijaponeses alcanzaron la restauración de la patria, tras superar múltiples dificultades y contratiempos con una férrea voluntad y convencidos de la justeza y la victoria de la causa revolucionaria incluso en condiciones en las que no tenían retaguardia ni ayuda alguna estatal. También el período de la rehabilitación y la construcción de postguerra fue muy difícil, pero nuestro pueblo no se mostró desanimado en lo más mínimo.
La “Marcha Penosa” que realizamos hoy puede considerarse como una guerra sin disparos, una guerra en la que decide la voluntad. En este conflicto pueden salir vencedores únicamente aquellos con una convicción revolucionaria y una férrea voluntad. A toda costa, debemos abrirle un camino en esa guerra para ganarla con una voluntad de acero. Aunque en el futuro surjan dificultades tan severas como las que tuvieron los guerrilleros antijaponeses, debemos tener la firme decisión de hacer la revolución hasta el fin y armar con este espíritu a los militantes del Partido y a los trabajadores.
Este año tenemos que concluir con la victoria a todo trance la “Marcha Penosa” para elevar a una etapa superior la vida del pueblo a partir del próximo. Garantizarle una vida digna y feliz al pueblo constituye el principio supremo de las actividades de nuestro Partido. Los funcionarios deben ingeniársela para buscar la manera de concluir exitosamente la actual “Marcha Penosa” y asegurar una vida holgada y feliz a la clase obrera, al campesinado y al resto de la población y desplegar la labor política conforme a ello. Debemos trabajar para que todos los funcionarios conozcan claramente el propósito del Partido y alcancen grandes resultados, mostrando un alto sentido de responsabilidad en el cumplimiento del deber revolucionario.
Tenemos que canalizar los esfuerzos en el desarrollo de la ciencia y la tecnología para igualar o adelantar a otros países en estas esferas. Debemos alcanzar logros sin precedentes por todos los medios para elevar al nivel mundial nuestra ciencia y tecnología. No debemos escatimar recursos para su desarrollo. Recomiendo que se me informe de todo lo que se necesite para el desarrollo de la informática.