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La heroína antijaponesa Kim Jong Suk arriesgó la vida en defender la seguridad personal de Kim Il Sung durante la lucha armada antijaponesa

    La vida revolucionaria de la heroína antijaponesa Kim Jong Suk quien vive eternamente en el corazón del pueblo coreano y la humanidad progresista del mundo fue una gran vida que brilló en la defensa al Líder a riesgo de la vida.

    Kim Jong Suk, hija de la nación martirizada, conoció en la niñez toda desgracia y pesadumbre del pueblo apátrida. A la temprana edad emprendió el camino de lucha por la liberación de la Patria al lado de Kim Il Sung.

    Desde entonces hasta el último momento de su vida vio en él sol de la nación sirviéndole de fortaleza y escudo.

    Para garantizar la seguridad personal de Kim Il Sung no se permitía ninguna falla y debía defenderlo a costa de la vida aun en circunstancias inesperadas, lo que fue su inquebrantable confianza y voluntad de Kim Jong Suk.

    Tanto en la enconada batalla como en la penosa marcha durante la lucha armada antijaponesa, ella adoptó como el principio rígido dar primordial importancia al aseguramiento de la seguridad del Presidente.

    El Presidente Kim Il Sung dijo: Kim Jong Suk me salvó en varias ocasiones. Si fuera para mi seguridad personal se disponía siempre a arriesgar la vida.

    Un día de la segunda mitad de junio de 1940, una pequeña unidad del Ejército Popular Revolucionario de Corea (EPRC) comandada por Kim Il Sung topó con gran destacamento enemigo, famoso por su ferocidad, en la valle de Dashahe del distrito Antu.

     A la sazón, Kim Il Sung dirigía la batalla encima de una roca de la ladera de la montaña.

    Kim Jong Suk le sugirió varias veces que trasladara el puesto de mando a un lugar seguro, pero él siguió en ese puesto donde era fácil de dominar en un vistazo la situación enemiga.

     Kim Jong Suk batía con tiros acertados al enemigo mientras vigilaba atentamente los alrededores. Pero, en el momento de dirigir la mirada al juncal, descubrió un grupo de enemigos, allí escondidos, que dirigían los fusiles hacia la ladera donde Kim Il Sung comandaba la batalla.

    Al instante, Kim Jong Suk se levantó como un rayo para cubrirlo mientras fulminaba de un tiro de máuser a un enemigo que se le acercaba al frente.

    Al penetrarse de esta situación, Kim Il Sung derribó a tiros al segundo enemigo por encima de los hombros de ella.

    Kim Jong Suk lo cubría más mientras disparaba al enemigo sin permitirle ni un momento.

    Las dos pistolas alternaban en el disparo hasta acabar con los japs.

    El enemigo intentó neciamente acabar con la Comandancia de la Revolución, pero fue aniquilado en un santiamén sin dar ni un disparo.

    Los pasos dados para defender al Comandante a riesgo de su vida eran apenas unos pasos y el momento en que lo cubrió para derribar a los enemigos no pasaban de unos segundos, pero estos fueron un gran momento en que salvó el destino de la revolución y la nación coreanas.

    Kim Jong Suk, ejemplo de la defensa al Líder a ultranza de la vida, todas las veces que se creaban los peligros a la seguridad de la Comandancia atraía a los enemigos.

    A principios de 1939, la unidad del EPRC que marchaba bajo el comando personal de Kim Il Sung hizo alto por algún rato en la cresta de una montaña a la madrugada.

    En cuanto se dio la orden de descanso, los guerrilleros, quienes hicieron una marcha difícil combatiendo toda la noche con la furiosa nevasca, se tiraron sobre la nieve para dormirse.

    Kim Jong Suk bajó la montaña y desenterró las raíces de hierbas para preparar la comida mientras vigilaba cautelosamente los alrededores.

    Esto fue porque para acercarse a la Comandancia los enemigos tenían que subir desde debajo de esta montaña.

    Al amanecer, Kim Jong Suk descubrió al enemigo que se aproximaba sigilosamente hacia la Comandancia al favor de la oscuridad y la furiosa nevasca.

    Dio un disparo de señal y corrió a la dirección opuesta de la Comandancia.

    La persiguieron los enemigos.

