Para tener la autonomía en la ideología es nesesario, ante todo, tener la conciencia ideológica independiente y conocer correctamente los lineamientos políticos de su partido revolucionario.
La conciencia ideológica independiente es la toma de la conciencia de ser agente de su destino y la voluntad de forjarlo por su propia cuenta.
La conciencia de ser agente de su destino es la comprensión inconmovible de ser el forjador de su destino. En otras palabras, el destino humano no se determina ni por un dios o un rey ni por ningún factor externo sino por el hombre.
La voluntad de forjarlo por su propia cuenta es la determinación y la disposición de forjar su destino por su propia cuenta. En otras palabras, es el indomable espíritu revolucionario de forjar su destino por su propia cuenta sin valerse de fuerzas ajenas.
De modo que la conciencia ideológica independiente permite a la gente tomar la la actitud de responsabilizarse de la revolución nacional pensándolo todo a partir de ella y resolverlo todo por su propia cuenta.
He ahí precisamente la razón de tomar la conciencia ideológica independiente.
Para tener la autonomía en la ideología es necesario, además, armarse con los lineamientos políticos del partido revolucionario que interpreta las necesidades y los intereses independientes de las masas populares.
Las ideas independientes se encarnan en los lineamientos políticos del partido revolucionario sirviendo así de guías para la revolución y la construcción. Por lo tanto, al conocer bien los lineamientos políticos del partido revolucionario y tomarlo por el standard de la reflexión y la práctica es posible cumplir con la responsabilidad con la revolución y la construcción.
Otro punto importante para la autonomía en la ideología reside en versar en lo suyo.
El Secretario General Kim Jong Il dijo:
"Para establecer el Juche en la ideología hace falta conocer bien lo propio."
Esto implica conocer bien las cosas domésticas.
Corea logró librarse de todo tipo de servilismo, dogmatismo y nihilismo nacionales, de raíces históricas.
Aun en la postguerra de Corea los servilistas y los dogmáticos, infiltrados en el sector ideológico del partido, hicieron vista gorda de las condiciones reales del país sin reconocer aun las tradiciones históricas, culturales y revolucionarias de la nación mientras alababan sólo las cosas ajenas. No se habían librado del nihilismo nacional.Preferían dibujos extranjeros a los nacionales y adoraban a los héroes extranjeros más que a los coreanos. En imprimir libros imitaron a otros haciendo insertar el índice al final.
No era raro que solían quedarse boquiabiertos ante alguna invención extranjera mientras no daban fe en los inventos coreanos.
El Presidente Kim Il Sung dio a la publicidad, en diciembre de 1955, su obra clásica: Sobre la Eliminación del Dogmatismo y del Formalismo y el Establecimiento del Juche en la Labor Ideológica, poniendo al desnudo la naturaleza y el carácter pernicioso del servilismo y el dogmatismo de los elementos antipartidos y contrarrevolucionarios, infiltrados en el sector ideológico del partido.
En su obra puso en claro que la revolución coreana era la autonomía en la labor ideológica del partido; que esta debía centrarse en hacer que los militantes del partido tomasen la conciencia de responsabilizarse de la revolución coreana reflexionándolo todo a partir de la revolución coreana y resolverlo todo por su propia cuenta; que debían conocer bien la realidad coreana, los lineamientos políticos y brillantes tradiciones revolucionarias del partido y la historia de la lucha y los hábitos del pueblo coreano.
Dicha obra clásica sirvió de un golpe rotundo para los dogmáticos que solían imitar lo que otros decían; los servilistas que se acostumbraban a recurrir a las obras clásicas marxistas-leninstas y las experiencias de los países grandes para medir con ellas los lineamientos políticos de su partido; los que intentaban imponer sus lineamientos; los revisionistas antipartidos que los aceptaban ciegamente. De ahí que se registró un viraje radical en la visión y el modo de pensar de los militantes del partido y el pueblo en general.
Importa mucho conocer lo suyo, lo que no implica desconocer o menospreciar lo ajeno. Es necesario conocer lo ajeno con el fin de llevar a buen término su revolución y construcción. Desconociendo lo suyo no vale la pena conocer lo ajeno, que le sirva de dolor de cabeza. Por lo tanto, es preciso que toda nación conozca bien su historia, su economía, su cultura, su costumbre y, en particular, las tradiciones revolucionarias y las políticas del partido revolucionario.
También para tener la autonomía en la ideología importa mucho tener la dignidad y el orgullo nacionales. Todos tienen que sentirse orgullosos y dignos de su nacionalidad y saber apreciarla.
Sin contar con ellos no es posible vivir independiente defendiendo la independencia nacional y salir ganando la victoria en la revolución.
Tanto la dignidad nacional como el orgullo nacional es tan precioso como la vida del ser social que es el hombre, por lo que sirven de símbolo de la nación.
Un hombre dependiente no posee la vida del ser social independiente y pasa lo mismo en el caso de la nación: una nación sin orgullo y dignidad nacionales será como muerta. Un pueblo digno y orgulloso de su nacionalidad no tolerará ningún tipo de menosprecio y vejamen nacional, no se arrodillará jamás en su defensa y sabrá mantenerse firme en la entereza revolucionaria.
