En la madrugada de un domingo de septiembre de 1969 el gran Líder Kim Il Sung llamó a un funcionario para decirle que fueran juntos a unos lugares.

El funcionario le solicitó encarecidamente que descansara siquiera medio día, y por la tarde partieran juntos.

Meneando la cabeza el Líder dijo que ni una vez estuvo en casa en los domingos y que en otros días no podía salir a terrenos por asuntos urgentes. Continuó que por eso en domingos querría visitar siquiera a lugares cercanos para encontrarse con el pueblo, que tales días le daban mayor alegría y que eso era su descanso.