    Kim Jong Suk los atraía para salvaguardar la Comandancia llegando a un lugar donde era imposible arrimársela y ocupó un puesto favorable para aniquilarlos.

    Al oírse el tiroteo vinieron los guerrilleros y los batieron desde atrás.

    Esto fue uno de los episodios de la lucha armada antijaponesa.

    Kim Jong Suk defendió a Kim Il Sung frustrando las conjuras de los enemigos con su certero juicio y alta vigilancia revolucionaria.

    La sal era la más valiosa en el tiempo de la lucha armada antijaponesa.

    Un día, un guerrillero quien asumió la tarea de conseguirla fue a la aldea y regresó con mucha cantidad de sal, gracias a la ayuda de los aldeanos.

    Al enterarse de que los aldeanos querían comprarla más, los enemigos vendieron la sal envenenada.

    Kim Jong Suk con aguda vigilancia revolucionaria la examinó sirviéndose de la vinagre. Se dio cuenta de que la había envenenado, de lo que le informó a Kim Il Sung.

    Gracias a su certero juicio y aguda vigilancia se ha garantizado la seguridad de la Comandancia y la unidad y los enemigos quienes embistieron calculando la hora de que surte tal efecto dejaron muchos cadáveres.

    Érase cuando el EPRC hacía preparativos para emprender la marcha luego de que Kim Il Sung convocó la reunión del comité del partido para las actividades internas para presentar las importantes orientaciones en Yonsa, región septentrional de Corea.

    Los oficiales y los guerrilleros, alegres por los éxitos logrados, estaban dispuestos a realizar cabalmente las orientaciones presentadas en dicha reunión.

    Kim Jong Suk agudizó la vigilancia frente a las maniobras probables de los enemigos y se afanó en proteger la seguridad de la Comandancia.

    En vista de que los enemigos podrían hacer maquinaciones porque la unidad había desarrollado actividades por varios días en esa vasta zona, ella averiguó si no había creado otra situación en los puestos de centinela.

    Un encargado de la guardia le informó que ha detenido dos campesinos que subían a la montaña para recoger hongos de encina, pero como no eran tan sospechosos quería hacerlos regresar después de que la unidad se retirara.

    Se quedó un momento en profundo pensamiento por qué habrán venido allí donde sólo había pinos y si querían recoger hongos de encina que brotan después de llover, pero no llovió desde que allí llegó la guerrilla.

    En seguida fue al puesto de centinela para interrogarlos.

    Eran espías disfrazados de campesinos. Estos confesaron el hecho de que enviaron a todas partes los espías prometiendo a promover los rangos oficiales y dar considerable suma de dinero a los que descubriesen el paradero de la Comandancia del EPRC mientras la colosal fuerza armada se mantenía en estado de movilización de emergencia a toda hora para movilizarse inmediatamente si estableciesen contactos con ellos.

    Todo era tal como lo ha provisto.

    Kim Jong Suk, sin demora, le informó al Comandante la situación creada para deshacer la intriga de los enemigos.

    Los imperialistas japoneses se aferraron a toda forma de artimañas encaminadas a acabar con la Comandancia, pero se la hizo añicos por su perspicacia penetrante y aguda vigilancia revolucionaria.

    Kim Jong Suk defendió la seguridad personal del Comandante con toda abnegación.

    Hasta hoy se transmiten en el pueblo coreano como leyenda el hecho de que en el período de la lucha armada antijaponesa Kim Jong Suk cortó su pelo para ponerlo en el calzado del Comandante quien emprendió la marcha en el invierno de 40 grados bajo cero y al saber que la bala no atravesaba bien la seda la consiguió en la retaguardia enemiga para hacerle un abrigo de seda.

    La dicha del pueblo coreano de tener al gran Líder y al gran Dirigente, envidiada por todo el mundo, pudo ser asegurada por la heroína antijaponesa Kim Jong Suk, ejemplo de la defensa al Líder a riesgo de la vida.

    Hoy el pueblo coreano defiende a costa de la vida al Dirigente Kim Jong Il siguiendo el noble ejemplo de Kim Jong Suk e impulsa con vigor la construcción de una gran potencia próspera socialista bajo su dirección mediante la revolución de Songun.