Es decir, el orgullo y la dignidad nacionales permiten tener la autonomía en la ideología.
Hoy llegan al colmo el orgullo y la dignidad nacionales del pueblo coreano. "Yo soy coreano!" Este grito data de mucho tiempo, pero hoy suena y repercute más que otrora.
El pueblo coreano se siente muy orgulloso y digno de tener en gran estima al Presidente Kim Il Sung que vive como siempre con todos los pueblos del mundo y al Secretario General Kim Jong Il que es el más destacado dirigente del siglo en curso y vivir el más ventajoso régimen socialista guiado por la gran idea Juche y conducido por el gran Partido del Trabajo.
Lo que importa mucho para tener la autonomía en la ideología es desarollar la cultura nacional y elevar el nivel cultural y técnico del pueblo.
La cultura nacional ha de tener la forma nacional y el contenido progresista y revolucionario y debe corresponder al gusto del pueblo e interpretar la aspiración independiente de las masas del pueblo.
Para desarrollar la cultura nacional es preciso defenderse de la penetración cultural imperialista.
Hoy los imperialistas tratan de difundir, bajo el rótulo de la "globalización", la corrupta cultura y estilo de vivir occidental con el designio de acabar con la nacionalidad de los pueblos. Al dejarse penetrar la cultura imperialista es fácil que la gente se deje agarrar por los males ideológicos y contaminar por corruptas ideas y culturas reaccionarias que contrarían a la conciencia nacional. Es importante, por eso, no permitir la penetración de las ideas y culturas malsanas para tener la autonomía en la ideología.
Para el desarrollo de la cultura nacional importa mucho también rehusar las tendencias restauracionistas y nihilistas.
El restacionismo es la tendencia de encomiar ciegamente lo caduco sin aferrarse al principio revolucionario y el nihilismo es otra corriente que niega imprudentemete lo viejo. Ambos embargan heredar tradiciones de la cultura nacional.
Para el desarrollo de la cultura nacional es necesario suceder las herencias culturales, pero de ellas sólo las populares y progresistas, no las caducas y reaccionarias. El restauracionismo rehabilita las caducas y reaccionarias mientras el nihilismo impide heredar las populares y progresistas.
Es importantes, por eso, superar las dos corrientes heredando las mejores en correspondencia con la exigencia de la época.
Además es preciso adaptar las culturas extranjeras a los intereses nacionales.
Asimismo importa mucho elevar el nivel cultural y técnico de las masas populares. El que no tiene lo suyo es natural que admire lo ajeno y el que se rezaga es fácil que se deja menospreciar. Las profundas raíces del servilismo y el nihilismo yacían en el nivel científico y cultural.
En Corea los dominantes feudales mataban el tiempo recitando poesías sin pensar desarrollar las ciencias y tecnologías, cuando ya en el siglo 18 otros llevaron a efecto la revolución industrial que hizo volar el avión en el aire y navegar buques encorazados en los mares. A la sazón, se oía sólo el fuelle de la herrería donde se fundían la hoz y la azada. Eso dió lugar al servilismo que era tan fuerte que a la larga Corea se despojó de su soberanía por el imperialismo japonés.
Condenando el oscuro tiempo martirizado de la dominación japonesa un hombre del movimiento de la cultura patriótica gritó:
¿Oh, Corea, estás viva o muerta?
¿Por qué estás jadeando tanto?
¿Por qué no tienes nada que comer y vestirse?
¿Por qué no eres tan fuerte y firme como otros?
Es la lección muy cara que no se olvida. Hay que hacer todos los esfuerzos por desarrollar las ciencias y las tecnologías y elevar el nivel cultural y técnico.
Finalmente es necesario refutar toda forma de ideas viejas, entre ellas el servilismo a las grandes potencias.
El tener la autonomía en la ideología es la revolución ideológica tanto para librar a la gente de las viejas ideas y fomentar su propio estilo de pensar.
El servilismos a las grandes potencias embarga mucho el sostenimiento de la autonomía en la ideología.
El servilismo es ideas servilistas y nihilistas que hacen adorar a otros y menospreciarse a sí mismo. El de ideas servilistas sigue a ciegas, sin darse cuenta, a otros, pierde la facultad de reflexionar, no distingue lo bueno de lo malo y baila al son que le tocan.
Al respecto el Presidente Kim Il Sung dijo muy encarecidamente como sigue: el que se deja obrar por las ideas servilistas comete tontería; la nación que se deja dominar por las ideas servilistas arruina el país; el partido en poder que se deja guiar por las ideas servilistas malogra la revolución y la construcción.
Es necesario tenerlas muy presentes arrancando de raíces las ideas servilistas y sosteniendo la autonomía en la ideología.
El tener la autonomía en la ideología es precisamente la vía más correcta de hacer de las masas populares patriotas y revolucionarios fieles a la revolución por medio de transformar los terrenos de la vida ideológica y liberarlas de las trabas de viejas ideas que corroen la conciencia nacional independiente.