En una ocasión el estimado compañero Kim Jong Un dijo a los funcionarios que deseaba tanto dos cosas; uno es ver cuanto antes el país ideal del comunismo donde los coreanos viven mejor sin envidiar nada a nadie en el mundo y otro es el sueño.
Sus palabras reflejaban el noble mundo espiritual del gran padre quien se abniega con total entrega retrasando el sueño y el descanso impulsado siempre por el ardiente deseo de anticipar el luminoso futuro en que el pueblo se disfrute de todas las felicidades.