En la historia vigorosa de la revolución coreana está inscrito el relato sobre Kim Kum Sun, miembro del Cuerpo Infantil, que murió a los 9 años en el patíbulo para defender la Comandancia de la revolución. Fue la edad de los niños halagadores, edad en que todavía ni se habla de la vida.
Sin embargo, la altura del noble mundo ideo-espiritual que ella alcanzó es incomparable con innumerables destinos de chuchería pasados sin dejar ninguna
Si ella estuviera viva, ahora tendría la edad de ser llamada abuela de edad avanzada.
Pero está grabada hasta hoy como “eterna flor” de 9 años en la mente del pueblo coreano.
Entonces, ¿qué fue lo que le hizo sobrepasar su edad fisiológica?
Fue la edad espiritual.
La lealtad que consagra sin vacilación incluso su vida en defensa de la seguridad del líder, la férrea convicción y el optimismo revolucionario que desafía la muerte por la prosperidad de la nación y por la felicidad del futuro le hicieron sobrepasar la edad fisiológica.