Un día de principios de agosto de 1926 el gran Líder Kim Il Sung, junto con otros jóvenes progresistas de la escuela Hwasong, asistió a la conferencia de un teórico del grupo Hwayo del Partido Comunista de Corea realizada en la calle de Huadin.
Este “docto en el marxismo” explicó de corrida la teoría precedente sobre la fuerza motriz de la revolución y presentó a su grupo como “ortodoxo” de la revolución coreana calumniando a otros.
Muy desilusionado por sus palabras, el gran Líder le expresó que sus explicaciones sobre fuerzas motrices de la revolución coreana son contradictorias con la práctica. El conferencista dijo que la coreana es una revolución proletaria y solo los obreros, los campesinos y los peones pobres constituían sus fuerzas motrices, y no otros elementos no proletarios. Continuó que no se conviene a la realidad del país su opinión sobre la fuerza motriz de la revolución absolutizando irreflexivamente solo la teoría ajena sin tener en cuenta la situación concreta de la revolución de su país, y enfatizó: Hoy la tarea inmediata presentada ante nuestra revolución es expulsar a los imperialistas japoneses y lograr la independencia del país; y por eso, debemos considerar como fuerzas motrices de la revolución a todos quienes se interesan por la revolución y la apoyan. …
Era su criterio original sobre la fuerza motriz de la revolución coreana.
